No importa dónde se encuentre la sinrazón, ante las medidas de corte fascista, como la militarización de la frontera, la construcción de muros en la línea fronteriza, la criminalización de los migrantes, debemos disputar desde nuestras trincheras de ideas a los ideólogos que buscan perpetuar la injusticia, con el fin de contribuir a la conformación de ese mundo mejor, sin racismos ni explotación.
La gobernadora de Arizona, Jan Brewer, está rindiendo un homenaje póstumo al intelectual de la CIA Samuel Huntington con la nueva ley antiinmigrante. Huntington es autor del libro ¿Quiénes somos? (2004), en el cual expone una serie de cambios por los que ha pasado la identidad nacional de los Estados Unidos. Enfoca su análisis en la prominencia y la sustancia de la identidad estadounidense. Fundamentó su explicación con tres argumentos: 1) La variación histórica que sufre la prominencia de la identidad nacional de los estadounidenses. 2) La correlación que existe entre la identificación de los estadounidenses y el peligro que su nación pueda sufrir ante otras naciones. 3) En la afirmación de que la base de la identidad nacional estadounidense no son los rasgos raciales y étnicos sino el Credo americano resultado de su cultura protestante.
En ¿Quiénes somos? muestra su temor por el hecho de que en las últimas décadas del siglo XX tanto la prominencia como la sustancia de la cultura y el Credo americano son amenazados por el “desafío” –según Huntington- que representan los inmigrantes procedentes de América Latina y Asia, especialmente de México. Debido a que esta inmigración -según Huntington- trae consecuencias graves para la unidad nacional de Estados Unidos, pues abre la puerta a la posibilidad de la creación de un país bifurcado, con dos idiomas y dos culturas: la angloprotestante y la hispana. El libro de Huntington está lleno de planteamientos de carácter racista sobre la inmigración mexicana a su país, a la cual ve como una amenaza para la unidad e identidad de la cultura nacional de los Estados Unidos, debido a que muchos inmigrantes mantienen en suelo estadounidense aspectos de la cultura mexicana, sobretodo la lengua y la religión.
La nueva “Ley Arizona” convierte en criminal a cualquier trabajador inmigrante, colocando en una situación de desamparo a cientos de miles de indocumentados mexicanos. Su carácter racista se refleja al permitir a la policía detener a cualquier inmigrante simplemente por su aspecto latino. Esta medida ha desatado a pocos días de aplicarse la ley, una serie de redadas, detenciones y torturas racistas en Arizona y en la frontera con México. Como lo demuestra el caso de Anastacio Hernández Rojas, inmigrante mexicano, golpeado y asesinado por agentes de la Border Patrol en California. El presidente Obama no ha pasado de la promesa de poner fin al problema de los indocumentados. La ley SB1070 ha desatado un oleaje racista y xenofóbico característico de los sectores ultraconservadores, pues ya en 14 estados de la Unión Americana se promueven leyes similares a la de Arizona. En el presente gobierno de Obama suman 350 las leyes elaboradas que tienen relación con la migración, pero hasta hoy, ninguna es a favor de los inmigrantes.
En ¿Quiénes somos? muestra su temor por el hecho de que en las últimas décadas del siglo XX tanto la prominencia como la sustancia de la cultura y el Credo americano son amenazados por el “desafío” –según Huntington- que representan los inmigrantes procedentes de América Latina y Asia, especialmente de México. Debido a que esta inmigración -según Huntington- trae consecuencias graves para la unidad nacional de Estados Unidos, pues abre la puerta a la posibilidad de la creación de un país bifurcado, con dos idiomas y dos culturas: la angloprotestante y la hispana. El libro de Huntington está lleno de planteamientos de carácter racista sobre la inmigración mexicana a su país, a la cual ve como una amenaza para la unidad e identidad de la cultura nacional de los Estados Unidos, debido a que muchos inmigrantes mantienen en suelo estadounidense aspectos de la cultura mexicana, sobretodo la lengua y la religión.
La nueva “Ley Arizona” convierte en criminal a cualquier trabajador inmigrante, colocando en una situación de desamparo a cientos de miles de indocumentados mexicanos. Su carácter racista se refleja al permitir a la policía detener a cualquier inmigrante simplemente por su aspecto latino. Esta medida ha desatado a pocos días de aplicarse la ley, una serie de redadas, detenciones y torturas racistas en Arizona y en la frontera con México. Como lo demuestra el caso de Anastacio Hernández Rojas, inmigrante mexicano, golpeado y asesinado por agentes de la Border Patrol en California. El presidente Obama no ha pasado de la promesa de poner fin al problema de los indocumentados. La ley SB1070 ha desatado un oleaje racista y xenofóbico característico de los sectores ultraconservadores, pues ya en 14 estados de la Unión Americana se promueven leyes similares a la de Arizona. En el presente gobierno de Obama suman 350 las leyes elaboradas que tienen relación con la migración, pero hasta hoy, ninguna es a favor de los inmigrantes.
Año con año, se persiguen en varios estados a los inmigrantes, situación que aprovechan los patrones para explotar con trabajos precarios y sin derechos laborales ni sindicales a los inmigrantes. El gobierno a favor de lo patrones, los apoya creando programas como el de “trabajadores agrarios temporales”, este programa permite a los patrones importar trabajadores foráneos cuando requieren mano de obra en su región. Las necesidades de ganancia de los explotadores son las que definen cuando empieza la caza y deportación de los indocumentados y cuando tolerarlos, todo en relación con la necesidad de mano de obra barata. En 1994 fue la aprobación de la Ley 187 en California, que negaba a los migrantes indocumentados el acceso a la salud, educación y otros servicios sociales. En 1996, se decreto la Ley de Reforma de Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante (IIRIRA), con el objetivo de frenar a la migración indocumentada con un inhumano control de las fronteras, utilizando más patrulleros, construyendo más muros y tecnología militar para detectar y detener a los indocumentados.
Por su parte, el espurio Calderón fue al Congreso estadounidense mostrando su cara acostumbrada en México: un discurso demagógico en el que aparenta su “rechazo” a la ley SB1070 pero confirma su subordinación al Imperio. No se atrevió a recordar que en lo que va del gobierno de Obama se han deportado cuando menos un 40% más de mexicanos, según informa el Departamento de Seguridad Interna. Como simple ejemplo: en El Paso, Texas, se arrestaron y deportaron a 181,000 indocumentados en el 2009. Además Obama envió 1,200 soldados a la frontera con México, con mayores atribuciones en sus acciones, con ello se demostró la farsa de la “cooperación bilateral” entre Estados Unidos y México y el futuro de la prometida reforma migratoria norteamericana. La subordinación de Calderón avanza en la entrega de la soberanía del país rumbo a una nueva forma de colonización.
En todo este marco de leyes racistas, de militarización, de xenofobia creciente en la sociedad estadounidense, y de subordinación espuria, Samuel Huntington se revitaliza porque sus ideas son llevadas a la práctica, son convertidas en políticas de Estado que se extienden rápidamente y ponen en peligro miles de vidas de migrantes. El discurso de Huntington en ¿Quiénes somos? busca ocultar las verdaderas intenciones imperiales de los yanquis, mientras “alerta” a la sociedad de su país "del peligro que representan los mexicanos", utilizando de forma conveniente el miedo, como se hizo para justificar las guerras en Irak y Afganistán. Huntington difundió la hegemonía de la burguesía, pretendiendo modificar las condiciones políticas, ideológicas e institucionales existentes en el seno de su país con el fin de obtener la aceptación de los demás grupos sociales.
La clase obrera de Estados Unidos, compuesta por trabajadores de distinto origen étnico, tiene el poder para luchar contra el gobierno imperial y los patrones que pretenden seguir aumentando sus jugosas ganancias con el sudor y el trabajo de los asalariados. El enorme descontento de los migrantes de Arizona y de todo Estados Unidos, podría originar un gran movimiento nacional de los inmigrantes. En el 2006, se movilizaron miles contra la ley HR 4437 que igualmente criminalizaba a los indocumentados. Los 200,000 inmigrantes que se movilizaron en marzo reciente y el 1 de mayo, demuestran que es posible un gran movimiento en los Estados Unidos para frenar la racista ley SB1070 y las que se disponen a aprobar otros congresos locales, así como conquistar derechos plenos para trabajar en territorio estadounidense.
No importa dónde se encuentre la sinrazón, ante las medidas de corte fascista, como la militarización de la frontera, la construcción de muros en la línea fronteriza, la criminalización de los migrantes, debemos disputar desde nuestras trincheras de ideas a los ideólogos que buscan perpetuar la injusticia, con el fin de contribuir a la conformación de ese mundo mejor, sin racismos ni explotación.
*El autor es historiador mexicano egresado de la Universidad Autónoma de Yucatán. Colabora en periódicos, revistas y páginas web a nivel local, nacional e internacional.
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