sábado, 18 de febrero de 2023

Del desborde social al desborde político en el Perú

 Estamos frente a un nuevo desborde social con demandas políticas, que se irán madurando y cristalizando en las próximas décadas. Lo que tuvimos en los 90s (s. XX) fue un giro económico y político “conflictuoso”, que se manifestó desde el 2000 como conflictos sociales y desde el 2022 como conflicto político de larga maduración.

Rosell Laberiano Agüero/ Para Con Nuestra América

Desde Lima, Perú


Los conflictos sociales que se manifiestan y escalan desde el año 2000 en el Perú, después de 10 años del giro económico neoliberal y político fujimorista, son predominantemente socioambientales. La liberalización de esa economía contribuyó favorablemente con la expansión de las grandes actividades extractivas mineras. La explotación de la gran minería se desarrolla en zonas rurales principalmente y cercanas a las comunidades campesinas, dando lugar a tensiones, controversias, pugnas por el territorio, el ambiente, la naturaleza, así como por la distribución de la riqueza generada por la actividad minera. 

 

Después del 2000 se expresan y escalan los conflictos sociales hacia niveles de crisis, precisamente generadas por el extractivismo neoliberal. Sin embargo, los conflictos sociales de este tiempo han sido gestionados o atendidos sin resultados de fondo, persisten las desigualdades sociales, con poblaciones que no han superado sus índices de desarrollo humano, la distribución de la riqueza generada por la extracción de los minerales no ha tenido impactos reales en el promedio de los pobladores de las áreas de influencia de los proyectos mineros, la desigualdad social sigue siendo persistente en todo el país.

 

Se abren nuevos procesos en la conflictividad social desde el 2022, caracterizado por demandas políticas de inclusión, participación, nuevo orden social, provenientes principalmente de las comunidades y organizaciones indígenas/nativas/campesinas. Estamos frente a un nuevo desborde social con demandas políticas, que se irán madurando y cristalizando en las próximas décadas. Lo que tuvimos en los 90s (s. XX) fue un giro económico y político “conflictuoso”, que se manifestó desde el 2000 como conflictos sociales y desde el 2022 como conflicto político de larga maduración.

 

Después de mucho tiempo las demandas pasan de ser sociales a políticas. Durante la pandemia ya se mostraban estas demandas, la mirada salió de lo micro a lo macro. La venida a Lima, denominada la “toma de Lima”, con tantas personas de diversas partes del país, es ya un nuevo desborde popular, recordando las reflexiones de José Matos Mar[1]. Quizás sea un desborde en proceso de maduración, no sabemos su devenir. Es un desborde popular con una agenda política con trasfondo social. Esto quiere decir que como sociedad en las últimas décadas se ha ganado mucho en la reflexión y reapropiación de la política.

 

Las demandas en el fondo están relacionadas con la desigualdad social. Esta situación se expresa como cuestionamiento al centralismo de Lima como centro del poder discriminador, a las brechas de acceso igualitario a las políticas públicas del Estado. A la discriminación racial de quienes están en el centro del poder y quienes la han asumido.

 

Como en otras crisis, renacen, emergen y se reconfiguran identidades diversas, como identidades comunales, locales, gremiales, pueblos indígenas, estudiantiles. Son demandas de localidades y comunidades principalmente campesinas, que alcanzan dimensiones nacionales. 

 

Los grupos de poder se expresan sin careta, casi como siempre fueron: racista y clasista. Posiblemente la situación de crisis agónica global del neoliberalismo, están dando lugar a lo más perverso y sustancial de ese poder moderno colonial.

 

No se trata solo de un cuestionamiento al gobierno de transición, a la presidente “misti”[2], que ciertamente la agudiza por la brutalidad de la represión. Tampoco solo es un cuestionamiento a la confrontación del poder ejecutivo y legislativo de los últimos 7 años. Estamos frente a un nuevo desborde popular. Por un lado es una puesta en cuestión de la actual institucionalidad política. El orden social y político gestado desde los 90s (s. XX) se encuentra cuestionado. Es decir, está en cuestión la democracia representativa, la representación, la representatividad. No queda clara cuál es la propuesta, cuál es el nuevo horizonte político. Por otro lado, está en cuestión la nación misma, en tanto que se trata de una nación burguesa en crisis; siendo la propuesta de una nación amplia en identidades, que emerge precisamente de las identidades quechuas y aymaras[3], hacia una nación de todas las sangres. Finalmente, está en cuestión el centro del poder excluyente, construido desde la colonia. Por tanto, el desborde popular con la larga ola migratoria hacia las ciudades, principalmente hacia Lima, desde mediados del siglo pasado; han tomado una nueva significación, se trata ahora de un desborde no solamente social sino también político. Al ser un desborde de tipo político, la represión ha sido y será muy brutal, porque la amenaza ha llegado al mismo centro del poder neoliberal en el Perú, porque enarbola la pluralidad, la interculturalidad, una afrenta al racismo.

 

Muchos son los retos, como gestar otra forma de hacer economía en el Perú: la economía neoliberal ya entró en crisis, por no haber resuelto la desigual social. Cuántas poblaciones no tienen agua potable o lo tienen a precios altos, esto es inconcebible en tres décadas de neoliberalismo en el Perú. 

 

Otro gran reto es lograr cambios a nivel del patrón de poder económico y político: la relación empresarial con los actores políticos tejiendo un patrón de poder desde los años 90s (s. XX) ha llegado a niveles extremos de intolerancia, racismo, autoritarismo, sin importarle la muerte de 60 compatriotas[4]. Posiblemente se perciba que están con el riesgo de perderlo todo, y sin argumentos para enfrentarlo, emergiendo su lado más perverso. Los grupos de poder económico buscan pacientemente, así como sostener, regímenes o gobiernos que les sean funcionales. Pueden deshacerse de aquellos que consideren desleales en el camino, como también recuperarlos posteriormente. Finalmente lo que está en cuestión, social y políticamente, con mayor énfasis, es lo que se instaló en el Perú desde los años 90s (s. XX).

 

Febrero 2020

Lima – Perú



[1] José Matos Mar (1984); Desborde popular y crisis del Estado, el nuevo rostro del Perú en la década de 1980. IEP. Lima – Perú. 

[2] Ramón Pajuelo Teves; La presidenta “misti”, el titiritero y el descontento campesino-indígena. Noticias SER.PE. Enero 2023. Lima-Perú

[3] Rodrigo Montoya; Primera rebelión política en los últimos 200 años de las comunidades quechuas y aymaras en Perú (2022-2023). Columna Navegar río arriba. Febrero 2023. Lima-Perú.

[4] Defensoría del Pueblo; Reporte Crisis Política y protesta social. Ver en https://www.defensoria.gob.pe/areas_tematicas/paz-social-y-prevencion-de-conflictos/

 

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