Se acercan las
elecciones presidenciales 2016 en Estados Unidos, empieza el espectáculo. No
faltará quien diga ¿y qué?
Fander Falconí / El Telégrafo (Ecuador)
La presencia de un
presidente demócrata en la Casa Blanca no siempre ha significado un gran
beneficio para Latinoamérica, pero hay cambios que serían inconcebibles en un
régimen republicano. Algunos ejemplos: la normalización de relaciones
diplomáticas con Cuba y las negociaciones nucleares con Irán. Por eso, aunque
veamos de lejos esos comicios, esperamos que no se radicalice más la
superpotencia estadounidense.
Hoy la abanderada
demócrata es Hillary Clinton, exprimera dama, legisladora y ministra de Estado;
es la favorita en las primarias demócratas y puede ganar luego a los
republicanos. Algunos políticos progresistas hacen una mueca al oírlo, dada la
amistad de los Clinton con elementos de Wall Street; otros dicen con cinismo que
sin dinero no hay campaña. Las celebridades de Hollywood, como Robert De Niro y
Jennifer López, también abren sus
jugosas billeteras y lujosas carteras a favor de la candidata.
¿Decisiones difíciles?
Precisamente así se llama el libro de las memorias políticas de Hillary Clinton
que se publicó el año anterior (Hard Choices, 2014,) y cuya promoción y venta
fue realizada por la misma candidata, en una gira que parecía el ensayo de la
campaña. El resultado fue la constatación de buenas posibilidades para Clinton.
A su lado se agruparán los sectores que, por lo general, son menospreciados por
los republicanos: grupos GLBTI y pobres en extremo.
El voto
hispanoamericano puede ser decisivo en las elecciones de 2016, siendo la
minoría de mayor crecimiento en ese país. Contrastando con el tibio apoyo a los
inmigrantes en su primera campaña presidencial hace siete años, la Hillary de
hoy es una defensora de medidas inmediatas y radicales a favor de los
‘ilegales’.
La recuperación de la
economía y el empleo, el plan de salud -el
Obamacare-, la evolución de la creciente desigualdad social serán
termómetros importantes para medir las opciones reales de cualquier candidato
demócrata.
Frente a eso, ¿qué es
lo mejor que pueden ofrecer los republicanos? El exgobernador de Florida, Jeb
Bush, otro hijo del expresidente George H.W. y hermano del expresidente George
W. Carly Fiorina, la ex-CEO de Hewlett-Packard. Y el senador Marco Rubio,
abogado nacido en Miami, de ascendencia cubana. Mientras Hillary ofrece acción
inmediata a favor del inmigrante en condición irregular -no hay seres humanos
‘ilegales’-, Rubio, que promete endurecer el bloqueo contra Cuba si es elegido
presidente, pide paciencia a sus electores hispanoamericanos y exige controles
en la frontera mexicana, para no ofender a sus colegas republicanos.
Pero mientras la
mayoría de los estadounidenses de origen cubano lo apoyan (la cuarta parte del
electorado hispanoamericano), los demás hispanoamericanos no se tragan su
cuento. Hillary, en cambio, cuenta con el apoyo de más de la mitad del voto
‘hispano’. A menos que haya otra complicación electoral tan espectacular, como
la que llevó a George W. Bush a la Casa Blanca en las elecciones presidenciales
del año 2000…
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