Guerra y paz. Victimarios y víctimas. Negociación y post-conflicto.
Conceptos entrecruzados, habituales, cotidianos, cuando la realidad de Colombia interpela al
análisis. Y si la paz hace parte de los
anhelos mayoritarios de la población de ese país sudamericano, la verdad es
también una de las exigencias esenciales.
Sergio Ferrari / Especial para
Con Nuestra América
Desde Suiza
Así lo subraya en esta entrevista exclusiva la socióloga colombiana
Ángela Ospina Rincón, activa defensora de derechos humanos y directora de la
Corporación Centro de Atención Psicosocial (CAPS), con sede en Bogotá. Ospina Rincón animará en Suiza entre el 21 de mayo y el 2 de junio una Campaña de información organizada por
E-CHANGER/COMUNDO bajo el título “Una
cooperación solidaria para la construcción de la paz” con actividades en
una decena de ciudades y con el apoyo de cerca de veinte instituciones
educativas y asociaciones helvéticas de cooperación y solidaridad.
P: ¿Cómo define la guerra instalada en su país desde hace casi medio
siglo: “mal
endémico" o "epidemia socio-cultural-psicológica"?
Ángela Ospina (AO): No. La guerra en Colombia
ha sido un conflicto sociopolítico con causas estructurales, que ha afectado a
todo el país con unas consecuencias dramáticas. Con cifras tremendas portadoras de tristeza, ya que
detrás de cada número, hay un ser humano, una familia,
una comunidad afectada.
P: Es decir….
AO: Según fuentes de toda confianza las víctimas se contabilizan por
millones. La Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas
habla de 6.372.539 desplazados (desplazamiento forzado) y de 8.210 personas
torturadas. El Centro Nacional de la Memoria Histórica en su informe “Basta Ya”
del año 2012 documenta 1.166 masacres,
responsabilidad directa de grupos paramilitares. La Coordinación Colombia-Europa-Estados
Unidos y el Movimiento de reconciliación de Estados Unidos contabilizan 5.763
ejecuciones extrajudiciales entre 2002 y 2010. Y
podríamos hablar horas. .. Se trata de una guerra que ha afectado directamente a la población
civil –no combatiente-. Medio siglo de
conflicto armado, de despojo de tierras, de asesinatos selectivos y masivos, de
eliminación del movimiento social y de partidos de oposición.
P:
¿Cuál es la principal apuesta en vuestro trabajo? ¿Disminuir el sufrimiento?
¿Evitar la destrucción de la conciencia civil-ciudadana de las personas
afectadas?
AO: CAPS es una organización que se especializó - y lo sigue
haciéndolo- en la acción psicosocial
dirigida a las víctimas del conflicto. Tiene como objetivo fortalecer los proyectos
de vida individuales, familiares y colectivos de las mismas. Partimos del hecho
que esas personas han sido afectadas, rotas, destruidas, en toda su dimensión física, emocional,
cultural, espiritual. Con la atención psicosocial intentamos que recuperen estas dimensiones esenciales del
ser. Para ello ofrecemos la consulta individual médica, psicológica, terapias
de familia, terapias de grupo, encuentros comunitarios, encuentros por edades…
Es decir, no escatimamos esfuerzos en promover todos los espacios necesarios y
posibles para asegurar los diferentes campos de la atención psicosocial. Esta
atención psicosocial busca también que las víctimas sean sujetos de derechos.
Es algo que perdieron y tienen que recuperar. Con el
acompañamiento psicosocial aportamos al fortalecimiento organizativo de las
víctimas. Para que retomen su liderazgo, su
poder y su voz.
“El anhelo de la paz”
P: Se da hoy un proceso de negociación que centra la
atención mediática de Colombia. ¿Se siente ya un impacto positivo en el estado
de ánimo de las personas que ustedes atienden?
AO: La sociedad civil colombiana y entre ellas las víctimas, siempre han
estado a favor de una salida política al conflicto. Indudablemente hay una
esperanza frente a los diálogos de paz que se llevan a cabo en La Habana, Cuba.
Pero también hay que decir que las víctimas plantean que esta paz debe ir
acompañada de verdad. El estado emocional, el dolor y la superación de sus
duelos se plantean desde la verdad…Cuando las víctimas tengan claridad de lo
que pasó, de quiénes son los responsables y porqué, recién entonces empezará un
proceso de reconciliación. No necesariamente de perdón, porque no se trata de
perdonar. Se trata de reconciliar un país que ha vivido 50 años de agresión, de
violación de los derechos humanos, de concentración de riqueza. Los afectados
exigen una paz con justicia social.
P:
¿Hay realmente una esperanza de la
población colombiana sobre resultados posibles de esta negociación en marcha?
AO: La gente no confía mucho en la paz hasta ahora pregonada. Porque si
no hay respeto de los derechos humanos, si el Estado continúa la agresión
contra las comunidades, contra los líderes sociales, contra la población, entonces la pregunta es: ¿dónde
está la paz? ; ¿de qué paz se habla?
Si no se cambia ese modelo económico que solo genera pobreza (no
olvidemos que Colombia está entre los países de mayor desigualdad en América
Latina); si no se da un mínimo de reformas estructurales; si
el país continua impulsando las medidas económicas extractivitas, entonces el discurso de la paz se diluye. Sin embargo,
no se puede desconocer que la gente en
Colombia y las víctimas en particular anhelan la paz. Principalmente en los
territorios, en las regiones, donde la guerra afecta cotidianamente.
P: Se
empieza a hablar de post-conflicto. ¿Qué
significa para ustedes ese concepto?
¿Contempla CAPS adaptar su trabajo a la nueva etapa del post-conflicto?
AO: Nosotros hablamos de post-acuerdos, más
que de posconflicto. Creemos que la paz se construye desde los territorios, con
la participación de las comunidades, con el respeto de los derechos humanos,
con el cumplimiento por parte del Estado de la Constitución Política, con el
mejoramiento de la calidad de vida de la población más vulnerable. Los acuerdos
entre el Estado colombiano y las guerrillas permiten des escalonar la
guerra. Pero no se puede reducir la
paz simplemente a eso. La paz tiene que
ir acompañada de justicia social, de una vida digna y un mejor vivir para los
colombianos.
El trabajo del CAPS es válido en guerra y en
paz. Son muchas las secuelas, afectaciones, que las víctimas tienen y debemos
apoyar su recuperación. Nuestro enfoque de trabajo psicosocial es holístico e
integral. Nos ajustaremos a las condiciones del pos-conflicto, siempre apoyando
a las víctimas en sus procesos de duelo, de justicia, de verdad. El CAPS ha
trabajado hasta ahora en medio del conflicto. Debemos proyectar una lógica de
trabajo en una nueva realidad.
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