Una nueva
realidad política ha surgido en España después de las elecciones municipales y autonómicas: ha
muerto el bipartidismo neoliberal que es tan funcional a dicho modelo
capitalista.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para
Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Lo que
necesita la democracia neoliberal es mantener
la apariencia democrática a través de la alternancia de dos partidos que
se presentan como diferentes pero que son variantes de una misma política
económica y concepción del mundo. Es lo
que sucede en Estados Unidos, lo que sucedía en Costa Rica, lo que quieren
imponer en México y en otros lugares del mundo. Esto se ha acabado en España en donde el Partido Popular (el PP) perdió más de 2 millones y medio de votos y el Partido Socialista Obrero
Español (PSOE) aproximadamente 700 mil. En relación a las elecciones de 2011,
los dos partidos dominantes perdieron
aproximadamente 3.5 millones de votos. He aquí una primera lección: una
ciudadanía conciente puede sacar conclusiones y a través del voto hacer valer
su voluntad. Después del movimiento de los indignados del 15 M de 2011, era
claro que buena parte del pueblo español estaba harto de todos los partidos
políticos. “Que se vayan todos” dijeron.
El
problema es que ese “que se vayan todos”
se tradujo en una voluntad abstencionista que lo único que logró fue que en las
elecciones de 2011, la derecha
neoliberal heredera del franquismo (PP) derrotara por mayoría absoluta a la derecha
neoliberal heredera de la República
(PSOE): el PP obtuvo la mayoría absoluta
en las Cortes Generales con 186 diputados. En estas elecciones, el que
se vayan todos ha pasado de una voluntad negativa a una propositiva. Dos nuevas
formaciones políticas han surgido, Ciudadanos (centro derecha) y Podemos
(izquierda). Podemos, en este sentido sería la continuidad en el plano de la
participación política electoral, de la
indignación que ha provocado la crisis en que ha sumido el neoliberalismo a
España desde 2008. He aquí pues una segunda lección: la indignación si no se
canaliza en una lucha por el poder, en este caso por la vía electoral y
pacífica, puede tener resultados totalmente contrarios a lo que provoca la
indignación. El abstencionismo y voto nulo en la España de 2011, llevó al
PP a convertirse en la fuerza dominante
con mayorías absolutas en España. Hoy la indignación ha llevado a coaliciones
de izquierda a triunfar abiertamente en Barcelona, y tener la real posibilidad
de hacer gobierno en Madrid y en Valencia. La derecha neoliberal franquista
también ha sido derrotada en las comunidades autonómicas de Castilla La Mancha,
Aragón, Extremadura, Cantabria e islas Baleares.
A fines
de este año, se celebrarán las elecciones para renovar el congreso de diputados
y el senado en España. La indignación ciudadana ante por ejemplo una tasa de
desempleo del 25% y de 50% entre los jóvenes, se ha traducido en una clara
declinación en las tendencias electorales del PP, PSOE, Izquierda Unida y Unión
Progreso y Democracia. En cambio Ciudadanos y Podemos están subiendo.
España
nos enseña que si la ciudadanía saca las conclusiones correctas, las cosas
pueden cambiar.
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