En su oposición a la intervención
militar en Siria, los estados latinoamericanos parten de posiciones
antiimperialistas que derivan de su experiencia centenaria en su relación con
los Estados Unidos. “A los Estados Unidos -decía el Che- no se les puede dar ni
un tantico así”, porque su voracidad es avasallante. La historia lo ha
demostrado.
Rafael
Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Frente a Siria, Obama actúa como lo hizo Bush en Irak. |
Desde el momento en que el presidente de
los Estados Unidos dijo que la “línea roja” que no podía cruzar el gobierno
sirio, en la guerra civil que tiene lugar en ese país, era el uso de armas
químicas, estaba cantado que, en algún momento, diría que esa línea se había
cruzado y que, por lo tanto, debían intervenir para poner coto a tales
desmanes. Lo único que estaba esperando era el
momento propicio para la intervención y parece que, ante el hecho que el
gobierno sirio está retomando la iniciativa en la guerra, ese momento ha
llegado.
Hay que ser sinceros: para los Estados
Unidos y sus aliados de la OTAN la decisión no ha sido sencilla porque el
espectro de fuerzas que intentan derrocar al presidente sirio no son ni
lejanamente de su agrado. Para ser más claros, entre ellos se encuentran
quienes han sido elevados al rango de archienemigos de los Estados Unidos no
solo en el oriente medio sino, en general, en el mundo entero, Al-qaeda.
La premura con la que corren para
iniciar los ataques “limitados”, “de no más de tres días”, parece no respetar
ni siquiera la permanencia de inspectores de la ONU, porque estos han tenido
que realizar su trabajo a la carrera, ateniéndose a los plazos que se han
puesto para iniciar el ataque.
El trabajo de los inspectores ha sido,
además, puesto en entredicho, porque ya la diplomacia norteamericana anunció
que, independientemente de lo que ellos digan, el ataque va, porque al gobierno
de ese país no le caben dudas que quien ha usado las armas químicas es el
gobierno sirio y no sus opositores.
La similitud con lo ocurrido en Irak es
incontestable. Los Estados Unidos buscan cualquier excusa para desencadenar el
armagedón y este ha sido, en las dos ocasiones, la posesión o uso de las armas
químicas. En el caso iraquí, quedó demostrado hasta la saciedad que todo había
sido un macabro cuento del que, por cierto, no se le ha pedido cuentas, como
corresponde, al entonces inquilino de la Casa Blanca.
Lo increíble es que, a estas alturas, y
con las experiencias anteriores, haya todavía ilusos que avalen la intervención
basándose en tales argumentos. No nos referimos a los jefes de estado y
gobierno de los países de la OTAN, cuyos intereses geoestratégicos vinculados a
la explotación petrolera no deja lugar a dudas de por qué se embarcan en este
tipo de aventuras, sino a gente del común, que despotrica contra la “barbarie”
del gobierno de Assad y clama, en nombre de la civilización, intervenir para poner
coto a los desmanes.
Afortunadamente existen voces
disidentes. Estas son de dos tipos: los que verían afectados sus propios
intereses geoestratégicos en la zona, Rusia y China; y quienes se oponen por
principios, los cuales se encuentran principalmente en América Latina, y son
los países del ALBA.
En efecto, Rusia y China se encuentran
en una cruenta batalla por ponerle coto a la expansión militar norteamericana no solo en el medio
oriente sino más allá, hasta las fronteras mismas con China y Rusia, a los
cuales se está intentando cercar para inmovilizarlos. La disputa es,
básicamente, por controlar los recursos naturales y energéticos que abundan en
la zona. La experiencia de Libia provocó que pusieran las barbas en remojo, y a
eso se debe que no dejen en su oposición a la intervención militar.
Los estados latinoamericanos parten de
posiciones antiimperialistas que derivan de su experiencia centenaria en su
relación con los Estados Unidos. “A los Estados Unidos -decía el Che- no se les puede dar ni un tantico
así”, porque su voracidad es avasallante. La historia lo ha demostrado.
Llegó el turno de Siria, y hay que
oponerse a la intervención.
1 comentario:
Y la gran sorpresa que me llevé anoche es que a Cameron el Parlamento le dijo "Nanay de participar en esa intervención; todavía no nos han cicatrizado las heridas de Irak." K.
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