sábado, 6 de mayo de 2023

Colombia: Remezón, balcón y movilización social

Petro es consciente de que camina “por el filo de la navaja”, entre gobernabilidad y reformas que respondan a las transformaciones sociales que no dan espera.

Consuelo Ahumada / Para Con Nuestra América
Desde Colombia

La semana pasada estuvo bastante convulsionada. Al anuncio del presidente el martes sobre la crisis ministerial y el fin de la coalición de gobierno, siguió la masiva movilización del 1º de Mayo en todo el país, con discurso desde el balcón incluido.
 
Como podía esperarse, dicho anuncio generó muchas preocupaciones y especulaciones. Petro es consciente de que camina “por el filo de la navaja”, como él mismo lo expresó. Sabe que se mueve en medio de dos preocupaciones contradictorias. De un lado, debe cuidar la llamada gobernabilidad, que le permita la estabilidad necesaria para sacar adelante las reformas propuestas.
 
Pero del otro, debe garantizar que las reformas respondan a las transformaciones sociales requeridas con apremio.
 
Desde cuando emprendió su carrera por la presidencia, él entendió la necesidad de hacer acuerdos, y por tanto concesiones, para sacar adelante su programa. Por lo demás, esta ha sido la experiencia de los procesos políticos que buscan el cambio. La primera ola de gobiernos alternativos en América Latina así lo muestra.
 
En medio de la crisis de la globalización neoliberal es particularmente difícil emprender transformaciones sociales. Debe partirse del enorme poder intimidatorio y sancionatorio de la institucionalidad financiera internacional y de los países poderosos, en especial EE. UU.; así como del papel distorsionador de la realidad de buena parte de los medios de comunicación, aquí y en otros lares.
 
A ello se suma la resistencia institucional al cambio. Basta ver a un fiscal y una procuradora que, en lugar de ocuparse de los asuntos que les competen, se han esforzado a cuan más por desvirtuar y entorpecer los proyectos del gobierno.
 
Pero al mismo tiempo, el gobierno debe responder rápido a las expectativas que su triunfo generó. A una juventud desprovista de todo, que sacudió al país hace dos años con el estallido social, que puso en el centro la necesidad de transformación social y de una sociedad más justa, como señaló Petro desde el balcón.
 
Debe responderle a la clase trabajadora que vio cómo gobierno tras gobierno durante las últimas tres décadas le fueron confiscando sus derechos y garantías laborales, en aras de la confianza inversionista.
 
A las mujeres pobres, excluidas, por cuenta de la conjunción nefasta de patriarcado y neoliberalismo. A los millones de víctimas del conflicto armado. A todo un país que clama por la paz total.
 
La contradicción es, entonces, bastante clara. Se requiere la gobernabilidad para aprobar las reformas, pero no se puede sacrificar su carácter transformador en aras de dicha gobernabilidad.
 
Por ello, las explicaciones que se quedan en el supuesto talante antidemocrático del presidente o en su incapacidad para trabajar con otras personas, son superficiales. Gobernar no es un ejercicio técnico.
 
El rechazo de los empresarios y los jefes de los partidos de la coalición a las reformas refleja contradicciones de fondo. El asunto es decidir si los negocios privados de salud y pensiones deben seguir siendo la prioridad o más bien lo deben ser los derechos fundamentales de las mayorías empobrecidas. Eso es lo de fondo, lo demás son arandelas.
 
Por ello los jefes de los partidos de la coalición y los gremios no se comprometen con las reformas. Se convirtieron en un obstáculo para su aprobación.
 
La coalición debe recomponerse con congresistas de esos partidos que han mostrado interés en apoyar el cambio. Con quienes han rechazado la intimidación y amenazas proferidas por el jefe del liberalismo a quienes osen desobedecer sus órdenes imperiales. Con ellos deben buscarse consensos, sin sacrificar la esencia de las reformas.
 
Pero, contrario a lo que dice Roy, se requiere también de la movilización social. El cambio no es retórico, es duro. Plantea una ruptura con los dogmas del mercado.
 
En este sentido, la movilización social de hoy y el balconazo cumplen dos objetivos: 1) ejercer presión sobre el Congreso y las elites allí representadas para negociar y aprobar las reformas; y 2) reestablecer la conexión del gobierno con el pueblo, explicarle directamente el carácter de las reformas. “Si nos aislamos nos hundimos”, dijo el presidente hace unos meses.
 
Petro insistió en que el diálogo y la conciliación deben seguir; debe hacerse un acuerdo nacional franco y sincero que permita adelantar las reformas. Se necesita mucha unidad, mucha conciencia. “No nos dejen solos en estos palacios enormes y fríos, ante la jauría de los privilegiados”.
 
“Es el momento de los cambios y no hay que retroceder. Este gobierno quiere una alianza con el pueblo trabajador, del campo y la ciudad”. El cambio se da con lucha permanente, al frente del cual debe estar el pueblo movilizado, el pueblo trabajador. Este es su gobierno”, señaló.
 
“Este es un gobierno popular que no estará tranquilo hasta que procesos profundos de cambio social aparezcan en la sociedad. Pueblo trabajador, lo invito a estar en la primera línea de las transformaciones en Colombia”.
 
Mientras tanto, Francia Márquez marchó en la movilización de Cali, reivindicó la lucha de los trabajadores y trabajadoras en su día e hizo un homenaje a los y las jóvenes de la primera línea que en el estallido social perdieron la vida, los ojos, o que están encarcelados por su participación en el estallido social. Todos ellos fueron los verdaderos gestores del gobierno del cambio.
 
Sin duda, tuvimos un 1º de Mayo excepcional.

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