El
sistema patriarcal, autoritario, vertical e imperial, y los intelectuales
domesticados por el poder de lógica del
capital, repiten en forma
mecánica y paralizante de la libertad: ¡No hay que ideologizar los problemas!
¡No hay que politizar la discusión. Hay que separar la ciencia de la ideología
y de la ética! ¡Hay que mirar hacia delante y olvidarnos de la historia!
Juan Almendares* / Especial para Con Nuestra
América
Desde
Tegucigalpa, Honduras
Se agradece la
invitación de la Fundación Ebert a este coloquio “Mas allá de los números” que
concierne a la situación de la alta tasa de homicidios en Honduras por cada 100
mil habitantes. Antes que todo se reconoce el valioso trabajo que ha
realizado la Lic. Migdonia Ayestas y
Equipo del Programa IUDPAZ de la
Universidad Nacional Autónoma de Honduras que han aportado datos para generar
conocimientos y reflexiones al estudio
seguimiento de la violencia en Honduras.
Nuestras
reflexiones tratan de plantear la relevancia del análisis cualitativo sobre los
aspectos cuantitativos, o sea las consideraciones filosóficas, científicas
desde la perspectiva social, ideológica, política y ética. En otras palabras
las cifras pueden variar ya sea en
elevación o descenso, sin embargo, si la estructura de la violencia con
sus actores continua operando, la
esencia del problema queda oculta e
impune.
El Estado hondureño durante el proceso
histórico neocolonial en forma
peyorativa lo han llamado: Enclave Minero, “República Bananera”, “Estado de Contrainsurgencia”, “Estado de la
Seguridad Nacional”, “ Portaviones Político, Ideológico y Militar del
Pentágono”, “Patria Alquilada” “Narco-Estado”, “Estado Terrorista”, “Estado
Privatizado”, “Estado Alterno (Golpes
militares)” “Estado Fallido”, “Estado
Militar Policial” Y ahora por algunos
“Estado Débil”.
Este último nombre sugiere en forma irónica que
somos como un enfermo desnutrido que nos vamos a recuperar si nos dan alimentos y vitaminas.
Son nombres
que enmascaran los crímenes de
lesa humanidad: masacres, asesinatos
torturas, guerras; corrupción; negación de la vida, dignidad, cultura y la
criminalización de la pobreza por el
poder de la clase dominante y dirigente articuladas a la hegemonía
transnacional del sistema capitalista.
Si se parte del sentido común conquistado por el
discurso ideológico de la vieja Doctrina de Seguridad Nacional, la nueva
Doctrina de Seguridad Preventiva del Pentágono o la Guerra Mediática contra: maras,
“ delincuentes”, “narcotraficantes” y subversivos basadas en la
“Tolerancia Cero” la “Criminalización de la Pobreza; o en la invención del
enemigo que según estas doctrinas se encuentra en las fuerzas opositoras o
resistentes se concluye con celeridad que se justifica el desarrollo del “Estado Punitivo” o el Estado de Excepción.
En esencia es la creación y aplicación de leyes y
medidas cada vez mas represivas cuyo resultado son la militarización de la sociedad, las
violaciones a los derechos humanos, la pérdida de la soberanía para constituir
lo que Zygmut Bauman llama
“La sociedad sitiada” Mientras se promueve y se encubre la violencia contra nosotros; se silencian los
gritos de los excluidos y se ocultan o se disfrazan de democracia los crímenes de lesa humanidad.
¿Son las familias campesinas hondureñas las más
violentas del planeta? O por el contrario, ¿es el sistema neocolonial
articulado al poder local que ejerce la violencia más cruel y degradante contra la población oprimida
en Honduras?
Para responder a estas interrogantes se partirá del
análisis de las políticas en el marco
del contexto nacional e internacional. Sin olvidar que la situación actual es
producto histórico del conflicto de clases, la recolonización y la
desigualdad social que ha generado la
“hegemonía acorazada de la coerción” de
los diferentes gobiernos que
representan al “Estado Subalterno” a los
intereses del Estados Supranacional.
Sin embargo, las tasas de homicidio son cifras de
dolor y sufrimiento que han servido para
justificar la imposición de políticas y
estrategias militaristas del Pentágono; así como los gastos bélicos, en uno de los países más pobres de América Latina.
Sin perder de vista la interrelación entre la
estructura, el contexto y la coyuntura
en el marco de la totalidad histórica
debemos preguntarnos: ¿Cuál es el origen de la violencia? ¿Quiénes producen la violencia? ¿Es una violencia
personal, sexista, de género,
estructural, cultural o simbólica? ¿Existe una situación de guerra
contra nosotros? ¿Cuál es la relación del Estado y el proceso estructural de
violencia? ¿Quiénes son las víctimas? y finalmente si existe un ¿Estado de
Excepción en Honduras?
Este enfoque desde luego contrasta con el enfoque
reduccionista, estigmatizante y
excluyente que considera que la única
solución del conflicto es la utilización
instrumental de las fuerzas represivas.
Seguridad Embozada
La conceptualización de la Seguridad es fundamental
puesto que los conceptos son herramientas estratégicas que orientan hacia la
acción y por lo tanto conceptualizar
como dice Celia Moros “es
politizar.
A nuestro juicio se desarrolla una politica de hacer
invisible , lo visible. La Seguridad embozada es la seguridad enmascarada, encubierta, la idea falsa de democracia que
engendra la libertad del mercado; tiene su máxima expresión en la guerra. Crea
la invención falaz del enemigo interno y la idea perversa de la
“guerra entre nosotros”; cuando en
realidad es la reproducción y mantenimiento de la acumulación y expansión del capital transnacional; verdaderas raíces
de la violencia, que se manifiestan por
el racismo, la agresión al
género, la desigualdad social, la extrema pobreza y degradación
ambiental.
Los
instrumentos para realizar la seguridad embozada son cuatro componentes:
ideológicos(educación alienante, guerra mediática, fundamentalismo religioso y académico
sin ciencia ni conciencia; las fuerzas represivas: militares,
policiales, y civiles de
contrainsurgencia; jurídicos que
funcionan mediante la justificación del
poder: Estado Punitivo: Estado Policial Militar, Estado Excepción, Golpe de
Estado, Estado Subalterno, Narco Estado, Estado-Ciudad Chárter; económicos
(ocupación de la tierra y territorios con desalojos violentos de los pueblos
originarios, indígenas , garífunas y misquitos, las industrias extractivistas
mineras, represas, agrocombustibles, transgénicos y mega proyectos turísticos y
las “Ciudades Chárter” popularmente conocidas como Ciudades Modelo, Áreas
Especiales de Desarrollo y Ciudades Seguras que constituyen la manifestación
extrema de la seguridad embozada o sea del control absoluto de los territorios
de América Latina; particularmente Honduras, bajo el pretexto de una
guerra contra las drogas.
La contrapartida de la Seguridad Embozada es la
Seguridad Democrática, Hemisférica y Multidimensional. En el movimiento dialéctico la una se transforma
en las otras con el rostro enmascarado de la democracia y las ideas
teocráticas. Seguridad Embozada es: la
guerra contra nosotros por los medios políticos.
Políticas de
Seguridad
Las políticas de seguridad por lo tanto tienen
historia(Destino Manifiesto, Doctrina de Monroe, Doctrina del Espacio Vital,
Doctrina de la Seguridad Nacional, Documento de Santa Fe, Tolerancia Cero, Plan
Colombia, Plan Puebla Panamá,(Plan Mesoamérica), Plan Mérida, Reactivación de
la Cuarta Flota del Comando Sur en el Caribe, Plan Mérida(participación de la
DEA en operaciones conjuntas con ejército y policía hondureño donde han muerto
asesinadas mujeres embarazadas misquitas) Operaciones Rápido y Furioso y
ATF(armas para las pandillas juveniles)
Plan de Repatriación de los Inmigrantes, La Guerra contra la
Delincuencia, la Guerra contra las Maras, la privatización de la salud,
vivienda, educación y la Seguridad Privada Represiva y el nuevo negocio del Sicariato.
La filosofía es aniquilar el “derecho a ser” a la
pérdida de la esperanza y al derecho a soñar tanto de los individuos como de
las comunidades. La Seguridad Embozada está constituida por intelectuales
orgánicos, tecnología, métodos científicos, operadores militares, policiales,
civiles estrategias mediáticas y toda
la industria de la seguridad: cámaras, sistemas electrónicos y humanos de escuchar
vigilar y controlar; verdadero panóptico moderno que nos observa sin darnos cuenta quien nos
vigila y cumple la misión de la “inteligencia” y el “orejismo”.
Así a través
de la historia han existido diversos enfoques sobre la seguridad, sin embargo
ninguno de ellos excluye a los cuerpos militares ni policiales: Doctrina de la
Seguridad Nacional, Doctrina de la Seguridad Hemisférica, Seguridad
Multidimensional, Seguridad Humana, Seguridad Democrática y Seguridad Ciudadana.
Los datos enmascaran la realidad
Una forma ilustrativa de presentar la violencia ha
sido la tasa de homicidios por cien mil habitantes. Es un indicador que señala
la forma de matar en forma deliberada e
ilegal a una persona por otra.
Es por lo tanto un indicador de los muertos y no como sufren de violencia los vivos que al final tiene la consecuencia
de la muerte espiritual, mental y
física.
No obstante de ser aparentemente objetiva la tasa de
homicidios se convierte en un saco donde
hay que tirar a los datos que proporcionan los cuerpos represivos o los propios
medios al servicio de la guerra mediática
sobre los muertos por causas personales e individuales. El sistema ignora las causas estructurales de la violencia
producida por la hegemonía capitalista.
Se enmascara por lo tanto la impunidad y la
responsabilidad en que incurren los cuerpos represivos del estado, la seguridad
privada y los grupos económicos poderosos.
Se fortalece por lo tanto la ideología dominante de
que somos los pueblos incivilizados bajo la cultura de la violencia y por lo tanto hay que
civilizar a los bárbaros mediante las bases militares, las operaciones de la
DEA y la guerra espiritual del fundamentalismo religioso, académico y
mediático.
La política de privatización neoliberal se ha
extendido a la seguridad y la ha convertido en la industria más lucrativa tanto
multinacional como local que va desde el entrenamiento privado en el uso de las
armas sobre todo en jóvenes de las familias pudientes.
La compra de toda clase de equipos electrónicos para
vigilar y controlar al vecino y al sujeto de la calle. Es un mundo donde todos
estamos vigilados excepto el poder que controla la situación.
No existe la intimidad en las comunicaciones porque
hasta las leyes permiten las escuchas telefónicas y las interferencias
cibernéticas.
En el caso de Honduras se vive en un Estado Policial
Militar Subalterno, la Seguridad Privada tiene 80 mil hombres y mujeres
armadas; cifra que excede a la suma de efectivos militares y policías.
El sicariato es un sistema que negocia con la muerte y se convierte es
mecanismo de seguridad para quien paga el crimen.
En nombre de la seguridad se han violado los
derechos humanos, desalojado de sus tierras y territorios a los pueblos
originarios, campesinos, pobladoras y
afro hondureñas. Se han cometido los
peores crímenes a la democracia como los golpes de Estado y la instalaciones de
bases y operaciones militares.
¿Que hacer?
Frente a esta situación de políticas seguridad se
nos plantea el desafío como desarrollar una conciencia crítica y reflexiva
sobre problema de la violencia y las políticas de seguridad.
Asimilar y reflexionar críticamente a través de la
vida, las lecciones de la historia es esencial para construir nuestro futuro
Los partidos, movimientos sociales, instituciones educativas o académicas se
desnaturalizan cuando se alejan de la realidad social y carecen de un
posicionamiento crítico, participativo frente a la destrucción progresiva de la
Madre Tierra, las violaciones a los derechos humanos; y cuando están ausentes
en la defensa de la soberanía, autodeterminación de los pueblos.
Sin construir
teoría, verdad e historia y sin desarrollar una práctica social y
política sobre las violaciones de los
derechos humanos, tortura y tratos crueles inhumanos y degradantes y trabajar
en forma articulada con movimiento
social y las instituciones libertarias
no será posible crear una
seguridad integral, verdaderamente humana y democrática donde lo fundamental es
el respeto a la vida, a la dignidad y a los derechos de la Madre Tierra.
No olvidar que la forma y la esencia de la pedagogía
de la transformación se fundamenta en el amor, la solidaridad y la liberación
de los y las oprimidas por la unidad y respeto a la dignidad histórica de los
pueblos de América Latina.
*El contenido de este artículo es responsabilidad
exclusiva del autor y no de la institución que desarrolló el evento.
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