“Había miedo de hablar de la santidad de Romero. Él
no era un político en el sentido textual de la palabra, pero tuvo una
incidencia política muy fuerte. Y eso daba miedo en algunos sectores
eclesiásticos. Lo mismo que daba miedo entender a la Teología de la Liberación
y las Comunidades de base…”, afirma en esta entrevista el sacerdote jesuita
José María Tojeira.
Juan José Dalton / El País
El sacerdote José María Tojeira. |
El
sacerdote jesuita y analista hispano-salvadoreño, José María Tojeira, consideró
en entrevista con EL PAÍS que con la llegada del papa Francisco, iniciador de
grandes cambios en el catolicismo universal, se aceleró la beatificación
de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado por la ultraderecha
salvadoreña en marzo de 1980 cuando ofrecía la eucaristía. Romero fue un
“profeta de justicia durante una guerra entre poderosos y débiles”, pero los
militares y el capital lo consideró cura comunista y le mandó a matar. Con la
llegada de Francisco al Vaticano ha entrado “aire fresco” a todas las
estructuras de poder, para que estén cercanas a la gente, como lo hizo Romero,
aun a costa de su sacrificio.
Pregunta. ¿Cómo recibe la Iglesia católica en general
la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero?
Respuesta. En años
anteriores hubo división, incluso en tiempos de Juan Pablo II había un grupo de
obispos que no estaban de acuerdo con una beatificación de Monseñor Romero.
Esa división se ha ido superando con el tiempo y cada vez hubo más apertura a
la beatificación. Pero cuando ha llegado el papa Francisco y ha mostrado su interés
de acelerar el proceso y que no se frene, se ha producido una unidad bastante
mayor dentro de la Iglesia. Ha funcionado el principio de autoridad y el
principio de hegemonía.
P. Pero, se ha dado un intento de matizar lo
que fue la participación de Romero en la realidad que le tocó vivir…
R. Esto es
como un remanente de los tiempos anteriores a Francisco. Había miedo de hablar
de la santidad de Romero. Él no era un político en el sentido textual de la
palabra, pero tuvo una incidencia política muy fuerte. Y eso daba miedo en
algunos sectores eclesiásticos. Lo mismo que daba miedo entender a la Teología
de la Liberación y las Comunidades de base… Daba miedo.
P. ¿Por qué?
R. Creo que
queda todavía un poquito de miedo en la Iglesia salvadoreña de enfocar estas
cosas. ¡Como si la Teología de la Liberación fuera mala! En todas las teologías
hay aciertos y errores. Incluso en las teologías oficiales. No podemos seguir
con esta pequeñez de decir: Hay que tener cuidado, él (Romero) era teólogo de
la Liberación.
P. ¿Era Romero un teólogo de la Liberación?
R. Romero era
una persona que deseaba la liberación de todos los males, personales y sociales
de este país. Sabía que era un proceso y quería contribuir a ese proceso de
liberación. Eso no es un problema ya, pero siempre se dan esos miedos.
P. Hay testimonios de amenazas que tuvo Romero,
incluso unos que quedaron impresos en los periódicos. Pero, ¿cómo podríamos
afirmar que no era un alentador de la violencia política en el tiempo que le
tocó vivir?
R. Monseñor
Romero estaba al lado de los que sufrían. En El Salvador había una guerra de
poderosos contra débiles. Una guerra económica en la que había explotación e
injusticia, y una guerra represiva contra los justos reclamos de la gente.
También una guerra insurgente de un sector que se insurreccionaba frente a la
injusticia prevaleciente. Romero siempre trataba de solucionar el conflicto por
la vía de la paz y la justicia social.
P. Pero no lo entendieron…
R. El lenguaje
de la justicia social, no digamos las justas reclamaciones, fue visto como
insurgencia. Lo perseguían y lo acusaban de cura comunista, sotana roja…
Precisamente por la cerrazón tan absoluta que tenía el sector militar y el
capital. Decir que Monseñor era político, a mi no me molesta. ¡Claro que tenía
que serlo! Aquí la política oficial fue corrupta, explotadora y criminal. Que
Romero denunciara eso era una labor totalmente evangélica. En documentos de la
Iglesia se pide que los obispos tienen que ser profetas de justicia cuando hay
guerras entre poderosos y débiles.
P. Ahora, ¿me puede decir qué significa
el papa Francisco en la Iglesia salvadoreño y los cambios que se están dando en
la Iglesia universal?
R. El papa
Francisco, con esa figura tan solemne, ha puesto a la iglesia y a todo el mundo
de lo que es la jerarquía, al gobierno de la iglesia, más cerca de la gente.
Las estructuras tienen a veces a burocratizarse demasiado y alejarse de la
gente que gobierna. El papa Francisco ha dado un recordatorio de que la iglesia
debe tener olor a oveja, hay que mancharse en el contacto y la cercanía
humana. Esto es algo profundamente fresco para nuestra iglesia, así como para
el mundo.
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