Ni está todo dicho ni el Frente para la Victoria (FpV, kirchnerismo) ha
dejado de ser la fuerza política más fuerte y convocante del país. Pero seguro
tendrá que revisar algunas cuestiones, entre las que se encuentra la discursiva.
El no responder a la catarata de ataques que se lanza desde los medios
opositores no parece haber sido una buena estrategia.
Roberto Follari / El Telégrafo
(Ecuador)
El gobierno argentino lanzó por decisión propia, desde hace un par de
años, las elecciones primarias, destinadas a que se hagan las internas
obligatorias y simultáneas de todos los partidos políticos. Ello fue resistido
en su momento por las oposiciones, pero ahora ellas han advertido las ventajas
del sistema, que van desde sumar los votos de listas diversas dentro de un
mismo partido -es decir, “colectar” una franja mayor que la habitual de
votantes- a que exista un financiamiento básico igualitario para todos, lo que
ha aumentado la visibilidad de los grupos de izquierda.
Estas son las elecciones que acaban de hacerse en Argentina. No definen
ningún cargo legislativo o ejecutivo, sino solo quiénes irán -tras ganar tales
internas- a ser candidatos en la elección definitiva de legisladores que se
realizará en octubre.
Sin embargo, estas elecciones se transforman en “termómetro” de la que
habrá dentro de dos meses. Y hay que admitir que los resultados del comicio no
han sido auspiciosos para el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Si
bien su agrupación, el Frente para la Victoria, sigue siendo -y por amplia
ventaja- la mayor fuerza nacional, los votos obtenidos ahora son apenas la
mitad de los que hace dos años obtuvo la presidenta para reelegirse en el
Ejecutivo.
¿Qué ocurrió? Varias cosas: 1. Las elecciones para legislatura llevan a
elegir a quienes “controlen al Gobierno”, más que a quienes sepan gobernar.
Muchos imaginan la función del Parlamento como contrapeso del Gobierno; 2. La
campaña mediática ha logrado exacerbar el rechazo de una parte importante de
los sectores medios hacia el Gobierno, que no cuenta con medios para competir
mientras no se ponga en vigencia plenamente la Ley de Medios (empantanada en
procesos judiciales interminables); 3. El peronismo, base histórica del
electorado del FpV, se ha desgranado un tanto, quedando parte del mismo fuera
del control y conducción del Frente para la Victoria.
Hay dos meses hasta octubre. Las
cosas pueden mejorar o empeorar para el Gobierno hasta entonces. Lo cierto es
que los grandes centros urbanos han dado parcialmente la espalda al Gobierno
Nacional y que esta vez la ventaja en las provincias más chicas ha sido menos
abultada, perdiendo incluso el FpV en unas pocas de ellas (Catamarca, San Juan,
La Rioja).
Ni está todo dicho ni el FpV ha dejado de ser la fuerza política más
fuerte y convocante del país. Pero seguro tendrá que revisar algunas
cuestiones, entre las que se encuentra la discursiva. El no responder a la
catarata de ataques que se lanza desde los medios opositores no parece haber
sido una buena estrategia. Los medios tienen peso en la constitución de
opinión, y no podría creerse que basta con hacer buenas políticas para que sean entendidas por la población sin
suficiente propalación mediática.
El kirchnerismo está lejos de haber agotado sus posibilidades, dependerá
de su habilidad ir mostrándolo hacia octubre. Por ahora no perderá gran cosa en
el Congreso, pues reemplaza a muy pocos legisladores, los que fueron fruto de
otra elección complicada, allá por el año 2009.
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