¿Tiene algo que ver la
conquista del Istmo de Panamá por Balboa con la pobreza de los pueblos
indígenas en el siglo XXI? ¿O, como pretenden algunos, ellos son pobres por no
aceptar la "modernidad", con sus minas e hidroeléctricas, por
empecinarse en defender sus formas de vida, sus comarcas, en fin "por
querer ser indios"?
Olmedo Beluche / Para Con Nuestra América
Agradecemos el envío de este texto al Dr. Guillermo Castro H.
A cinco siglos del llamado
“descubrimiento del Mar del Sur” por Vasco Núñez de Balboa, resultan evidentes
varios de los impactos de aquel evento: el sufrido por las naciones indígenas
del Istmo de Panamá y el Darién, y más tarde por el imperio Inca; el recibido
por Europa a través de España, y el que tuvo el suceso para la conformación de
la economía-mundo hasta el presente. Mientras que para las sociedades
originarias de Abya Yala el impacto fue catastrófico para sus formas de vida,
para Europa y el mundo constituyó el inicio de un nuevo tipo de sociedad: el
capitalismo.
El historiador panameño Omar
Jaén Suárez[i], afirma que el
“descubrimiento del Mar del Sur” por Balboa, concatenado al previo descubrimiento
de América por Colón y la posterior circunnavegación del mundo por Magallanes -
El Cano - y la previa circunnavegación de África por los portugueses -
inauguran una nueva época para la humanidad: la del inicio de la “historia
universal”. La conquista del Pacífico por los europeos da paso a la integración
económica, social, política y cultural del mundo. A lo largo de los siglos
siguientes esa integración se ha hecho cada vez más estrecha hasta llegar al
mundo “globalizado” del presente.
Hasta ahí estamos en acuerdo
con Jaén. Sin embargo, al preguntar cómo fue y cuál es el carácter de este
proceso de integración o construcción de esta “historia universal” en la que
todos los pueblos del mundo hemos quedado relacionados unos con otros, los
cultores de la historia oficial optan por eludir la cuestión, pues asumirla
implica ver la realidad a la cara y llamarla por su nombre. Para ocultar el
drama terrible de estos acontecimientos se buscan eufemismos como “encuentro de
dos mundos”, “contacto”, "descubrimiento", para no admitir la
violencia de aquellos sucesos de los que nació el mundo polarizado, injusto y
violento de hoy.
Immanuel Wallerstein, el gran
cientista social norteamericano ha dicho al respecto:
A finales
del siglo XV y principios del XVI, nació lo que podríamos llamar una
economía-mundo europea. No era un imperio, pero no obstante era espaciosa como
un gran imperio y compartía con él algunas características. Pero era algo
diferente y nuevo. Era un tipo de sistema social que el mundo en realidad no
había conocido anteriormente, y que constituye el carácter distintivo del
moderno sistema mundial. Es una entidad económica pero no política, al
contrario de los imperios, las ciudades-Estado y las naciones-Estado. De hecho,
precisamente comprende dentro de sus límites (es difícil hablar de
fronteras) imperios, ciudades-Estado, y las emergentes “naciones-Estado”. Es un
sistema “mundial”, no porque incluya la totalidad del mundo, sino porque es
mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida. Y es una
“economía-mundo” debido a que el vínculo básico entre las partes del sistema es
económico”[ii].
Ese “sistema-mundo” que
emergió a partir de acontecimientos como el "descubrimiento" de
Balboa no es otro que el sistema capitalista internacional. El capitalismo, por
supuesto, se encontraba por entonces en sus fases iniciales, caracterizadas por
el mercantilismo y por lo que Carlos Marx (basado en Adam Smith) llamó la
“acumulación originaria”, “que no es el resultado, sino el punto de partida del
régimen capitalista de producción”[y] “viene a desempeñar en economía política
el mismo papel que desempeña en teología el pecado original”. [iii]
La acumulación originaria no
es otra cosa que un proceso violento mediante el cual la nueva clase
capitalista expropió a los productores precapitalistas de sus formas de vida y
riqueza, de lo cual nace a la larga la nueva clase social de desposeídos
modernos: los trabajadores asalariados. El citado capítulo de El Capital se
concentra en cómo se produjo ese proceso de despojo en Inglaterra. Sin embargo,
se trata de un proceso mundial, dentro del cual la conquista de América fue
parte medular de ese pecado original del que nació el sistema capitalista.
El
descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de
exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen,
el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión
del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que
señalan los albores de la era de producción capitalista... La violencia es la
comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva. Es, por
sí misma, una potencia económica.[iv]
En Panamá, en el marco de los
actos oficiales, historiadores oficiosos se incomodan cada vez que alguien trae
a cuento los crímenes de Balboa contra la población aborigen del Istmo. La
historia oficial sólo quiere la anécdota, las cualidades interesantes de la
personalidad de Balboa (un hombre que encarnó a la perfección aquel pecado
original), y el mito fundacional de la “nación panameña” que representó el
“avistamiento” del Mar del Sur, y nuestra “vocación transitista” al servicio
del comercio mundial, sintetizada en el Pro Mundi Beneficio que
proclama el escudo nacional adoptado por los fundadores de la República de
1903.
Tal incomodidad es semejante a
la de los creyentes cristianos al ser cuestionados sobre la creación, o los
economistas cuando se les cuestiona el supuesto de que el origen de la riqueza
de unos es el trabajo duro, y la pobreza de otros es la vagancia y la pereza.
Al crear un mito idílico sobre la Conquista (“encuentro”) de paso se oculta la
marca de nacimiento del sistema capitalista y se soslayan las injusticias,
saqueos y explotaciones del presente. Aquí, como dijera Marx, no cabe olvidar
que
Si el
dinero, según Augier, ‘nace con manchas naturales de sangre en un carrillo’, el
capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los
pies a la cabeza. [v]
Al decir de Immanuel
Wallerstein, en efecto, la economía-mundo capitalista
incluye
una desigualdad jerárquica de distribución basada en la concentración de
ciertos tipos de producción (producción relativamente monopolizada, y por lo
tanto, de alta rentabilidad), en ciertas zonas limitadas” que “pasan a ser
sedes de la mayor acumulación de capital... que permite un reforzamiento de las
estructuras estatales, que a su vez buscan garantizar la supervivencia de los
monopolios [vi].
Lejos de cualquier “encuentro”
filantrópico, la creación del nuevo sistema-mundo capitalista se basó en
relaciones desiguales entre países de centro que someten y saquean las
economías de países de la periferia del sistema y, a lo interno de ambos, en la
creación de sociedades polarizadas entre capitalistas y asalariados. Y a ellos
se agregó, para mantener a todos los oprimidos y explotados del mundo
divididos, la promoción de la discriminación y los prejuicios culturales,
nacionales, raciales y de género. Ese es el mundo que se inició en
la "era de los descubrimientos" del siglo XV y XVI y se mantiene a
inicios del siglo XXI. Así, nos dice Wallerstein,
Mi propia
lectura de los pasados 500 años me lleva a dudar que nuestro propio sistema
mundo moderno sea una instancia de progreso moral sustancial, y a creer que es
más probablemente una instancia de regresión moral”[vii].
Así las cosas, ¿tiene algo que
ver la conquista del Istmo de Panamá por Balboa con la pobreza de los pueblos
indígenas en el siglo XXI? ¿O, como pretenden algunos ellos son pobres por no
aceptar la "modernidad", con sus minas e hidroeléctricas, por
empecinarse en defender sus formas de vida, sus comarcas, en fin "por
querer ser indios"?
Los antropólogos Richard Cooke
y Luis A. Sánchez[viii] muestran la existencia de
cuatro grandes cacicazgos y múltiples comunidades tribales en el Istmo de
Panamá prehispánico, que se encontraban en las fases iniciales de la
diferenciación social, o sea, el surgimiento de clases sociales contrapuestas y
formas de explotación del trabajo. No se sabe con certeza si
existían relaciones tributarias entre ellas, pero la guerra, el saqueo y la
esclavitud esporádica eran habituales antes de la llegada de los españoles. Aun
así, ni la antropología moderna, ni los primeros cronistas, ni las tradiciones
orales dan cuenta de una vida cargada de miserias. Por el contrario, grandes
plantaciones de maíz, yuca, calabazas, y otros cultivos, llenaban las orillas
de los ríos y, si bien había pocos animales domésticos, la caza era abundante
(desde el ciervo de cola blanca a todo tipo de aves), para no mencionar la
pesca. Ni infierno, ni paraíso.
El infierno, con su carga de
pobreza, miserias y genocidio llegó de Europa con los galeones españoles. En
menos de 20 años, entre 1501, fecha de la llegada de Rodrigo de Bastidas a la
costa caribeña del Istmo de Panamá, y la fundación de la ciudad de Panamá en
1519, se produjo la destrucción de la sociedad indígena que habitaba el centro
y el oriente del Istmo, entre la península de Azuero y el Darién.
Fue una verdadera hecatombe
que liquidó demográficamente a la cultura “cueva”, como la han denominado los
antropólogos. A mediados del siglo XVI casi no quedaban vestigios de su
sociedad, ni de su modo de producción agrícola, ni de su lengua ni, por
supuesto, sus habitantes. La mayor parte de la barbarie cometida por los
conquistadores que el padre Bartolomé De Las Casas describiera en detalle, se
produjo en el Istmo de Panamá.
La población de los cacicazgos
existentes entre Azuero y Darién, antes de la llegada de los conquistadores
españoles aún es tema de debate. Las estimaciones más conservadoras señalan una
población de entre 150 y 250 mil habitantes. Buena parte de ellos perecieron en
las cacerías humanas montadas por los conquistadores, a las que llamaban
“cabalgadas”, las cuales empezaron bajo la dirección del propio Balboa, desde
Santa María La Antigua, para hacerse más feroces con Gaspar de Espinosa a fines
de 1515, siguiendo órdenes de Pedrarias Dávila. Castillero señala que en este
período se arrasó con los cacicazgos, desde Darién (Comogre y Pocorosa), hasta
Trota en Veraguas. Cita a los cronistas en el sentido de que, aparte de los
muertos en los asaltos, se trajeron cautivas hasta 40.000 personas para los
lavaderos de oro en Darién[ix].
El sistema capitalista
dependiente panameño ha asignado a nuestros indígenas un papel en el sistema
económico: mano de obra barata para actividades agropecuarias, o para la
economía de servicios. La etnia más pobre según las estadísticas nacionales, la
de los Ngäbe-Buglé, es la más integrada al mercado nacional como peones de las
fincas bananeras, recolectores de café y macheteros de la zafra del azúcar. Los
indígenas están en situación de pobreza, no por falta, sino por un exceso de
capitalismo, que les despoja de sus tierras, les explota económicamente y les
discrimina racial y culturalmente.
La "conquista" no
cesó con la decapitación de Balboa por su compatriota Pedrarias Dávila. Desde
entonces, se recrea cada día. La llamada “gesta” de Balboa sirvió de punto de
partida a la creación del sistema que polariza la riqueza en manos de una élite
blanca y la miseria en una mayoría indígena. De ahí que la clase dominante
panameña beneficiaria de este capitalismo transitista se sienta identificada
con el conquistador y le haga homenajes y monumentos. De ahí también -como
diría la antropóloga Ana E. Porras-, que las clases explotadas no se vean
identificadas con Balboa, y prefieran hacerlo con los también héroes
mitológicos indígenas que resistieron la ocupación española: Quibián y Urracá.
Identidades polarizadas para
una sociedad polarizada. La oligarquía financiera panameña vive el
"boom" inmobiliario de estos años creyendo que se encuentran en el
"paraíso". Pero los trabajadores que cada madrugada luchan por
conseguir transporte que les lleve a un empleo en que reciben un salario de
miseria, que no alcanza para las necesidades básicas - si no le roban en la calle
-viven el país de Balboa como un "infierno". Dos caras de la misma
moneda, una con la efigie de Balboa, otra con la de Urracá. Dilema que no se
resolverá mientras exista el sistema explotador impuesto por los europeos al
mundo: el capitalismo.
Panamá,29
de agosto de 2013.
NOTAS
[i] Jaén Suárez, Omar. Vasco Núñez de
Balboa y la integración de la historia universal. Versión electrónica.
Panamá, 2013.
[ii] Wallerstein, Immanuel. El Moderno
Sistema Mundial I. Citado por Wikipedia: es.wikipedia.org/wiki/Inmanuel_Wallerstein.
[iii] Marx, Carlos. El Capital.
Tomo I. Capítulo XXIV. Cuarta Reimpresión. Editorial Pueblo y
Educación. La Habana, 1983. Pág. 654.
[iv] Ibidem, Págs. 688 y 689.
[v] Ibid., pág. 697.
[vi] Wallerstein, I. El capitalismo
histórico. Siglo XXI Editores. México, 1998.
[vii] Wallerstein, I. El
futuro de la civilización capitalista. Editorial Icaria. Barcelona, 1997.
[viii] Cooke, Richard y Sánchez
Herrera, Luis Alberto. “Panamá Prehispánico”. En: Historia General
de Panamá. Volumen I, Tomo I. Comité Nacional del Centenario. Panamá, 2004.
[ix] Castillero, Alfredo. Conquista,
Evangelización y Resistencia. Instituto Nacional de Cultura. Colección
Ricardo Miró. Premio Ensayo 1994. Panamá, 1995. Págs. 37-53.
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