Desde hace más de cuatro décadas, los capos del narcotráfico en México y en otros países latinoamericanos figuran en la palestra de los medios de comunicación, en las prisiones de la región, cárceles de los mismos Estados Unidos, así como en calidad de “testigos protegidos” a cambio de su libertad.
Adalberto Santana* /Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
Pensemos que durante este tiempo, entre la lista de personajes del tráfico ilegal de drogas destacaron sus líderes como Pablo Escobar Gaviria del Cártel de Medellín, los hermanos Rodríguez Orejuela del Cártel de Cali, Miguel Ángel Felix Gallardo “El Jefe de Jefes”, Ernesto Fonseca Amador “Don Neto” y Rafael Caro Quintero del Cártel de Guadalajara, los hermanos Arellano Félix del Cártel de Tijuana, Ramón Matta Ballesteros del Cártel del Atlántico en Honduras y Amado Carrillo Fuentes -“El señor de los cielos”- miembro de la organización criminal Cártel de Ciudad Juárez. Con la reciente detención de uno de los más famosos líderes del narco, Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” y su hijo Iván Archivaldo Guzmán Salazar “El ratón”, integrantes del Cártel de Sinaloa o del Pacífico, se suman a este listado. A esa misma organización petenecieron en una de sus principales fracciones el finado Arturo Beltrán Leyva “El Barbas”, así como el llamado Mayo Zambada, uno de los principales líderes en la actualidad y quien no ha podido ser apresado. La lista de nombres es más larga, por lo que la genealogía y el control territorial de estos personajes es mucho más extensa de lo que nos podemos imaginar. A lo largo de los países latinoamericanos, el tráfico ilegal de drogas opera como una de las actividades más rentables de la economía sumergida en el continente americano.
Sin duda, lo que más llama la atención de este listado, es que no se nombran capos del narcotráfico cuya nacionalidad sea estaounidense. Recientemente, Nicholas Palmieri, el ex director regional en México, Centroamérica y Canadá por parte de la Administración de Control de Drogas (DEA), fue destituido por sus nexos con los abogados de los capos del narcotráfico. Lo cierto es que, en los Estados Unidos, la industria de las drogas ilegales arroja sus mayores ganancias. Los grandes empresarios del narcotráfico estadounidense se encuentran precisamente en las instituciones financieras de ese país, donde se realizan más del 80 por ciento de las narcoganancias que se quedan en los bancos de esta nación. Recordemos que en el condado de Miami-Dade en Florida, es uno de los principales centros para el lavado de dinero de la Unión Americana y del mundo.
Pero los jefes de la industria de las drogas ilegales también han tenido a lo largo de su desarrollo destacados personajes que han orbitado en el escenario político de los países latinoamericanos y caribeños. Es menester recordar a los dictadores militares como el Coronel Fulgencio Batista en Cuba, la dinastía del General Anastasio Somoza García en Nicaragua, los dictadores bolivianos como Hugo Banzer Suárez, Luis García Meza y Luis Arce Gómez “Malavida” y José Antonio Noriega en Panamá; entre otros de esa estirpe que han figurado en el escenario de los “narcodólares” o “Coca-dólares”.
De igual manera, una serie de políticos en activo que incluso han asumido la presidencia de algunos gobiernos latinoamericanos, figuran en ese álbum de narco-políticos como son los casos del ex mandatario colombiano Álvaro Uribe Vélez al que se le relaciona con el Cártel de Medellín, así como en diversos grupos paramilitares de la extrema derecha, entre ellos las Autodefensa Unidas de Colombia (AUC). En Honduras, destaca el caso del ex presidente Juan Orlando Hernández como uno de los ex mandatarios más reconocidos de la industria del narcotráfico, el cual también se encuentra hoy procesado junto con su hermano ya condenado “Tony” Hernández, en los juzgados de Nueva York, donde está apresado el “Chapo” Guzmán.
En la política mexicana, el caso más notable hasta el momento es el del ex Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quien durante la administración del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa (PAN), fue el hombre de su mayor confianza en materia de seguridad en el sexenio de 2006 a 2012. Hoy este personaje aliado o subordinado al Cártel de Sinaloa, se encuentra procesado de igual forma en la ciudad de Nueva York. Todos estos actores de la llamada narcopolítica han ocupado grandes titulares en la prensa internacional, así como en diversos medios televisivos de América Latina, el Caribe y del mundo. De tal suerte que podemos afirmar que en los útimos cuatro decenios en la agenda informativa figuran estos actores políticos como ejemplo de las dinámicas del poder del narcotrafico en la región.
Sin embargo, también existe en esa constante hiperinformación de los medios de comunicación, una falta de explicación sobre la esencia y las dinámicas del tráfico ilícito de drogas desde nuestra región hacia el mundo. Por lo regular, la condena sobre el crimen organizado sucede por la diversidad de opiniones represenativas en múltiples segmentos políticos y sociales. No obstante, lo que resalta de esta crisis, es que no se brindan las explicaciones objetivas y racionales necesarias para comprender el creciente problema del tráfico ilegal de drogas, así como la violencia que le acompaña. Mayormente, predomina la información en los medios de comunicación, los cuales no hacen ver el real sentido y el porqué del crecimiento de décadas del narcotráfico. Es evidente que únicamente se presenta en los medios un reflejo de las estructuras del narcotráfico y del poder político asociado a la delincuencia organizada. Sin duda, faltan explicaciones claras del crimen organizado, las que permitan comprender las dinámicas económicas, políticas y sociales de dicho fenónemo.
Es decir, se nos muestra un conflicto bélico donde figuran dos actores centrales. En el caso mexicano, su Estado y sus correspondientes instituciones armadas y de seguridad. Por otra parte, figura un enemigo que no es una potencia externa, es decir, los líderes del narcotráfico son ciudadanos que conspiran organizativamente con sus estructuras (cárteles) generando violencia armada para hacer funcionar sus lucrativas empresas. Realizan una división técnica del trabajo, en la que incluso su organización opera a la par del sicariato, agentes policiales y militares del Estado a su servicio. Tal como el caso de Genaro García Luna y sus subordinados como Luis Cárdenas Palomino, Ramón Pequeño García, entre otros efectivos de la seguridad mexicana en el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa. En este breve análisis, podemos apuntar en un sentido crítico que al narcotráfico se le puede considerar como un fenómeno económico, político y social de nuestro tiempo; problema altamente dinámico, cambiante, denso y controversial. En síntesis, si se busca profundizar en el estudio del fenómeno del narcotráfico, recomiendo consultar nuestra obra El narcotráfico en América Latina (México, Siglo XXI), incluso con acceso en gran parte de esa obra por Internet.
* Profesor del Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos, UNAM.
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