El día internacional de los trabajadores se conmemora en un escenario complejo y contradictorio. A lo que se suma un escenario económico virulento por las tendencias que expresa la crisis económica.
El primero de mayo de 2020, día internacional de los trabajadores, se encuentra signado por la batalla contra el nuevo coronavirus. Nueva amenaza mundial contra los contingentes de los trabajadores en todo el orbe. Enemigo por el que la humanidad entera se ve amenazada. Momento en el cual uno de los destacamentos más combativos y a la vanguardia por la emergencia de la pandemia, es el de los trabajadores de la salud en los centros hospitalarios de todos los países (médicos, enfermeras, camilleros, laboratoristas, etc.).
Si bien la clase obrera en el mundo conmemora una de sus fechas más emblemáticas como es el primero de mayo, también es cierto que la coyuntura actual reviste una serie de características casi inéditas. A pocos meses del triunfo de la revolución bolchevique en la Rusia zarista en 1918, que fue el primer triunfo social y político de la clase obrera se desató la pandemia de la mal llamada “Gripe Española”. Pandemia que entre 1918 y 1919 generó el sacrificio de más de 50 millones de personas a nivel mundial. En nuestros días de la covid-19 esperemos no llegar a la magnitud de ese flagelo que no respetó fronteras y clases sociales. El origen de aquella pandemia tiene varias versiones, pero la más aceptada la ubican en la base militar de Fort Riley, en el estado de Kansas, EU, el 4 de marzo de 1918. Desde ahí, con el envío de tropas estadounidense se comenzó a propagar a diversas partes del mundo aquella enfermedad. Especialmente en Europa en tiempos que se desarrollaba la Primera Guerra Mundial. También son momentos en que los marines estadounidenses se hacen presentes en varios países latinoamericanos y asiáticos. Al llegar la epidemia a España, un país que se mantenía neutral en el conflicto bélico, pero que, sin embargo, no conservó la secrecía del problema sanitario. Por ello en gran medida se le conoció como “Gripe Española”. Años más tarde las investigaciones descubrieron que el brote de esa pandemia fue un virus del tipo H1N1. En los países involucrados en el conflicto se trató de no darle mucha importancia para no desmoralizar a los combatientes involucrados en la guerra. De ahí que se afirme:
Los periódicos españoles fueron los primeros en informar sobre una enfermedad que estaba matando a la población. En el resto de Europa, y a ambos lados de las líneas aliadas, censuraron toda información para no desmoralizar a las tropas ni mostrar debilidad ante el enemigo. Con lo cual, sólo se convirtió en noticia en los países neutrales. En un primer momento los medios de España intentaron también darle nombre extranjero bautizándola como ‘El soldado de Nápoles’ o ‘La enfermedad de moda’. Tras informar el corresponsal del The Times en Madrid, el termino de ‘La Gripe Española’ se extendería por el resto del mundo a partir del verano de 1918.[1]
En ese país de la península ibérica se estimó que infectó a 8 millones de personas y fallecieron 300 mil. Eran momentos aquellos de la segunda década del siglo XX en que todavía no existían los antibióticos. La mayoría de las personas que fallecieron durante la pandemia sucumbieron de una neumonía bacteriana secundaria. Así que la mortandad fue enorme a lo largo y ancho de todo el planeta. Se estima que murieron víctimas de aquel virus más de 50 millones de personas. Finalmente, dos años después la pandemia fue contenida. Se afirma en los anales de la historia de aquella enfermedad que: “Al no haber protocolos sanitarios que seguir los pacientes se agolpaban en espacios reducidos y sin ventilación y los cuerpos en las morgues y los cementerios. Por aquel entonces se haría popular la máscara de tela y gasa con las que la población se sentía más tranquila, aunque fueran del todo inútiles. En el verano de 1920 el virus desapareció tal y como había llegado”.[2]
Históricamente existe en nuestros días esa memoria del impacto de aquel flagelo. Hoy en nuestros tiempos, hasta el 30 de abril de 2020, EU y España se ubican en la cúspide del mayor número de infectados y fallecidos por la nueva coronavirus. Evidentemente la mayoría de los afectados son los trabajadores de ambos países, así como lo son en la mayoría de los países del mundo.
De esa manera, el día internacional de los trabajadores se conmemora en un escenario complejo y contradictorio. A lo que se suma un escenario económico virulento por las tendencias que expresa la crisis económica. El desempleo tiende con la parálisis de la producción global y el consumo, a generar un gran desempleo de los trabajadores ya sea en las esferas del aparato industrial, agrícola o de servicios. Será este primero de mayo de 2020 un momento de terror para la sobrevivencia del empleo. Se traerá a la memoria las luchas de los trabajadores, desde el seno de los hogares de sus familias. Sin embargo, también será un momento de toma de conciencia de los sectores obreros y del conjunto de todos los trabajadores que ellos son los verdaderos productores de la riqueza y del bienestar de la sociedad. Vale la pena recordar aquellas palabras de Lenin en momentos como los presentes para los trabajadores, en que señalaba: “Es necesario saber reconocer el mal sin temor alguno, para luchar más tenazmente contra él, para comenzar una y otra vez más desde el principio…”.[3]
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