Las derechas ideológicas han encontrado así los conceptos funcionales para menospreciar, minimizar, desvalorizar y hasta ridiculizar a los gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)
En América Latina se aplicó el concepto “populismo” para describir a líderes políticos como Juan Domingo Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México, Víctor Raúl Haya de la Torre en Perú o José María Velasco Ibarra en Ecuador. El “caudillo” fue más un fenómeno del siglo XIX. El primer estudio sobre el tema en nuestro país fue “Ecuador: Constitutions and caudillos” de G. Blanksten (1951).
Ambos conceptos han sido largamente utilizados, con distintas acepciones e inexactitudes. Hoy, se han generalizado para sostener que los presidentes Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia) y Hugo Chávez (Venezuela), considerados como los gobernantes más radicales y de izquierda en Sudamérica, son “caudillos” y “populistas”.
De la mano de semejantes conceptos, las derechas ideológicas sostienen que los tres predominan por su “carisma”, subordinan a las otras funciones del Estado, ajustan Constituciones a su medida, hacen progresos económicos y sociales, pero atropellando libertades y derechos, imponen su “autoritarismo”, ejercen presidencialismos “fuertes”, concentran la política en sus liderazgos personales, etc.
Las derechas ideológicas han encontrado así los conceptos funcionales para menospreciar, minimizar, desvalorizar y hasta ridiculizar a los gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana. Incluso admiten los cambios que ellos han realizado, pero siempre aparecen violando instituciones y derechos. Es la misma perspectiva analítica que se empleó desde hace décadas para atacar a la Revolución Cubana.
Bajo los “análisis” de las derechas ideológicas y su pretendido cientificismo, se oculta no solo su pobreza intelectual sino también su posición política contra las revoluciones de la nueva izquierda latinoamericana. De este modo, Correa, Morales y Chávez ya no responden a procesos históricos específicos ni a la confrontación de fuerzas sociales, que forman la trama que todo investigador tiene que estudiar y analizar, si quiere obrar con seriedad y rigurosidad académica. Simplemente lucen como individuos “mesiánicos”, dotados de una serie de características personales que supuestamente mueven la historia.
También en Ecuador, los viejos conceptos de las ciencias sociales, vaciados de contenido, pasan a ser simples calificativos de oposición y combate. De este modo, la historia inmediata vuelve a ser tratada en forma absolutamente tradicional, al sujetarse al papel de las individualidades “fuertes”.
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