Mientras no se dé inicio a una auténtica negociación entre Estados Unidos y Venezuela no se superará el estancamiento de la situación actual y cada día escalará más el conflicto. Las fugaces negociaciones pendulares que han tenido lugar son insuficientes y hay que pasar a un encuentro bilateral consistente.
Leopoldo Puchi / El Universal
El pulso entre los dos Estados es el sustrato dominante que caracteriza las tensiones por las que se atraviesa. Que uno de esos Estados sea de fortalezas ampliamente superiores al otro, es decir, una potencia ante un país pequeño, no hace desaparecer la pugna y no es la primera vez que se está ante circunstancias semejantes.
Existe el peligro de que las tensiones se acrecienten más, se vaya elevando la curva cada día y luego se desemboque en una intervención militar.
Hasta ahora, las hostilidades se han expresado en acciones situadas en el borde de las bélicas, pero con efectos parecidos, como el embargo al comercio de materias primas, el bloqueo financiero y de bienes nacionales. Son hechos y no sólo retórica o diplomacia.
ENCUBIERTAS
En cuanto al uso de la fuerza, el gobierno de Estados Unidos ha dicho que no participó directamente en la reciente incursión militar que tuvo lugar en Venezuela. Y, en realidad, puede pensarse que es así, por lo mal organizada que estuvo su ejecución, lo que no es propio de servicios de inteligencia experimentados.
Tal vez hubo alguna participación indirecta o, teniendo conocimiento, se “dejó hacer”. Es lo que investiga la comisión de política exterior de la cámara de representantes de EEUU. Pero incluso, si se determina que no hubo participación, es de prever que operaciones encubiertas tendrán lugar en el futuro.
El historial de operaciones de esa naturaleza, realizadas a la o largo de décadas, así lo indica, y a fin de cuentas es un instrumento del que pocas veces se prescinde, aunque se oculte.
COOPERACIÓN
No es razonable pensar que se pueda avanzar en la resolución pacífica del enfrentamiento si las principales partes involucradas no se sientan a conversar. Por supuesto, el conflicto entre los dos Estados se entrelaza con uno de naturaleza interna, pero es innegable que aquel tiene su propia motivación y dinámica, que tiene que ver con el interés de EEUU, como potencia, de reinsertar a Venezuela en su órbita y dispositivo geoestratégico. La elevada magnitud de las sanciones así lo indica.
De manera que es ineludible una negociación sobre el punto geopolítico, que pudiera concluir en acuerdos de cooperación fuera del molde de la doctrina Monroe. Mientras no sea así, se mantendrán las tensiones y poco se avanzará en lo interno.
La gravitación geopolítica es determinante, y si ella no hubiese pesado tanto es probable que la situación hubiera evolucionado de manera distinta, con fórmulas de convivencia y alternancia dentro del actual sistema político y de economía mixta.
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