
Hace muchos años, a comienzos de la década del setenta, Isaiah Berlin publicaba un ensayo titulado La rama doblada: sobre el origen del nacionalismo. Allí afirmaba que la más influyente de las ideologías del siglo XIX resultó ser una “para la que no se predijo ningún futuro significativo”: justamente, el nacionalismo.
Un par de décadas después, los tiempos dorados del nacionalismo parecían haberse agotado definitivamente. Derechas e izquierdas, progresistas y conservadores disputaban sobre los modelos posibles de globalización y coincidían en la decadencia de los estados nacionales para gestionar una dinámica económica y política que traspasaba las fronteras. El nacionalismo era un “anacronismo” que, como se sabe, es el más grande de los disvalores para el pensamiento neoliberal.
Sin embargo, el nacionalismo ha vuelto al centro de la escena. No lo devolvió a ese lugar ningún debate académico sino los hechos políticos. Leer más...
Un par de décadas después, los tiempos dorados del nacionalismo parecían haberse agotado definitivamente. Derechas e izquierdas, progresistas y conservadores disputaban sobre los modelos posibles de globalización y coincidían en la decadencia de los estados nacionales para gestionar una dinámica económica y política que traspasaba las fronteras. El nacionalismo era un “anacronismo” que, como se sabe, es el más grande de los disvalores para el pensamiento neoliberal.
Sin embargo, el nacionalismo ha vuelto al centro de la escena. No lo devolvió a ese lugar ningún debate académico sino los hechos políticos. Leer más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario