Discurso inaugural, leído el 3 de diciembre de 2008 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, con motivo de la III Conferencia Internacional: “50 años de la Revolución Cubana y su impacto en el Caribe”.
Roberto Fernández Retamar / La Ventana
Hace casi tres décadas Gerard Pierre-Charles obtuvo el Premio de Ensayo Casa de las Américas con su notable libro El Caribe a la hora de Cuba. Se trata de un volumen de más de quinientas páginas en que el erudito intelectual haitiano realizó un «estudio socio-político (1929-1979) del Caribe», concretamente (me atengo al orden que el autor les dio) «Cuba, República Dominicana, Haití, Guyana, Jamaica, Trinidad y Tobago, Barbados, Granada, Puerto Rico, Martinica, Guadalupe, Curazao, Aruba, Surinam». Como se comprenderá, las escasas páginas que leeré a continuación no se proponen, en forma alguna, emular con aquel sabio y nutrido ensayo. Comenzaré por recordar someramente cuál era la relación de Cuba con el resto del Caribe antes de 1959.
En el siglo XIX, si no estoy equivocado, no se hablaba todavía, al menos entre nosotros, del Caribe, sino de las Antillas. Y en buena parte de ese siglo, nuestra historia estuvo marcada por un acontecimiento fundamental ocurrido en otra de las Antillas. Me refiero, como se supondrá, a la extraordinaria Revolución Haitiana. Ella tuvo en Cuba dos repercusiones harto diferentes. Por una parte, según me comunicó Fernando Martínez Heredia, llevó a dirigentes populares como José Antonio Aponte, a intentar imitar la hazaña haitiana, lo que le costó ser ejecutado en 1812. En 1877 escribió el historiador Juan Arnao que Aponte fue «el primer cubano que soñó la bella inspiración de rebelarse contra la dominación española de un modo práctico». Leer más...
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