sábado, 3 de agosto de 2013

Claudia Coari del Perú: Perfil de una lideresa a considerar

Claudia Coari representa un nuevo paradigma de lideresa de talla nacional e internacional. Es la figura de la profetiza que clama en el desierto de la indiferencia, la soberbia, la avaricia y el egoísmo.

Jose Toledo Alcalde[1] / Especial para Con Nuestra América
Desde Lima, Perú

Claudia Coari en su despacho en el Congreso de Perú
La mujer no capitalina o del interior del país siempre rompió el  imaginario de la mujer euro-burguesa desde una visión republicana. Desde inicios de época de la colonia (S.XVI) y república (s. XIX) mujeres indígenas, “rabonas” (amorosas), maestras o campesinas lideraron importantes jalones históricos en la tierra de los Incas. Y en nuestros tiempos, en pleno siglo XXI mujeres provenientes del altiplano peruano irrumpen el escenario político nacional en calidad de legisladoras en el Congreso de la Republica del Perú. Un ejemplo de ello, la congresista puneña Claudia Faustina Coari Mamani (en adelante Claudia) forma parte de ese corajudo grupo de mujeres que contra todo pronóstico abren un nuevo y esperanzador capítulo en  el resquebrajado y agónico gobierno central.  Sobre la congresista Claudia Coari y otras parlamentarias  nos ocuparemos en estas líneas.

El siglo XXI trajo consigo una serie de personajes de procedencia indígena al interior del gobierno central del Perú, en particular a las arenas del poder legislativo. La primera mujer “campesina”, de procedencia indígena - del altiplano peruano - fue Paulina Arpasi Velásquez (periodo 2001-2006) por el partido Perú Posible, representado al departamento de Puno. Como dato biográfico, fue una de los cuatro secretarios generales colegiados de la Confederación Campesina del Perú (CCP). Posteriormente, del periodo 2006 al 2011 fueron elegidas Hilaria Supa proveniente de la Comunidad de Huayllacocha, distrito de Huarocondo, provincia de Anta, Cusco (1957), María Cleofé Sumire López de Conde natural de Sicuani, Cusco (1951) y Juana Aidé Huancahuari Páucar del departamento de Ayacucho, 1969. Todas ellas dirigentes de organizaciones campesinas.

Si bien es cierto la predicción de Arpasi Velásquez sobre un incremento importante de  congresistas provenientes del interior del país no fue del todo exacto, la presencia de representantes del altiplano, aunque mínima, siempre esta presente. Como sabemos la distribución de curules en el Congreso de la Republica no es equitativa. Mientras que Lima supera los treinta representantes, Puno cuenta con cinco posibilidades en el parlamento. En las últimas elecciones, de los cinco representantes representando al Departamento de Puno, solo una mujer salió elegida, Claudia.

La congresista puneña, ex animadora de comunidades cristianas en Puno, vendedora ambulante, madre de familia y activista de organizaciones campesinas está concluyendo su segundo año legislativo. Las denuncias que cuenta en su haber y la evidente discriminación por su procedencia indígena no me impidió solicitarle una entrevista en la búsqueda de aquellos detalles que hicieron posible que llegue donde se encuentra, el Parlamento peruano.

En la totalidad de la entrevista, Claudia mostró un aplomo discursivo obtenido – gota a gota – en su larga experiencia como lideresa organizacional en las comunidades campesinas y en los últimos dos años desde la oficialidad en el poder legislativo. Su memoria histórica y el fresco y enfático énfasis a importantes pasajes de su vida nos fue develando el trazo pasional, coherente y reflexivo de una personalidad la cual su dimensión política fue y sigue siendo labrada desde su experiencia comprometida con las bases sociales que apoyaron su postulación.
¿Quién es este personaje quien nos aproxima a la versión Evo Morales desde la perspectiva indígena? ¿Quién es este personaje que superando, quizá, un doble signo de exclusión como es el ser pobre e  indígena, tiene la posibilidad de bregar en un ámbito creado por ilustrados académicos orientado a ilustradas sociedades?

Omito intencionalmente el factor género como elemento de exclusión haciendo prevalecer la variable económica como preponderante. En la actualidad el problema no es más de género, sino a que clase socio económica representas. Aunque, podría aplicar la misma lógica a los factores de procedencia. No importa si eres indígena o no, lo que importa – para el establishment – es desde donde se vive esa dimensión socio-cultural y al servicio de quien se está.

Claudia, escapa al perfil “perfecto” de parlamentaria ilustrada ubicándola – de esta manera - en un plano inhumano de observaciones excluyentes y xenofóbicas que remarca las limitaciones de un imaginario colectivo infectado por una tenaz ideología de clase en donde el ser Indígena, pobre, no universitaria, de indumentaria andina, etc., son considerados elementos estéticos denigrantes.
A pesar de estas aparentes limitaciones ¿Cómo  fue posible su postulación al congreso?

Podríamos pensar que – debido a su rol como dirigente político– fue propuesta por las organizaciones de campesinos del Altiplano Andino o que algún partido propuso su candidatura. Veamos cómo llega Claudia al Congreso.

Del mercado al congreso

Era una tarde, rodeada de aquel frio puneño, Claudia levantaba sus verduras y frutas con la tristeza de no haber vendido nada. Ella y su menor hija emprendieron el viaje de retirada pensando cómo hacer sin dinero en el bolsillo. Claudia vendía lo que ella misma sembraba y cosechaba. Sus viajes – como lideresa política – se lo auto financiaba con la venta de sus productos. Como regresando al pasado, mirada fija en las imágenes que irrumpían en el momento, Claudia no dudo un segundo en narrarnos con lujo de detalles lo que aquella fría tarde sucedió.

“¿Dónde estás Claudia?”

Claudia: “Faltando tres semanas Ollanta me llama, no sé de donde se abra conseguido mi teléfono y me llama. Yo estaba así tristemente jalada de mi hijita estaba en Juliaca vendiendo en el mercado no había podido vender nada…Eran las cinco de la tarde, yo no había vendido nada y en ese momento me llama el  presidente Ollanta y me dice: “Soy Ollanta, donde estas Claudia? Claudia: “en ese momento no sabía ni como contestarla ¿no?...Así mira yo estoy en Juliaca en estos momentos. Ollanta: A ya! Claudia te necesito urgente conversar contigo porque no me vas a decir porque… Claudia: Porque yo le pregunté para que será…Ollanta: Y no me vas a decir para que, tú sabes que yo necesito tu participación en la plancha congresal y no me dices que no…que si…que converso…que mi familia…que tal…eso ya harás mañana. Yo en estos momentos necesito tu nombre completo y unas otras cosas no voy a necesitar, por favor Claudia dame tu nombre completo y también  van a venir personas que te van acercar y si o si te tendrás que encontrar…Claudia: en una hora y media me llamaron y yo todavía con tanto temor también tuve que soltar mi nombre. Yo le dije no voy a poder porque voy a necesitar plata. Ollanta: Claudia, yo te digo que no voy a necesitar otra cosa y además te estoy dando el numero 2…Claudia: en ese rato no entendía que era eso de numero 2…”

Claudia no salía, aun, del asombro que este hecho le ocasionó. En un minuto su vida cambio exponencialmente. De desarrollar una vida al lado de sus comunidades de base y auto financiar sus actividades políticas con la fuerza de su trabajo agrario, pasó a ser propuesta como activista política desde la cúpula del poder legislativo. Claudia no perteneció a partido político alguno. La llamada de Ollanta fue desde el Partido Nacionalista y así como ella fue propuesto con el número dos, el congresista Emiliano Apasa fue propuesto con el número uno.

Posterior a esta inesperada invitación, Claudia guardó sepulcral silencio hasta que su propuesta fue oficialmente formalizada. Una vez que las bases se enteraron de su presencia en la lista del Partido Nacionalista, le brindaron todo el apoyo que necesitaba para que pudiera representar las bases campesinas a la cual siempre se debió. La amistad de Emiliano Apasa con el primer mandatario es vox populi, pero ¿Qué vinculo unía a Claudia con el mandatario para recibir tal invitación?

“Claudia, dime que debo decir…!”

En la antesala de las elecciones presidenciales del 2011 las comunidades del altiplano peruano se habían definido contrarias a la representación política del grupo Fujimori, del partido aprista y de la derecha en su conjunto. La única alternativa era la candidatura de Ollanta Humala y la coalición con diferentes frentes de izquierda. En este contexto el entonces candidato Ollanta organiza su presentación en Puno frente a las diversas organizaciones campesinas.

Una vez en la mesa, ubicados frente a un aproximado de 1500 personas, Ollanta se aproxima a Claudia y le dice al oído: “Claudia, que les digo…no sé qué decirles”.

En ese momento Claudia, le dio la agenda. En aquel momento aquella campesina, vendedora ambulante, y vilipendiada dirigente política autogestionaria le dijo lo que tenía que decir al futuro presidente de la República del Perú. Ollanta se acercó a la realidad del campesinado puneño desde los ojos de Claudia. La consigna de Ollanta era capturar la mayor cantidad de votos para llegar a la casa del descaballado Pizarro y si era necesario, para cumplir tal finalidad, un puesto en el congreso a la dirigente campesina era la mejor manera de asegurarse los puntos de la región.

Minutos después que Claudia le dictó los temas a tratar en el discurso de campaña, empezó el evento. Pero ¿Cuáles fueron esos puntos? Minería, Medioambiente, Soberanía Alimentaria, etc. Puntos que – ya en el ejercicio legislativo – la congresista Claudia presentará como proyectos de Ley de los cuales citamos como ejemplo: 1. Ley que establece la consulta previa en las comunidades campesinas y nativas reconocido por el Convenio N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo. 2. Ley que declara a la Provincia de Melgar como Capital Ganadera del Perú. 3. Ley que declara de necesidad pública y de preferente interés nacional medidas para la protección del Lago Titicaca. 4. Ley que declara de preferente interés el apoyo a la pequeña producción agropecuaria para garantizar la Soberanía Alimentaria. De esto no se habla, este es la parte no comercial de la congresista puneña. Pero, sigamos con la historia de su convocaría.

“Me robaron DNI y dinero…”

Debido a las limitaciones económicas, Claudia debió autofinanciar su inscripción en el JNE y demás gastos. Para ello solicitó un préstamo de S/1400.00 (Un mil cuatrocientos soles) a una banca en particular que apoya proyectos realizados por mujeres.  En un momento de descuido y ad portas de la inscripción electoral Claudia sufrió el robo de su cartera en donde tenía la totalidad del dinero y su documentación. A estas alturas, Claudia había perdido casi todas las esperanzas de participar en la lista congresal.

En medio de aquel contexto desolador, Emiliano Apasa emplaza a Claudia a no perder el ánimo: “Claudia no llores, tú debes participar. No te preocupes, yo tengo dinero. Yo te presto lo que necesitas. Pero, eso sí, en tres semanas me lo devuelves. No podemos decepcionar a Ollanta. Es importante que estemos allí”.

Después de estas anecdóticas experiencias, nunca más se volvió hablar del tema. Nunca existió conversación entre Ollanta y Claudia sobre los detalles del porqué de su postulación o intercambio alguno referente al tema.

Claudia, con base de fe

Me llamó seriamente la atención su experiencia de fe. Apoyada por la otrora Arquidiócesis de Puno, Claudia recibió una sólida formación cristiana desde valores registrados en los evangelios y desde una visión ética en donde los pilares medulares fueron la justicia, equidad, reciprocidad y organización. Se inició muy joven en la organización comunitaria y ya a los 16 formaba parte del equipo de animadoras pastorales.

Su compromiso social – se podría decir – que nace de su experiencia en comunidades de fe con base social. La promoción de la defensa de los Derechos Humanos, la creación de redes comunitarias, la orientación a jóvenes y adultos hicieron de Claudia una lideresa que en poco tiempo fue catapultada a liderar organizaciones de base de índole político. Su experiencia organizacional fue puliendo su perfil de liderazgo impregnada de mística en donde la espiritualidad y praxis política se fusionaron en un mismo acto: Su compromiso con las comunidades de base. Desde allí orientó al ex candidato presidencial. Fue desde esta plataforma política y vivencial donde Claudia habló al hoy presidente Ollanta. Antes del discurso, su compromiso social y político fue desarrollado desde las canteras de la pobreza, la fe y la esperanza vivida en comunidad.

De la ilustración nefasta a la integridad del compromiso

Estos últimos días, ad portas de cumplirse el segundo año del mandato de Ollanta Humala, el Perú entero ha asistido a uno de los más bochornosos e indignantes escándalos después del auto golpe de estado aquel  5 de abril de 1992 en manos del reo por crímenes de lesa humanidad Alberto Fujimori Fujimori.

Repartijas de cuotas de poder basadas en oscuras lealtades. Coaliciones personales y partidarias en favor de proyectos de leyes elaboradas a la sombra de consultores ajenos a los intereses de las mayorías empobrecidas históricamente. Decenas de pecados capitales cometidos bajo la venia indulgente de una Iglesia oficial y oficializada que ensombrece desde la obsesión por el poder la fe vivida desde las comunidades de base. Todo esto y mucho más en manos de personajes formados en exclusivos centros académicos. Es aquí donde me pregunto: ¿Hasta cuándo validar los poderes del Estado desde una ilustración académica prolija en el desorden ético, la descarada inmoralidad y la negación de los valores ancestrales y de fe como la reciprocidad, el trabajo equitativo y el respeto al ser humano en relación a su medio habitad?

La formación del Frente Amplio, la vigencia del Acuerdo Nacional y la movilización de fuerzas sociales de toda índole nos hace pensar que ha llegado el momento que digamos no a la continuidad de un modelo salvajemente decadente. Decadencia basada en la monetización de la economía con asidero en la exportación y comercialización de insumos y no en el desarrollo de las fuerzas productivas y en la continuidad de políticas económicas que nacieron como resultado de la ruptura del orden constitucional bajo el aval de poderes de factos. Todos estos conocidos por la opinión pública.

¿A quién escuchar?

Ollanta dejó de escuchar a Claudia. Nunca más escuchó Ollanta a Claudia. Sus asesores, una vez sentado en la casa de Pizarro, no sabían de comunidades del altiplano desde una experiencia real, como la vivida por Claudia y los hermanos y hermanas de las comunidades de base.  El mandatario peruano dijo lo que el pueblo necesitaba escuchar e hizo lo que el pueblo no esperaba recibir, el problema fue esperar. Colocar al Banco Mundial al interior del corazón de la Política de Estado no es escuchar a Claudia o las comunidades de base. Crear un ministerio como el de Desarrollo e Inclusión social monitoreado directamente por el Banco Mundial no es promover el desarrollo con equidad de los pueblos históricamente excluidos. Endeudar al país con préstamos por medio de programas asistencialistas es signo de prestar oídos a grupos de poder y no al  pueblo que lo eligió y en plena campaña no supo que decir.

Existen voces pesimistas que esperan que en veinte años surjan líderes probos y con capacidad de monitorear los destinos de un país decentemente ético y soberano. Ese cuento no me lo creo. De aquí en veinte años se abra vendido el Perú veinte veces al mejor postor. De aquí en vente años habremos sido cómplices veinte veces de conspiraciones regionales. Maquinaciones que continuaran pretendiendo desestabilizar el único continente que desde una cohesionada identidad navega y no naufraga el enmarañado panorama mundial en el cual vivimos. Plagado de inequidad de género, discurso inclusivo y relaciones sociales y de producción no equitativas (equidad y no inclusión es la exigencia).

Hace un par de días presencié la juramentación de las tres flamantes ministras. Ninguna de ellas vistió polleras o llevó sombrero típico de alguna población del interior del país. Si es por experiencia en corporaciones internacionales como el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) o maestrías y doctorados en Universidades extranjeras, Hilaria, María, Juana o Claudia JAMÀS tendrán opción a competir en justas condiciones. Se necesitan oídos afinados en la escucha del clamor del pueblo y no en órdenes y demandas de corporaciones financieras. Que quede claro, soy de la idea que el hábito no hace al monje. Pero, el valor de lo estético es y seguirá siendo elemento concientizador en clave de poder político-social.

Lamentablemente de Claudia y los más de 56 proyectos de ley - por ella apoyados - no se hablan. Tristemente, no existe espacio para Claudia en Somos del diario  El Comercio o en la Revista Hola, People o Time. A no ser que no sea para defenderse, nunca la hemos visto sentada en los principales programas políticos para tocar temas concernientes a la región que representa o tópicos de interés nacional.

Claudia y el Frente Amplio de izquierdas

Totalmente de acuerdo con los analistas que señalan que el frente corre el riesgo de emprender el camino alejado de las comunidades de base y movimientos sociales no partidarizados. Personajes del escenario político como Claudia Coari deben formar parte de la mesa de discusión sobre el futuro político del frente. Unir y no dividir reza la máxima. Se juzga la necesidad de incluir generaciones que aporten la frescura de la modernidad y los actuales signos de los tiempos, esto es necesario. No podemos seguir asistiendo a reuniones partidarias donde el más joven de los asistentes bordee los sesenta otoños. No necesitamos esperar veinte años para ver en acción personas como Claudia Coari que tienen mucho que decir y mucho más que hacer.

Existirán quienes digan que no tiene preparación universitaria, que no sabe habla el castellano, que no entiende de leyes o estadística. Existirán quienes digan que es una “polleruda”, “serrana”, “chola”, “analfabeta” y demás. Esos y esas siempre han existido y seguirán existiendo, existencia necesaria para hacernos recordar que caminos no transitar. Iguales joyas le prodigaron al mandatario Evo Morales y miren –más allá de la complejidad de la gobernabilidad – el real significado de su presencia en un pueblo sistemática e históricamente expoliado. Considero, que existen personajes –en el Frente Amplio y fuera de él – con toda la capacidad académica y política para asesorar personalidades como Claudia Coari con la base ética, moral, política y patriótica necesaria para desempeñar roles de relevancia a nivel nacional como el que desarrolla actualmente.

No por herida coyuntural, sino por urgencia estructural, necesitamos cambiar de paradigmas políticos. El Perú y no solo, necesita dar oportunidad a la sabiduría del pueblo que tenga como asidero la integridad ética y el conocimiento que se encuentren acordes con  las justas necesidades de las mayorías. La obscena tecnocracia y el endiosamiento a  “Santa inversión” o “San préstamo” no contribuyen con el proceso de desarrollo integral que nuestros pueblos urgentemente necesitan.
No se construye pueblo dándoles desayunos escolares cual acto de caridad. El pueblo no necesita migas. Esa es lógica de las corporaciones financieras y sus títeres que viven de los intereses que esos programas de asistencia generan. Existe la premura de quebrar el imaginario burgués del político ilustrado y corporación financiera redentora. Ambos elementos presentados cual mesías portadores de salvación por medio del sacrificio. Desde una línea económicamente teológica la trilogía está formada: Mesías (redentores políticos-financieros), chivo expiatorio (Recursos humanos, económicos y naturales) y el Pueblo empobrecido como sujeto a redimir (pecador). 

En suma, Claudia Coari representa un nuevo paradigma de lideresa de talla nacional e internacional. Es la figura de la profetiza que clama en el desierto de la indiferencia, la soberbia, la avaricia y el egoísmo. Ella forma parte de una generación hastiada de retoricas adornadas y refritos asistenciales que lo único que hacen es engrosar las cuentas bancarias de aquellos y aquellas que hacen del poder y las funciones públicas instrumentos de enriquecimiento  personal y como ejemplos no sobran y bastan. Para qué esperar veinte años y dejar la mesa servida a saqueadores y secuestradores de la esperanza del pueblo. El reto no es solo unir “los partidos” de izquierda, sino integrar los movimientos y organizaciones sociales con sensibilidad y compromiso  socialista en un eje paradigmático modelo de gobernabilidad profesional y éticamente articulada desde la sociedades pluricultural y conscientemente organizada.

Espero que la historia testimonial de Claudia Coari pueda descubrirnos un aire del sujeto humano-político que nuestras necesidades coyunturales y estructurales nos exigen redescubrir. 




[1] Este texto forma parte del libro testimonial -que estamos terminando de editar- sobre la vida de la congresista del altiplano peruano. Los datos personales fueron obtenidos en entrevista realizada a la congresista Claudia Coari en su despacho en el Congreso de la República del Perú.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Claudia es una mujer quechua,luchadora y trabajadora del CP de Escallani, yo soy aymara y era docente de matemática en la IES "Jose Olaya Balandra", por eso le conozco.

Anónimo dijo...

Que no te detenga nada por lograr tus sueños