sábado, 9 de mayo de 2015

El liderazgo impresionante de López Obrador en México

En uno de los tantos mítines que suele encabezar, Andrés Manuel López Obrador  ha expresado que  las encuestas de las que tiene conocimiento lo colocan 5 puntos arriba del PRI en las preferencias electorales de 2018.  Falta mucho para  ese año y cualquier cosa puede suceder. Pero López Obrador lleva más de 11 años de estar gravitando de manera decisiva en la vida política mexicana.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Andrés Manuel López Obrador.
La izquierda mexicana  en los últimos años sería inexplicable sin su presencia carismática. Hasta antes del primer lustro del siglo XXI, López Obrador era un reconocido  dirigente del PRD  cuya presidencia ocupó  de manera exitosa entre 1996 y 1999. Su liderazgo  se había ido construyendo desde que en 1988 se unió a la Corriente Democrática del PRI. Al fundarse el PRD en 1989, fue candidato a gobernador del estado de Tabasco y se enfrentó por primera vez a un fraude electoral. Posteriormente ocupó la presidencia  de dicho partido en su estado natal Tabasco y en 1994 fue  nuevamente candidato a gobernador del estado y nuevamente fue víctima del fraude. Su lucha por el sufragio efectivo lo hizo encabezar marchas a la ciudad de México (“Éxodos por la democracia”) que lo hicieron conocido nacionalmente. En marzo de 2000 fue registrado como candidato a la Jefatura de Gobierno de la ciudad de México.
Hasta ese momento  su liderazgo era importante pero no tenía la dimensión histórica de hoy. Su propia candidatura a la jefatura de gobierno fue  ferozmente competida por compañeros suyos del PRD que tenían similares aspiraciones. Y en las elecciones de 2000 las cuales ganó, obtuvo un apretado triunfo con apenas el 1% de diferencia frente a su inmediato contendiente. Convertido Jefe de Gobierno capitalino fue incontenible su ascenso: mientras en las elecciones de 1994 la alianza de izquierda había obtenido  más de 6 millones de votos y casi 17% de los sufragios, en 2006 según las dudosas cifras oficiales,  López Obrador  alcanzó 15 millones y el 35%. Una diferencia de 18% que evidenciaba que un nuevo líder histórico había aparecido en el escenario político del país. En el corto plazo acaso cuatro elementos podrían ser la clave del vertiginoso ascenso de López Obrador: la relación entre ética y política que lo proyectó como alguien incorruptible; su compromiso con la justicia social que se evidenció en los programas sociales de su gestión de gobierno (2000-2005); su rescate del nacionalismo revolucionario que lo proyectó como patriota y nacionalista y finalmente, su compromiso con la causa democrática que tenía una larga trayectoria de luchas contra los fraudes electorales pero que se consolidó en el conflicto poselectoral de 2006.

El partido de López Obrador enfrenta actualmente un reto crucial. Morena participará por primera electoralmente en las elecciones de diputados del 7 de junio de 2015. Elecciones intermedias, sin el imán electoral de su dirigente, con el gobierno y un sector de izquierda unidos en la promoción del abstencionismo,  Morena triunfará si obtiene más de un dígito.  Y si eso sucede, en el 2018 será una real posibilidad.

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