Claudia
Coari representa un nuevo paradigma de lideresa de talla nacional e
internacional. Es la figura de la profetiza que clama en el desierto de la
indiferencia, la soberbia, la avaricia y el egoísmo.
Jose Toledo
Alcalde[1]
/ Especial para Con Nuestra América
Desde Lima, Perú
Claudia Coari en su despacho en el Congreso de Perú |
La mujer no capitalina
o del interior del país siempre rompió el
imaginario de la mujer euro-burguesa desde una visión republicana. Desde
inicios de época de la colonia (S.XVI) y república (s. XIX) mujeres indígenas,
“rabonas” (amorosas), maestras o campesinas lideraron importantes jalones
históricos en la tierra de los Incas. Y en nuestros tiempos, en pleno siglo XXI
mujeres provenientes del altiplano peruano irrumpen el escenario político
nacional en calidad de legisladoras en el Congreso de la Republica del Perú. Un
ejemplo de ello, la congresista puneña Claudia Faustina Coari Mamani (en
adelante Claudia) forma parte de ese corajudo grupo de mujeres que contra todo
pronóstico abren un nuevo y esperanzador capítulo en el resquebrajado y agónico gobierno central. Sobre la congresista Claudia Coari y otras
parlamentarias nos ocuparemos en estas
líneas.
El siglo XXI trajo
consigo una serie de personajes de procedencia indígena al interior del
gobierno central del Perú, en particular a las arenas del poder legislativo. La
primera mujer “campesina”, de procedencia indígena - del altiplano peruano -
fue Paulina Arpasi Velásquez (periodo 2001-2006) por el partido Perú Posible,
representado al departamento de Puno. Como dato biográfico, fue una de los
cuatro secretarios generales colegiados de la Confederación Campesina del Perú
(CCP). Posteriormente, del periodo 2006 al 2011 fueron elegidas Hilaria Supa
proveniente de la Comunidad de Huayllacocha, distrito de Huarocondo, provincia
de Anta, Cusco (1957), María Cleofé Sumire López de Conde natural de Sicuani,
Cusco (1951) y Juana Aidé Huancahuari Páucar del departamento de Ayacucho,
1969. Todas ellas dirigentes de organizaciones campesinas.
Si bien es cierto la
predicción de Arpasi Velásquez sobre un incremento importante de congresistas provenientes del interior del
país no fue del todo exacto, la presencia de representantes del altiplano,
aunque mínima, siempre esta presente. Como sabemos la distribución de curules
en el Congreso de la Republica no es equitativa. Mientras que Lima supera los
treinta representantes, Puno cuenta con cinco posibilidades en el parlamento.
En las últimas elecciones, de los cinco representantes representando al
Departamento de Puno, solo una mujer salió elegida, Claudia.
La congresista puneña,
ex animadora de comunidades cristianas en Puno, vendedora ambulante, madre de
familia y activista de organizaciones campesinas está concluyendo su segundo
año legislativo. Las denuncias que cuenta en su haber y la evidente
discriminación por su procedencia indígena no me impidió solicitarle una
entrevista en la búsqueda de aquellos detalles que hicieron posible que llegue
donde se encuentra, el Parlamento peruano.
En la totalidad de la
entrevista, Claudia mostró un aplomo discursivo obtenido – gota a gota – en su
larga experiencia como lideresa organizacional en las comunidades campesinas y
en los últimos dos años desde la oficialidad en el poder legislativo. Su
memoria histórica y el fresco y enfático énfasis a importantes pasajes de su
vida nos fue develando el trazo pasional, coherente y reflexivo de una
personalidad la cual su dimensión política fue y sigue siendo labrada desde su
experiencia comprometida con las bases sociales que apoyaron su postulación.
¿Quién es este
personaje quien nos aproxima a la versión Evo Morales desde la perspectiva
indígena? ¿Quién es este personaje que superando, quizá, un doble signo de
exclusión como es el ser pobre e
indígena, tiene la posibilidad de bregar en un ámbito creado por
ilustrados académicos orientado a ilustradas sociedades?
Omito intencionalmente
el factor género como elemento de exclusión haciendo prevalecer la variable
económica como preponderante. En la actualidad el problema no es más de género,
sino a que clase socio económica representas. Aunque, podría aplicar la misma
lógica a los factores de procedencia. No importa si eres indígena o no, lo que
importa – para el establishment – es
desde donde se vive esa dimensión socio-cultural y al servicio de quien se
está.
Claudia, escapa al
perfil “perfecto” de parlamentaria ilustrada ubicándola – de esta manera - en
un plano inhumano de observaciones excluyentes y xenofóbicas que remarca las
limitaciones de un imaginario colectivo infectado por una tenaz ideología de
clase en donde el ser Indígena, pobre, no universitaria, de indumentaria
andina, etc., son considerados elementos estéticos denigrantes.
A pesar de estas
aparentes limitaciones ¿Cómo fue posible
su postulación al congreso?
Podríamos pensar que –
debido a su rol como dirigente político– fue propuesta por las organizaciones
de campesinos del Altiplano Andino o que algún partido propuso su candidatura.
Veamos cómo llega Claudia al Congreso.
Del mercado al congreso
Era una tarde, rodeada
de aquel frio puneño, Claudia levantaba sus verduras y frutas con la tristeza
de no haber vendido nada. Ella y su menor hija emprendieron el viaje de
retirada pensando cómo hacer sin dinero en el bolsillo. Claudia vendía lo que
ella misma sembraba y cosechaba. Sus viajes – como lideresa política – se lo
auto financiaba con la venta de sus productos. Como regresando al pasado, mirada
fija en las imágenes que irrumpían en el momento, Claudia no dudo un segundo en
narrarnos con lujo de detalles lo que aquella fría tarde sucedió.
“¿Dónde estás Claudia?”
Claudia: “Faltando tres semanas Ollanta me llama, no
sé de donde se abra conseguido mi teléfono y me llama. Yo estaba así
tristemente jalada de mi hijita estaba en Juliaca vendiendo en el mercado no
había podido vender nada…Eran las cinco de la tarde, yo no había vendido nada y
en ese momento me llama el presidente
Ollanta y me dice: “Soy Ollanta, donde estas Claudia? Claudia: “en ese momento
no sabía ni como contestarla ¿no?...Así mira yo estoy en Juliaca en estos
momentos. Ollanta: A ya! Claudia te necesito urgente conversar contigo porque
no me vas a decir porque… Claudia: Porque yo le pregunté para que será…Ollanta:
Y no me vas a decir para que, tú sabes que yo necesito tu participación en la
plancha congresal y no me dices que no…que si…que converso…que mi familia…que
tal…eso ya harás mañana. Yo en estos momentos necesito tu nombre completo y
unas otras cosas no voy a necesitar, por favor Claudia dame tu nombre completo
y también van a venir personas que te
van acercar y si o si te tendrás que encontrar…Claudia: en una hora y media me
llamaron y yo todavía con tanto temor también tuve que soltar mi nombre. Yo le
dije no voy a poder porque voy a necesitar plata. Ollanta: Claudia, yo te digo
que no voy a necesitar otra cosa y además te estoy dando el numero 2…Claudia:
en ese rato no entendía que era eso de numero 2…”
Claudia no salía, aun,
del asombro que este hecho le ocasionó. En un minuto su vida cambio
exponencialmente. De desarrollar una vida al lado de sus comunidades de base y
auto financiar sus actividades políticas con la fuerza de su trabajo agrario,
pasó a ser propuesta como activista política desde la cúpula del poder
legislativo. Claudia no perteneció a partido político alguno. La llamada de
Ollanta fue desde el Partido Nacionalista y así como ella fue propuesto con el
número dos, el congresista Emiliano Apasa fue propuesto con el número uno.
Posterior a esta
inesperada invitación, Claudia guardó sepulcral silencio hasta que su propuesta
fue oficialmente formalizada. Una vez que las bases se enteraron de su
presencia en la lista del Partido Nacionalista, le brindaron todo el apoyo que
necesitaba para que pudiera representar las bases campesinas a la cual siempre
se debió. La amistad de Emiliano Apasa con el primer mandatario es vox populi, pero ¿Qué vinculo unía a
Claudia con el mandatario para recibir tal invitación?
“Claudia, dime que debo decir…!”
En la antesala de las
elecciones presidenciales del 2011 las comunidades del altiplano peruano se
habían definido contrarias a la representación política del grupo Fujimori, del
partido aprista y de la derecha en su conjunto. La única alternativa era la
candidatura de Ollanta Humala y la coalición con diferentes frentes de
izquierda. En este contexto el entonces candidato Ollanta organiza su
presentación en Puno frente a las diversas organizaciones campesinas.
Una vez en la mesa, ubicados
frente a un aproximado de 1500 personas, Ollanta se aproxima a Claudia y le
dice al oído: “Claudia, que les digo…no sé qué decirles”.
En ese momento Claudia,
le dio la agenda. En aquel momento aquella campesina, vendedora ambulante, y
vilipendiada dirigente política autogestionaria le dijo lo que tenía que decir
al futuro presidente de la República del Perú. Ollanta se acercó a la realidad
del campesinado puneño desde los ojos de Claudia. La consigna de Ollanta era
capturar la mayor cantidad de votos para llegar a la casa del descaballado
Pizarro y si era necesario, para cumplir tal finalidad, un puesto en el
congreso a la dirigente campesina era la mejor manera de asegurarse los puntos
de la región.
Minutos después que
Claudia le dictó los temas a tratar en el discurso de campaña, empezó el
evento. Pero ¿Cuáles fueron esos puntos? Minería, Medioambiente, Soberanía
Alimentaria, etc. Puntos que – ya en el ejercicio legislativo – la congresista
Claudia presentará como proyectos de Ley de los cuales citamos como ejemplo: 1.
Ley que establece la consulta previa en las comunidades campesinas y nativas
reconocido por el Convenio N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo.
2. Ley que declara a la Provincia de Melgar como Capital Ganadera del Perú. 3. Ley
que declara de necesidad pública y de preferente interés nacional medidas para
la protección del Lago Titicaca. 4. Ley que declara de preferente interés el
apoyo a la pequeña producción agropecuaria para garantizar la Soberanía
Alimentaria. De esto no se habla, este es la parte no comercial de la
congresista puneña. Pero, sigamos con la historia de su convocaría.
“Me robaron DNI y dinero…”
Debido a las
limitaciones económicas, Claudia debió autofinanciar su inscripción en el JNE y
demás gastos. Para ello solicitó un préstamo de S/1400.00 (Un mil cuatrocientos
soles) a una banca en particular que apoya proyectos realizados por
mujeres. En un momento de descuido y ad portas de la inscripción electoral
Claudia sufrió el robo de su cartera en donde tenía la totalidad del dinero y
su documentación. A estas alturas, Claudia había perdido casi todas las
esperanzas de participar en la lista congresal.
En medio de aquel
contexto desolador, Emiliano Apasa emplaza a Claudia a no perder el ánimo:
“Claudia no llores, tú debes participar. No te preocupes, yo tengo dinero. Yo
te presto lo que necesitas. Pero, eso sí, en tres semanas me lo devuelves. No
podemos decepcionar a Ollanta. Es importante que estemos allí”.
Después de estas
anecdóticas experiencias, nunca más se volvió hablar del tema. Nunca existió
conversación entre Ollanta y Claudia sobre los detalles del porqué de su
postulación o intercambio alguno referente al tema.
Claudia, con base de fe
Me llamó seriamente la
atención su experiencia de fe. Apoyada por la otrora Arquidiócesis de Puno,
Claudia recibió una sólida formación cristiana desde valores registrados en los
evangelios y desde una visión ética en donde los pilares medulares fueron la
justicia, equidad, reciprocidad y organización. Se inició muy joven en la
organización comunitaria y ya a los 16 formaba parte del equipo de animadoras
pastorales.
Su compromiso social –
se podría decir – que nace de su experiencia en comunidades de fe con base
social. La promoción de la defensa de los Derechos Humanos, la creación de
redes comunitarias, la orientación a jóvenes y adultos hicieron de Claudia una
lideresa que en poco tiempo fue catapultada a liderar organizaciones de base de
índole político. Su experiencia organizacional fue puliendo su perfil de liderazgo
impregnada de mística en donde la espiritualidad y praxis política se
fusionaron en un mismo acto: Su compromiso con las comunidades de base. Desde
allí orientó al ex candidato presidencial. Fue desde esta plataforma política y
vivencial donde Claudia habló al hoy presidente Ollanta. Antes del discurso, su
compromiso social y político fue desarrollado desde las canteras de la pobreza,
la fe y la esperanza vivida en comunidad.
De la ilustración nefasta a la integridad del compromiso
Estos últimos días, ad portas de cumplirse el segundo año
del mandato de Ollanta Humala, el Perú entero ha asistido a uno de los más
bochornosos e indignantes escándalos después del auto golpe de estado
aquel 5 de abril de 1992 en manos del
reo por crímenes de lesa humanidad Alberto Fujimori Fujimori.
Repartijas de cuotas de
poder basadas en oscuras lealtades. Coaliciones personales y partidarias en
favor de proyectos de leyes elaboradas a la sombra de consultores ajenos a los
intereses de las mayorías empobrecidas históricamente. Decenas de pecados
capitales cometidos bajo la venia indulgente de una Iglesia oficial y
oficializada que ensombrece desde la obsesión por el poder la fe vivida desde
las comunidades de base. Todo esto y mucho más en manos de personajes formados
en exclusivos centros académicos. Es aquí donde me pregunto: ¿Hasta cuándo
validar los poderes del Estado desde una ilustración académica prolija en el
desorden ético, la descarada inmoralidad y la negación de los valores
ancestrales y de fe como la reciprocidad, el trabajo equitativo y el respeto al
ser humano en relación a su medio habitad?
La formación del Frente
Amplio, la vigencia del Acuerdo Nacional y la movilización de fuerzas sociales
de toda índole nos hace pensar que ha llegado el momento que digamos no a la
continuidad de un modelo salvajemente decadente. Decadencia basada en la
monetización de la economía con asidero en la exportación y comercialización de
insumos y no en el desarrollo de las fuerzas productivas y en la continuidad de
políticas económicas que nacieron como resultado de la ruptura del orden
constitucional bajo el aval de poderes de factos. Todos estos conocidos por la
opinión pública.
¿A quién escuchar?
Ollanta dejó de
escuchar a Claudia. Nunca más escuchó Ollanta a Claudia. Sus asesores, una vez
sentado en la casa de Pizarro, no sabían de comunidades del altiplano desde una
experiencia real, como la vivida por Claudia y los hermanos y hermanas de las
comunidades de base. El mandatario
peruano dijo lo que el pueblo necesitaba escuchar e hizo lo que el pueblo no
esperaba recibir, el problema fue esperar. Colocar al Banco Mundial al interior
del corazón de la Política de Estado no es escuchar a Claudia o las comunidades
de base. Crear un ministerio como el de Desarrollo e Inclusión social
monitoreado directamente por el Banco Mundial no es promover el desarrollo con
equidad de los pueblos históricamente excluidos. Endeudar al país con préstamos
por medio de programas asistencialistas es signo de prestar oídos a grupos de
poder y no al pueblo que lo eligió y en
plena campaña no supo que decir.
Existen voces
pesimistas que esperan que en veinte años surjan líderes probos y con capacidad
de monitorear los destinos de un país decentemente ético y soberano. Ese cuento
no me lo creo. De aquí en veinte años se abra vendido el Perú veinte veces al
mejor postor. De aquí en vente años habremos sido cómplices veinte veces de
conspiraciones regionales. Maquinaciones que continuaran pretendiendo
desestabilizar el único continente que desde una cohesionada identidad navega y
no naufraga el enmarañado panorama mundial en el cual vivimos. Plagado de
inequidad de género, discurso inclusivo y relaciones sociales y de producción
no equitativas (equidad y no inclusión es la exigencia).
Hace un par de días presencié
la juramentación de las tres flamantes ministras. Ninguna de ellas vistió
polleras o llevó sombrero típico de alguna población del interior del país. Si
es por experiencia en corporaciones internacionales como el BID (Banco
Interamericano de Desarrollo) o maestrías y doctorados en Universidades
extranjeras, Hilaria, María, Juana o Claudia JAMÀS tendrán opción a competir en
justas condiciones. Se necesitan oídos afinados en la escucha del clamor del
pueblo y no en órdenes y demandas de corporaciones financieras. Que quede
claro, soy de la idea que el hábito no hace al monje. Pero, el valor de lo
estético es y seguirá siendo elemento concientizador en clave de poder
político-social.
Lamentablemente de
Claudia y los más de 56 proyectos de ley - por ella apoyados - no se hablan.
Tristemente, no existe espacio para Claudia en Somos del diario El Comercio o en la Revista Hola, People o Time. A no ser que no sea
para defenderse, nunca la hemos visto sentada en los principales programas
políticos para tocar temas concernientes a la región que representa o tópicos
de interés nacional.
Claudia y el Frente Amplio de izquierdas
Totalmente de acuerdo
con los analistas que señalan que el frente corre el riesgo de emprender el
camino alejado de las comunidades de base y movimientos sociales no
partidarizados. Personajes del escenario político como Claudia Coari deben
formar parte de la mesa de discusión sobre el futuro político del frente. Unir
y no dividir reza la máxima. Se juzga la necesidad de incluir generaciones que
aporten la frescura de la modernidad y los actuales signos de los tiempos, esto
es necesario. No podemos seguir asistiendo a reuniones partidarias donde el más
joven de los asistentes bordee los sesenta otoños. No necesitamos esperar
veinte años para ver en acción personas como Claudia Coari que tienen mucho que
decir y mucho más que hacer.
Existirán quienes digan
que no tiene preparación universitaria, que no sabe habla el castellano, que no
entiende de leyes o estadística. Existirán quienes digan que es una
“polleruda”, “serrana”, “chola”, “analfabeta” y demás. Esos y esas siempre han
existido y seguirán existiendo, existencia necesaria para hacernos recordar que
caminos no transitar. Iguales joyas le prodigaron al mandatario Evo Morales y
miren –más allá de la complejidad de la gobernabilidad – el real significado de
su presencia en un pueblo sistemática e históricamente expoliado. Considero,
que existen personajes –en el Frente Amplio y fuera de él – con toda la
capacidad académica y política para asesorar personalidades como Claudia Coari
con la base ética, moral, política y patriótica necesaria para desempeñar roles
de relevancia a nivel nacional como el que desarrolla actualmente.
No por herida
coyuntural, sino por urgencia estructural, necesitamos cambiar de paradigmas
políticos. El Perú y no solo, necesita dar oportunidad a la sabiduría del
pueblo que tenga como asidero la integridad ética y el conocimiento que se
encuentren acordes con las justas necesidades
de las mayorías. La obscena tecnocracia y el endiosamiento a “Santa inversión” o “San préstamo” no
contribuyen con el proceso de desarrollo integral que nuestros pueblos
urgentemente necesitan.
No se construye pueblo
dándoles desayunos escolares cual acto de caridad. El pueblo no necesita migas.
Esa es lógica de las corporaciones financieras y sus títeres que viven de los
intereses que esos programas de asistencia generan. Existe la premura de
quebrar el imaginario burgués del político ilustrado y corporación financiera
redentora. Ambos elementos presentados cual mesías portadores de salvación por
medio del sacrificio. Desde una línea económicamente teológica la trilogía está
formada: Mesías (redentores políticos-financieros), chivo expiatorio (Recursos
humanos, económicos y naturales) y el Pueblo empobrecido como sujeto a redimir
(pecador).
En suma, Claudia Coari
representa un nuevo paradigma de lideresa de talla nacional e internacional. Es
la figura de la profetiza que clama en el desierto de la indiferencia, la
soberbia, la avaricia y el egoísmo. Ella forma parte de una generación hastiada
de retoricas adornadas y refritos asistenciales que lo único que hacen es
engrosar las cuentas bancarias de aquellos y aquellas que hacen del poder y las
funciones públicas instrumentos de enriquecimiento personal y como ejemplos no sobran y bastan.
Para qué esperar veinte años y dejar la mesa servida a saqueadores y
secuestradores de la esperanza del pueblo. El reto no es solo unir “los
partidos” de izquierda, sino integrar los movimientos y organizaciones sociales
con sensibilidad y compromiso socialista
en un eje paradigmático modelo de gobernabilidad profesional y éticamente
articulada desde la sociedades pluricultural y conscientemente organizada.
Espero que la historia
testimonial de Claudia Coari pueda descubrirnos un aire del sujeto
humano-político que nuestras necesidades coyunturales y estructurales nos
exigen redescubrir.
[1] Este texto forma parte
del libro testimonial -que estamos terminando de editar- sobre la vida de la
congresista del altiplano peruano. Los datos personales fueron obtenidos en
entrevista realizada a la congresista Claudia Coari en su despacho en el
Congreso de la República del Perú.
2 comentarios:
Claudia es una mujer quechua,luchadora y trabajadora del CP de Escallani, yo soy aymara y era docente de matemática en la IES "Jose Olaya Balandra", por eso le conozco.
Que no te detenga nada por lograr tus sueños
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