La
mano dura de Pérez Molina se ha convertido en un par de manos sucias. ¿Seguirá
soportando Guatemala la corrupción?
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para
Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Roxana Baldetti, exvicepresidenta de Guatemala. |
En
cuatro años y medio la mujer que buscaba afanosamente proyectar una imagen de
incorruptible, se convirtió en el imaginario social guatemalteco en la
encarnación de la corrupción que hundirá a Pérez Molina y al PP. Baldetti es
llamada “la gruesa” en las redes sociales,
coloquialismo de origen mexicano que la denota como poderosa, temible,
turbia y peligrosa. El reportaje del periodista José Rubén Zamora de abril de
2013, fue devastador. Ahora, sale de la
vicepresidencia por la puerta de atrás, defenestrada por la cúspide
empresarial, el Congreso, la Corte Suprema de Justicia y finalmente la Corte de
Constitucionalidad. El destino judicial de Baldetti es negro si unimos a lo
anterior el mensaje de Joseph Biden, vicepresidente de los Estados Unidos de
América, quien viajó en marzo con su esposa a Guatemala para sacar del
protocolo a la entonces vicepresidenta. La especial deferencia y agrado con que
en abril fue recibida Rosa Leal de Pérez
en Washington completó el mensaje imperial: Washington quiere la cabeza de
Baldetti.
La mayoría de Guatemala también la quiere.
¿Por qué una mujer con poder puede
llegar a ser tan odiada? Durante la Revolución Francesa, María Antonieta lo fue
por “austriaca” y por adjudicársele decir tonterías sobre los pobres que
sufrían la escasez de pan (“que coman
pasteles”). Guardadas las proporciones, Baldetti ha sido objeto de escarnio por
sus lapsus verbales. Y de odio, porque se piensa que su poderío e impunidad
deriva de una ilegítima relación sentimental con el presidente Pérez Molina. El
rechazo legítimo que se le dispensa por su prepotencia y presumible
enriquecimiento ilícito, podría estar complementado por la misoginia que es
feroz hacia ciertas conductas en la mujer. Y por una solidaridad de género:
¿Cuántas mujeres no se identifican con la primera dama?
La
mano dura de Pérez Molina se ha convertido en un par de manos sucias. ¿Seguirá
soportando Guatemala la corrupción?
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