El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas publicó este lunes 9 de agosto su informe sobre el calentamiento global. Según sus conclusiones, las emisiones continuas de gases de efecto invernadero podrían superar un límite clave de la temperatura global en poco más de una década. Los puntos esenciales de este informe son los siguientes.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
2) El informe concluye, a contramano de lo que sostienen los negacionistas, que no hay dudas de que la influencia humana es la responsable del calentamiento que provoca la situación descrita, y, aunque nuestra actividad ha transformado su entorno desde tiempos inmemoriales, es a partir de la Revolución Industrial cuando se acentúan los efectos nefastos que hoy tenemos ante nuestros ojos.
3) Estas consecuencias del calentamiento global se seguirán manifestando en el futuro incluso si tomamos medidas (drásticas) ahora. Por ejemplo, seguirá aumentando el nivel del mar y en 150 años podría haber subido hasta 5 metros sobre el actual.
4) En este contexto, América Latina se presenta como una de las regiones más golpeadas. Se predice que nosotros sufriremos un ritmo más acelerado de estos cambios catastróficos, especialmente en la región centroamericana en donde, como se sabe, las olas de migrantes hacia los Estados Unidos han estado signadas en los últimos años, entre otras causas, por sequías, especialmente en el llamado corredor seco; grandes huracanes, que cada vez son más poderosos y frecuentes; e inundaciones devastadoras.
5) Aún tenemos una última oportunidad para actuar. Para ello, nos dice el Informe, la humanidad debería reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, y eliminarlas para 2050. Todos podemos y debemos hacer algo al respecto, pero es claro que los grandes tomadores de decisiones son los deberían tener no solo más consciencia de esta situación, sino que, en consecuencia, impulsar acciones drásticas al respecto.
Es cierto que ya se están tomando medidas que buscan mitigar esta situación: el desarrollo de fuentes alternativas de energía como la solar y eólica, por ejemplo; las políticas de reciclaje de deshechos, especialmente de plásticos y otros que tardan a veces cientos de años en degradarse; la siembra de árboles en zonas antes deforestadas, etc.
Pero también están las fuerzas enormemente poderosas, especialmente asociadas al lucro, propias del sistema de producción dominante en nuestro planeta, que ven en estos cambios, en vez de riesgos, oportunidades para seguir acumulando riqueza: ya se especula, por ejemplo, los dividendos económicos que traerá el derretimiento de los polos para el comercio mundial, que verá acortadas ciertas rutas marítimas; o la transformación de inmensas zonas selváticas en pastizales o plantaciones de cultivos para la exportación, como está sucediendo en la Amazonía. Incluso actividades virtuales recientes en auge, por ejemplo las monedas virtuales como el bitcoin, que son responsables de enormes emisiones con efecto invernadero.
Se trata del capital, que en su afán fagocitador, no puede detener su carrera por transformar, como rey Midas contemporáneo, todo lo que toca en mercancía y que, en nuestra coyuntura histórica, nos lleva al precipicio.
Al igual que el mítico rey griego, quienes siguen para adelante con todas estas actividades que ya, a estas alturas, se han tornado evidentemente suicidas, seguramente podrán tener, cuando mueran, un panteón de reluciente oro, pero que en un planeta al que dejarán esquilmado y, probablemente sin vida humana, nadie visitará.
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