Estamos presenciando un crimen mayúsculo de lesa humanidad, ante el cual NO PODEMOS CALLAR, NI PODEMOS DEJAR DE COMENTAR, no si en verdad decimos querer a la humanidad.
Cristóbal León Campos / Para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán. México.
Ya son cuatro meses y la intensificación del genocidio sionista en Palestina continúa incrementando el número de víctimas, superándose las 30 mil, y siendo que el 70% de las personas asesinadas en Gaza han sido mujeres y niños-niñas, lo que no resulta una casualidad, sino que representa una estrategia más del etnocidio que acompaña la barbarie realizada por Israel, pues asesinar a las mujeres y a los y las infantes representa de manera directa el impedimento de la reproducción palestina, de su sobrevivencia como cultura, nación y como una parte fundamental de la humanidad. Hoy, con la tecnología tan especializada las muertes señaladas no son un error, son una intención descarada de exterminio.
Los bombardeos sionistas están dirigidos de forma estratégica contra todo aquello que sirva a Palestina para el reforzamiento de su identidad y su cultura, por eso no es casual la destrucción de escuelas, centros culturales y religiosos, barrios con alta densidad poblacional, hospitales, guarderías, e incluso las oficinas de la ONU han sido bombardeadas (y acá piénsese que ocurriría si algún país no amigo de Estados Unidos atacara de forma directa cualquier representación de la ONU). Todo lo anterior son pruebas esenciales de que se vive un genocidio y un etnocidio, y no una guerra, y mucho menos la “defensa del derecho israelí”, estamos presenciando un crimen mayúsculo de lesa humanidad, ante el cual NO PODEMOS CALLAR, NI PODEMOS DEJAR DE COMENTAR, no si en verdad decimos querer a la humanidad.
Esta nueva etapa del genocidio contra Palestina, según informes revelados recientemente, cuesta en promedio a Israel unos 300 millones de dólares diarios, ya que sus ataques indiscriminados por aire (bombardeos) y tierra son acompañados de campañas políticas subsidiadas en todo el orbe y de una serie de manipulaciones mediáticas que generan bloqueos informativos sobre la realidad del genocidio, y si no se cree lo anterior, obsérvese la censura que en redes sociales como X (antes Twitter) se realiza contra todo medio, persona o organización, etc., que se manifieste o pronuncie a favor de Palestina. El bloqueo de páginas y el ocultamiento de publicaciones está a la orden del día, y pregúntese qué gana Elon Musk con todo esto, y pues no se olvide que el millonario realizó un viaje dejándose ver con fuerzas sionistas y reconociendo que los territorios de Gaza representan una devastación por las acciones bélicas. En ese viaje Musk no dio lugar a la versión palestina de los hechos, algo que sería necesario si se habla de una verdadera “defensa de la libertad de expresión”, como ha presumido, tanto X como Musk. Sin embargo, existen otras muestras de cómo esta red social (y otras) está supeditada al interés imperialista y sionista, siendo, además, que se ha comprobado que militares de alto rango de Israel laboran en X, lo deja más en claro el sometimiento a favor del lobby sionista.
El costo del genocidio recae sobre el pueblo israelí y también sobre el pueblo estadounidense, siendo los patrocinadores principales de este crimen de lesa humanidad, y no debemos olvidar que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, antes del 7 de octubre pasado enfrentaba una serie de manifestaciones contra su Gobierno. Lo que de igual forma muestra cómo la industria de la guerra y sus estrategias mediáticas sirven para dominar a los pueblos, algo ya muy visto en el caso de los Estados Unidos. Por todo esto y mucho más, no podemos callar ni dejar de recordar que ¡Palestina no está sola y el genocidio debe detenerse ya!
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