¿Qué esconden las palabras de Santos cuando dice que quiere tender lazos con los países vecinos, entre ellos especialmente Venezuela y Ecuador, sin mencionarlos?
Los colombianos no lo ignoran. Los venezolanos tampoco. Pero la trampa está puesta por parte de los Estados Unidos (EU). Colombia, como Venezuela está en la mira de la geopolítica y geoeconomía del imperio del norte. El objetivo es doble: apoderarse de los ricos yacimientos petroleros del subsuelo que existen en territorio venezolano, y de paso controlar los cultivos de la droga que están ahora en manos de la guerrilla de las Farc —como lo hizo EU al invadir Afganistán.
Ah, pero para suavizar la presencia de la derecha en el poder en Colombia, y que los propios colombianos puedan aceptarla y además votar por ella, ésta tiene que entregar resultados. Por eso el avance de Álvaro Uribe en el marco de la llamada “seguridad democrática”, al derrotar al menos parcialmente a la narcoguerrilla y al narcotráfico. Para lo cual ha tenido todo el apoyo de los EU. Y por eso la continuidad de la misma estrategia de Uribe con la sucesión electoral de Juan Manuel Santos, el candidato del oficialista Partido de la U (Unidad Nacional).
Como en asuntos de política global EU protege sólo sus intereses, por ello le apuesta a estrategias de largo plazo. Cuando así conviene. Porque igual promueve la solución exprés, como sucede con las intervenciones militares. Sobre todo si lo exigen las condiciones impuestas por la misma derecha dominante, o lo exigen las circunstancias.
Por eso los venezolanos repudian, con el derecho y la razón que les asiste, el tema de las bases militares de EU en suelo colombiano. Por ejemplo, con motivo de la presentación del Plan Colombia en abril de 2000, el senador conservador de EU, P. Coverdell, dijo que: “Para controlar a Venezuela (y por tanto, a América Latina) es necesario intervenir militarmente a Colombia”. Y Venezuela está a un tiro de piedra desde Colombia. ¿Por qué?
Como denuncian los propios venezolanos: “Nuestras reservas no convencionales de la Faja del Orinoco son equiparables en volumen a las reservas probadas mundiales de crudos convencionales en Arabia Saudita (270 millones de barriles)”. Y son las reservas a futuro. Por eso Venezuela es el “tercer objetivo mundial del capital petrolero internacional” (“El golpe de Estado fue petrolero”, Pablo Hernández, Elie Habalián, Víctor Poleo) que comandan los EU. Por eso la presencia militar en Colombia, y por eso los beneplácitos del imperio con el gobierno de Uribe.
Eso explica cómo es que, con todo y hubo segunda vuelta electoral (la primera del 30 de mayo), el sucesor de Uribe resultó ganador de los comicios colombianos el domingo 20 pasado de junio. Los datos finales del conteo son significativos, no obstante lo que verdaderamente importa ver es que la gestión de Uribe ha sido avalada por la propia población que, a sabiendas, votó por su candidato. Ese respaldo es importantísimo para EU, porque legitima tanto la gestión actual como al gobierno sucesor. Con un gobierno legítimo en el poder en Colombia, para EU la geopolítica puede seguir su marcha sin tropiezos.
Por eso, ¿qué esconden las palabras de Santos cuando dice que quiere tender lazos con los países vecinos, entre ellos especialmente Venezuela y Ecuador, sin mencionarlos? Cuidado con la intencionalidad, porque atrás de la piel de oveja puede brincar el lobo. Y esta es la mejor explicación —pueden aludirse otras, pero al darle vuelas al asunto esta es lo que queda más clara— sobre la continuidad de la línea de Uribe en el poder con Santos como presidente. En otras palabras, EU sigue silencioso en su ataque en contra de la región.
El petróleo, como el objetivo primordial. Y de paso golpear a la guerrilla para hacerse del negocio, porque Colombia sigue siendo el principal productor de cocaína del mundo. ¿O eso no es tentador para EU? Al mismo tiempo que cambian las prioridades para Santos, según lo recoge la prensa colombiana porque ya no es la inseguridad (que le tocó atender a Uribe), sino la economía.
Ahora el objetivo estará puesto en el combate a la pobreza, la precariedad laboral y el desarrollo de la infraestructura. Pero es de esperarse una mayor atención —soterrada o abiertamente; parece ser lo último— al tema de las Farc; o una ofensiva mayor a la presentada hasta ahora. Santos lo defendió así: “Seremos más duros”. “Qué oigan los terroristas y el mundo. A las Farc se les agotó el tiempo. Colombia está saliendo de una pesadilla de secuestros y violencia. Mientras (las Farc) insistan en métodos terroristas no hay la mínima posibilidad de diálogo y las seguiremos enfrentando con toda la dureza y con toda la firmeza”, aseguró. Y no porque no se combata a la guerrilla colombiana con fines propios, sino porque se hace bajo las presiones de los EU.
¿Y con Venezuela? Es de esperarse cualquier cosa. Al menos en tanto EU tenga sus bases en Colombia. Pero la intentona por derrocar a Hugo Chávez seguirá firme. Por eso es que ambas líneas de acción, las que son de interés para EU, pueden arreciar en su aplicación. Agitar las aguas. Por eso, tanto colombianos como venezolanos deben estar alertas. Porque Santos puede ser bienintencionado, pero su principal aliado no lo es.
Recuérdese que las “perturbaciones” declaraciones de Hugo Chávez durante la campaña electoral fueron mal vistas. No obstante, “sus interferencias e imprudencias acostumbradas” terminaron como aliadas de Santos. Pero el ganador seguramente no lo vio así, sino como síntoma de rechazo.
Queda esperar a ver qué sucede.
Mientras tanto, pese al Mundial y al aguacero que vivió Colombia el día de la elección, Santos se erigió como el ganador con un muy elevado porcentaje de la votación. Tendrá un alto margen de maniobra. Ha llamado a “un gobierno de unidad nacional” con propuestas de todos los partidos, salvo el de Izquierda Polo Democrático. “No más confrontaciones inútiles. Llegó la hora de la unidad”. Pero no se olvide que EU quiere aliados incondicionales. Santos tampoco debe olvidar que consigue más aliándose con la región que estar al servicio de los intereses extranjeros (ni más ni menos, lo que pasa con México). Pero bueno, tampoco se olvida que representa a un gobierno de derecha.
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