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sábado, 31 de agosto de 2013

Ecuador: Ecologismo y la iniciativa Yasuní-ITT

El debate alrededor del Yasuní debe llevarse con altura. El primer paso sería comprender que el ecologismo es una idea seminal del siglo XXI, y que el ecologismo es una necesidad de los pobres, que se encuentra muy arraigada en la vida práctica y en las representaciones de nuestra sociedad.

Fander Falconí / El Telégrafo

La iniciativa Yasuní ITT (Y-ITT) es algo más que un proyecto ambiental. Empuja un cambio hacia otro tipo  de sociedad, con valores que van más allá de los estrictamente monetarios.

Por su dimensión, se la propuso como un derecho de la naturaleza, como una corresponsabilidad ecológica diferenciada, como una necesidad ética y como un mecanismo financiero. Nos propone una identidad como país y también una manera de comprender un ecologismo real.

Es cierto que hay un ecologismo de los ricos y una posición neoliberal ecologista de última hora. Aquellos que ya tienen satisfecho su bienestar material pueden darse el lujo de ser ecologistas. Recordemos a la actriz Brigitte Bardot y su defensa a los animales, o el activismo de Bo Derek. Le podríamos llamar el “ecologismo de más de 20 toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2 ) por persona”, que es la emisión de un habitante promedio del mundo rico al año.

sábado, 24 de agosto de 2013

Mensaje de Rafael Correa al pueblo de Ecuador sobre la iniciativa Yasuní ITT

En este mensaje, dirigido en cadena nacional al pueblo de Ecuador, el pasado 15 de agosto, el presidente Rafael Correa expuso los argumentos en los que basó la decisión de suspender la iniciativa ambiental Yasuní ITT.

Ecuador: Los derechos de la naturaleza después de la caída de la moratoria petrolera en la Amazonia

La decisión de Correa genera ondas de choque en diversos planos. Al liberar a las petroleras, se pone en riesgo inmediato un ecosistema de alta biodiversidad, y a los pueblos indígenas que lo habitan (incluyendo aquellos que viven en aislamiento).

Eduardo Gudynas / ALAI

Una de las iniciativas ambientales más originales de los últimos años, originada en Ecuador, buscaba dejar el petróleo en tierra para preservar la Amazonia y sus pueblos indígenas. Era una idea construida desde la sociedad civil que se concretó en 2007, durante el primer gobierno de Rafael Correa, enfocándola en proteger el Parque Nacional Yasuní, y sus áreas adyacentes (conocidas por la abreviatura ITT). Esos esfuerzos terminaron pocos días atrás, cuando el gobierno anunció la cancelación de esa iniciativa y permitir la explotación petrolera.

La idea de una moratoria petrolera en Yasuní-ITT maduró durante muchos años, pero contó con un marco excepcional otorgado por el sistema de derechos aprobados en la nueva Constitución de 2008. En ella se organizan de mejor manera los derechos a la calidad de vida de las personas, la regulación del uso de los recursos naturales y las salvaguardas a los pueblos indígenas. En paralelo a éstos, se reconocieron por primera vez los derechos de la Naturaleza o de la Pachamama. De esta manera quedó establecido un mandato constitucional ecológico, que para ser cumplido no podría permitir una actividad de tales impactos como la explotación petrolera en Yasuní-ITT.

sábado, 16 de enero de 2010

Ecuador: ITT

Lamentablemente, el Gobierno se está quedando poco a poco sin genuinos ambientalistas en su seno. Y resulta que ningún proyecto revolucionario en el siglo XXI puede dejar de contar con el ecologismo.
Pablo Ospina / El Telégrafo (Ecuador)
En su reciente libro sobre la economía ecuatoriana, el presidente Rafael Correa presenta la iniciativa sobre el campo petrolero Ishpingo-Tiputini–Tambococha ( ITT) como una gran oportunidad, una oportunidad revolucionaria, para abrir un nuevo mercado de servicios ambientales. Muchos países del sur, ricos en patrimonio natural pero pobres en capital financiero, podrían así compensarse económicamente. Según el Presidente, una nueva época podría abrirse en las relaciones económicas internacionales valorando financieramente al fin una riqueza despreciada y permitiendo un cambio notable en las transacciones mundiales. Ese es su potencial revolucionario.
Lo único “revolucionario” de eso es encontrar un recurso natural más para exportar, como si hubiéramos encontrado cobre o hierro. No es un cambio de modelo. Varias veces el Mandatario ha mencionado, como prueba de sus antiguas preocupaciones ambientalistas, que enseñó economía ambiental durante su carrera académica. Su comprensión de la “iniciativa Yasuní” es reveladora del tipo de economía ambiental que enseñaba. Una de las tendencias dominantes en la economía es considerar al ambiente como una variable olvidada que hay que incluir, como un factor más, como un capital, en los viejos modelos incompletos de producción y consumo. Por eso, se afanan en traducir al cómputo económico, todos los valores ambientales y el patrimonio natural. Pero mantienen el modelo económico al que le hacen una “corrección”.
El Presidente nunca ha comprendido ni aceptado el potencial revolucionario de la crítica ecológica al modelo económico dominante. Por eso no sorprende la debilidad de su compromiso personal con la iniciativa Yasuní. Lo sorprendente es que haya traicionado de modo flagrante su instinto político. No son solo las declaraciones del sábado anterior, sino el retiro de última hora de su autorización para la firma del acuerdo en Copenhague. Las declaraciones solo ratificaron públicamente, ante los cuatro vientos, que desautorizó el trabajo de toda la comisión impulsora del proyecto y al Canciller. Torpedeó el proyecto insignia que más réditos de imagen internacional le proporcionaba.
Al decir que lamentaba que el Canciller [Fander Falconí, quien presentó su renuncia por estos hechos] se “resintiera” por sus declaraciones del sábado y que al revisar la versión escrita no entiende por qué pudo “resentirse”, olvida mencionar el detalle de que se trata de la renuncia en masa de todo el equipo negociador. Lo importante es que desautorizó el trabajo de todo el equipo, que tenía diseñada la propuesta del fideicomiso para el manejo de los fondos del Yasuní desde noviembre del año pasado.
El problema de fondo no es, pues, la conocida incontinencia verbal de Rafael Correa, sino que el potencial revolucionario del Yasuní consiste precisamente en su crítica al desarrollismo del que las concepciones económicas del Mandatario son incapaces de desprenderse. Lamentablemente, el Gobierno se está quedando poco a poco sin genuinos ambientalistas en su seno. Y resulta que ningún proyecto revolucionario en el siglo XXI puede dejar de contar con el ecologismo.

Controversias en el Ecuador sobre la iniciativa Yasuni ITT y el pre-acuerdo de fideicomiso con el PNUD

No estamos hablando aquí de un acuerdo con la Repsol o la Shell, con el Deutsche Bank o el Banco de Santander, con el BID o con el Banco Mundial, con entes o personas que le tengan tirria al gobierno de Correa, sino de un acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Joan Martínez Alier / ALAI
La iniciativa Yasuni ITT saltó a la opinión pública de Ecuador y del mundo en los primeros meses del 2007, tras haber ganado la presidencia el economista Rafael Correa. El entonces ministro de Energía y Minas, el también economista Alberto Acosta, se hizo eco de la propuesta que provenía de la sociedad civil, principalmente de Acción Ecológica y la red Oilwatch que desde 1997 venían reclamando una moratoria a la extracción de petróleo en la Amazonia y otros territorios social y ambientalmente muy sensibles como el Delta del Níger.
El presidente Correa tras algunas vacilaciones (pues el es un economista de izquierda que no ama el ecologismo) acogió la propuesta de Acosta en junio del 2007, y la expuso solemnemente en las Naciones Unidas en septiembre del 2007.
La iniciativa Yasuni ITT se concretó en lo siguiente: se mantenía en tierra el petróleo de los campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini (casi en la frontera con Perú), unos 850 millones de barriles de crudo pesado, para asegurar el mantenimiento de la biodiversidad y el respeto a los pueblos indígenas locales, entre ellos un grupo en aislamiento voluntario, y para evitar emisiones de dióxido de carbono por deforestación local, por quema de gas de extracción y sobre todo por la quema de petróleo una vez fuera exportado.
Ecuador dejaba pues de ganar un considerable ingreso monetario. Evitaba daños ambientales y humanos considerables, pero eso eran externalidades que el mercado no valora. Se pedía a la comunidad internacional (gobiernos, organizaciones, ciudadanos) que aportaran la mitad de ese ingreso no obtenido, cifrado en unos 350 millones al año durante unos doce años, es decir, unos 4,000 millones de dólares.
Ha habido consenso interno en Ecuador en este punto y ha habido asimismo apoyo exterior, principalmente una resolución muy favorable del Bundestag de junio del 2008. Si este dinero no llegaba del exterior, Ecuador pondría el petróleo del Yasuni ITT en licitación. Los potenciales donantes exteriores se preguntaban dónde había que poner el dinero. La respuesta desde Ecuador era que el dinero debía colocarse en las cuentas bancarias de un Fideicomiso (un Trust Fund) que diera garantías a quienes hicieran donaciones. También cabía hacer algún canje de deuda externa legítima.
Tras muchas idas y venidas, la propuesta del Yasuni ITT (recogida por la Ministra de Relaciones Exteriores, Maria Fernanda Espinosa, al dejar Acosta de ser ministro a mediados del 2007) fue fuertemente impulsada después, en el 2009, por Fander Falconí, al ser nombrado Ministro de Relaciones Exteriores. La cancillería estableció en el 2009 una oficina para la iniciativa Yasuni ITT y se nombró una comisión ecuatoriana de alto nivel con aprobación explicita del presidente Correa (con el ex alcalde de Quito y empresario del sector turístico, Roque Sevilla, la ex ministra y actualmente presidenta del WWF, Yolanda Kakabadse, el embajador y ex ministro Francisco Carrión, y el economista Carlos Larrea muy reconocido internacionalmente). Esta comisión empezó a negociar los términos para establecer el Fideicomiso con el PNUD (programa de Naciones Unidas para el desarrollo, en sus oficinas de Quito y de Nueva York). Roque Sevilla fue su portavoz directo.
En los días inmediatamente anteriores a la cumbre de Copenhague, la prensa recogió la esperanza del ministro Fander Falconi que la firma se pudiera hacer el 16 de diciembre del 2009 precisamente en Copenhague, el lugar mejor del mundo en esos días. Pero cuatro días antes, el presidente Correa decidió estropear la fiesta. Él no viajó a Copenhague y prohibió a última hora la firma de los Términos de Referencia del acuerdo entre Ecuador y el PNUD. El canciller Falconi se encontró en la situación incómoda de alguien a quien le sacan la silla al momento de sentarse a firmar. Ni sonrió ni lloró, puso buena cara al mal tiempo, los representantes del PNUD aseguraron que todo iba bien, y entre todos consiguieron que los titulares de la prensa en Ecuador fueran que se estaba avanzando en la redacción de los contratos (el PNUD gestionaría el Fideicomiso durante bastantes años a petición de Ecuador), y además el PNUD opinaba que la iniciativa Yasuni ITT era “fantástica”.
Realmente es una buena idea, entre otras razones porque en el mundo hay que frenar el ritmo de extracción y quema de los combustibles fósiles. Debe bajar no menos de la mitad para evitar las actuales emisiones excesivas de dióxido de carbono. Por tanto, es lógico preguntarse donde hay que dejar el petróleo o carbón en tierra. La respuesta es: en lugares de gran valor en las dimensiones de los derechos humanos y la biodiversidad como el Yasuni ITT.
Al presidente Correa no le alcanzó con boicotear desde lejos la firma del acuerdo del Fideicomiso entre Ecuador y PNUD sino que el 9 de enero del 2010 en su habitual mensaje radiado de los sábados, intentó quemar las naves del acuerdo con el PNUD. Dijo, “yo di la orden que no se firme este fideicomiso en estas condiciones vergonzosas”. Es decir, no dijo que tal o cual artículo necesitan un retoque sino que se cargó en bloque lo actuado en varios meses. No estamos hablando aquí de un acuerdo con la Repsol o la Shell, con el Deutsche Bank o el Banco de Santander, con el BID o con el Banco Mundial, con entes o personas que le tengan tirria al gobierno de Correa, sino de un acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Sin embargo, Correa, tal vez sintiéndose acorralado al ver que por fin tras dos años y medio de charla, se iba a firmar el Fideicomiso, que los ecologistas ganaban y se estropeaba el negocio de la venta del petróleo, pateó el tablero como suele decirse, negó los méritos de su propio canciller y su propia comisión negociadora de alto nivel, negó la probidad de los funcionarios del PNUD, aseverando que los términos del pre-acuerdo eran “vergonzosos”.
El lector podrá juzgar. El pre-acuerdo del 24 de noviembre está circulando hace semanas. Al menos treinta negociadores en Ecuador y en Nueva York han tenido acceso al pre-acuerdo (copiado a continuación en su versión en ingles del 24 de noviembre del 2009), y por tanto ese pre-acuerdo es conocido ampliamente. Diversos universitarios que seguimos la iniciativa Yasuni ITT con interés, hemos pedido copia de ese pre-acuerdo y la hemos obtenido. Hela aquí a continuación. Nada tiene de “vergonzosa”.