En las nuevas circunstancias, los pueblos y gobiernos de Centroamérica se encaminan, como otros de América Latina, hacia una alianza que les permita disminuir el hambre y la miseria. El ALBA se abre camino por el hemisferio occidental.
Hedelberto López Blanch / Rebelion
Dos vertientes político-económicas con intereses y características opuestas están presentes en la empobrecida Centroamérica y en los últimos tiempos la que más ha avanzado es la que apuesta por la integración regional y por el bienestar de sus pobladores, que han sido olvidados durante décadas.
Tras fracasar en la Cumbre de las Américas celebrada en Argentina en 2005 en la cual no pudo imponer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en toda la región, Estados Unidos se lanzó a crear acuerdos bilaterales con gobiernos afines y bajo su égida económica.
En ese momento, en Centroamérica la correlación de fuerzas favorecía a Washington con varios estados dóciles en el área y este pudo firmar, en 2006, el Tratado de Libre Comercio con Centro América (TLCCA), el cual obliga a esas naciones a abrir, aún más, sus mercados, fábricas y servicios a las empresas transnacionales y al capital privado, con el consiguiente perjuicio para las mayorías urbanas y campesinas.
Estados Unidos utiliza los TLC y otros acuerdos sobre inversiones bilaterales y regionales para lograr concesiones que no puede conseguir en la Organización Mundial del Comercio (OMC), pues los países en desarrollo pueden unirse y negociar reglas más favorables.
El premio Nobel de Economía 2001, el estadounidense Joseph Stiglitz, quien para nada puede ser considerado un pensador de izquierda, ha alertado en varias ocasiones los riesgos que entrañan los TLC, al aumentar las desigualdades sociales y agudizar la pobreza en los núcleos rurales.
Según Stiglitz, los TLC son, además, una herramienta utilizada por Estados Unidos para “dividir a los países subdesarrollados, destruir el multilateralismo e imponer sus industrias”.
Cuatro países del área, El Salvador (como principal impulsor), Guatemala, Honduras y Nicaragua (antes del regreso del Frente Sandinista al poder) firmaron el TLC, mientras en Costa Rica, la fuerte oposición popular ocurrida en 2006, lo impidió.
No obstante, en múltiples ocasiones el presidente Oscar Arias ha presionado para acatarlo pues se considera como el mayor defensor del libre comercio y las privatizaciones en la región.
En una reciente visita a México Arias enfatizó que “muchos gobiernos de América Latina han virado su timón hacia el rechazo al libre comercio y a la inversión extranjera directa, hacia la retórica antiimperialista y las utopías de autoabastecimiento”.
El neoliberalismo, aplicado durante las tres últimas décadas en la región, ha dejado un panorama devastador para sus habitantes, incrementado con la implementación de los TLC. La Coordinadora de ONG y Cooperativas (COONGCOP) señaló que a tres años de la ratificación del Tratado, los resultados son negativos para la economía de Guatemala y especialmente para el sector rural.
Una publicación de la organización titulado “Impactos de la Imposición del TLC-CAUSA y el modelo económico neoliberal”, expresa que la balanza comercial con Estados Unidos sumó un saldo negativo de 406 millones de dólares en 2006, año en que entró en vigencia, y el crecimiento de las importaciones fue más sostenido que el de las exportaciones.
“El país, agregó, también perdió soberanía alimentaria como resultado de la liberalización arancelaria de los granos básicos, pues 90 % del consumo de arroz nacional, 70 % del maíz y granos y 100 % del trigo proviene de importaciones”.En El Salvador la situación es aún peor en el campo y las ciudades, donde además 78 % de la población carece de seguro médico estatal o privado y 90% de los más pobres no cuenta con ese beneficio.
La pobreza afecta a cerca de 80 % de la población y algunos sobreviven de las insuficientes remesas que les envían sus familiares en el exterior en tanto el desempleo alcanza 66 % de los habitantes.
Similares eran las estadísticas en Nicaragua y Honduras antes de que sus gobernantes, Daniel Ortega y Manuel Zelaya se integraran a la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA).
Durante la III Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, efectuada en Caracas en diciembre de 2001, el presidente venezolano Hugo Chávez presentó el proyecto para crear el ALBA, el cual vio la luz en diciembre de 2004 en La Habana cuando Chávez y el presidente cubano Fidel Castro suscribieron los protocolos de su fundación, cuya premisa fundamental sería la integración de la región en busca de un desarrollo independiente mediante el respeto, la colaboración y la solidaridad.
Al proyecto se integraron más tarde los gobiernos de Bolivia y Nicaragua tras la llegada al poder de sus presidentes Evo Morales y Daniel Ortega, respectivamente. En enero de 2008, la pequeña isla caribeña de Dominica se suscribió como quinto miembro permanente, y en agosto de ese año lo hizo Honduras, país que durante largo tiempo había girado en la órbita de Estados Unidos.
Desde años antes, los gobiernos de Cuba y Venezuela habían colaborado con varios países de la región, con el envío de médicos y especialistas para atender a sus poblaciones, operaciones oftalmológicas gratuitas gracias a la Misión Milagro, o los programas venezolanos de entrega de petróleo a bajos precios y créditos blandos, entre otros.
Zelaya informó que Honduras recibió recientemente 50 millones de dólares del ALBA, sin condicionamiento alguno. “Ningún gobierno, ningún país, ningún organismo internacional nos hace este tipo de apoyo tan significativo, sin misiones de programación, de planificación de desembolsos, de evaluación, sin pedirnos absolutamente nada a cambio”, enfatizó.
Desde su adhesión al ALBA, Honduras recibió un préstamo de 30 millones de dólares para capitalizar el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola y 2,6 millones de bombillos ahorradores por valor de cuatro millones de dólares.
Además, dos millones de dólares para el Comité Permanente de Contingencias, y un donativo venezolano de 100 tractores e insumos agrícolas que representaron una erogación superior a los cinco millones de esa divisa.
El periódico local El Heraldo reseñó que mediante PETROCARIBE, Honduras obtiene suministro de combustible a créditos, con una tasa de interés que oscila entre 1 y 2 %, un período de gracia de dos años y 25 años plazo para el pago.
Nicaragua ha alcanzado numerosos beneficios que le han permitido paliar la difícil situación dejada por 16 años de gobiernos neoliberales que arruinaron al país, y pronto se declarará libre de analfabetismo con la ayuda del programa cubano Yo Sí Puedo.
Aunque no ha hecho firme su entrada al ALBA, Guatemala también se ha insertado en programas económicos, de salud y de educación proporcionados por la Alternativa Bolivariana.
El triunfo del candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FLMN), Mauricio Funes posibilitará mayores augurios para el fortalecimiento de la integración centroamericana dentro del ámbito latinoamericano.
En las nuevas circunstancias, los pueblos y gobiernos de Centroamérica se encaminan, como otros de América Latina, hacia una alianza que les permita disminuir el hambre y la miseria.
El ALBA se abre camino por el hemisferio occidental, mientras la estrategia de dominio colonial de Estados Unidos con los TLC, va en decadencia.
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