Muchas veces soslayamos que Marx fue un “revolucionario” y “el teórico socialista más prominente de su época”, según Gareth Stedman Jones, profesor de la Universidad de Londres, en su voluminosa obra Karl Marx. Ilusión y grandeza (2018) de más de ochocientas páginas. Marx bebió de lo mejor del espíritu europeo, del pensamiento de Georg Wilhelm Friedrich Hegel y de Bruno Bauer, quien fue su amigo y mentor. Marx no se desempeñó como académico, así como lo entendemos hoy. Sin embargo, fue un científico social riguroso de gran quilate, al punto de comparar sus aportes en el campo de las ciencias sociales, analógicamente a los de Charles Darwin en las naturales. En la actualidad es uno de los pensadores más estudiados y populares del mundo, según métricas de pantheon.word.
Horacio Tarcus escribió un libro de extraordinaria erudición sobre la obra en cuestión, intitulado La biblia del proletariado. Traductores y editores de El capital (2018). Allí, recoge datos sobre su historia editorial. Por ejemplo, salió un tiraje de mil ejemplares por primera vez en Hamburgo, Alemania a “partir de principios de septiembre de 1867”. Esta ciudad es importante, con una abultada población, un puerto europeo amplio y la sede de la bolsa de valores de Alemania. El desarrollo de las ediciones de las obras de Marx y su compañero Friedrich Engels, es extensísima y sobrepasa el objetivo de este artículo.
Quiero referirme a solo un tema de El capital. El tema del metabolismo de la naturaleza con los seres humanos. Ahora con los avances del capitalismo, donde está en peligro la existencia de la especie humana en el planeta, las reflexiones de Marx adquieren una vibrante vigencia. En el capítulo XIII, epígrafe. 10, Gran Industria y agricultura, señaló que la “producción capitalista” entorpece “la eterna condición natural para asegurar la fertilidad permanente de la tierra”. O, como diría Enrique Leff: el capitalismo busca “extraer hasta la última molécula del planeta”. Siguiendo con Marx, esta forma de producir capitalista está relacionada con el desmejoramiento de la condición de salud como consecuencia de la destrucción y explotación de la naturaleza. Incluso, Marx nos llegó a hablar del “desfalco” de la “tierra”, llevándonos hasta la “ruina”, porque no permite “las fuentes permanentes de su fecundidad”, lo cual nos conduce al “proceso de destrucción” o de crisis civilizatoria.
Lo que está en juego ahora mismo son las condiciones de posibilidad de la existencia humana en el planeta, entorpecidas por este modo de producción capitalista. Marx y su opus magnum nos ayuda a reflexionar sobre esta situación. Sus críticos foráneos deberían despojarse de sus prejuicios, y para hacerle la crítica, deberían empezar por leerlo.
*Doctor en filosofía
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