Entre sus múltiples méritos, el ensayo de Gilberto Lopes tiene el de ir a la raíz de las disputas actuales que agitan las ya de por sí turbulentas aguas del escenario de la política internacional, con sus evidentes repercusiones en el ámbito nacional.
Arnoldo Mora Rodríguez / Para Con Nuestra América
Con un tono un tanto polémico, pero inspirado en la definición que de este género literario da Adorno, Lopes caracteriza su obra como un ensayo, enfatizando en lo que éste tiene de sugerente, polémico y una posición crítica un tanto distante de la pretendida objetividad “científica”, con que los sociólogos suelen dar autoridad a sus análisis. Esta ubicación me parece correcta, en la medida en que la investigación de Lopes es igualmente obra de un periodista de oficio de larga data, en la medida en que funda sus juicios en datos de la actualidad política; por eso mismo también tiene rasgos de investigación histórica. Pero, por encima y más allá de lo anterior, este libro debe ser visto como un ensayo de teoría o, más exactamente, de filosofía política; más aún, yo me atrevería a calificarla como la obra de filosofía política de más hondura de los tiempos recientes en nuestro medio. Y ese es, a mi juicio, su mayor mérito. La vertiginosa velocidad con que se precipitan en cascada los acontecimientos políticos en la época actual, corre el riesgo de atiborrarnos de información consistente en hechos aislados, tan diversos como dispersos, pero sin asumir la dimensión históricamente cualitativa que los mismos traen aparejados; una reflexión, tan seria como erudita sobre este torrente de hechos, se vuelve por ello mismo indispensable para saber en dónde estamos parados y hacia dónde vamos. Es con esta actitud que he escrutado más que leído este valioso aporte de un autor, llegado hoy a una edad provecta pero siempre identificado con las mejores causas en pro de los pueblos de Nuestra Patria Grande. Más que reseñarla, he preferido pergeñar algunas reflexiones que su lectura me sugiere.
Entre sus múltiples méritos, el ensayo de Gilberto Lopes tiene el de ir a la raíz de las disputas actuales que agitan las ya de por sí turbulentas aguas del escenario de la política internacional, con sus evidentes repercusiones en el ámbito nacional. En concreto, la obra se ocupa del concepto-categoría de DEMOCRACIA, visto como la raíz de la contienda, con rasgos incluso terroristas, de los dramáticos acontecimientos que vivimos. Lo paradójico de esta situación es que nadie, o casi nadie, se toma la molestia de dilucidar en profundidad lo que entiende por tal y su alcance, como si de un dogma religioso se tratara. Es, precisamente, a eso a lo que consagra su obra nuestro autor, con derroche de sólida erudición e impresionante originalidad. Para ello Lopes recurre al método que en filosofía se califica como “epistemología histórica”, entendiendo por tal la indagación crítica de los orígenes históricos de una doctrina o corriente filosófica, ideológica en este caso; se supone que, de esta manera, los orígenes históricos de una idea nos arrojan luces sobre su verdad del pasado y su legitimidad del presente y, con ello, su alcance axiológico, es decir, su derecho a ser considerada como norma ética y jurídica; sus orígenes en el tiempo trascienden su contingencia y adquieren ribetes de perpetuidad; es lo que Platón entendía por “idea” y que hoy, aplicado a la acción, entendemos por “valor”.
Para lograr su cometido, nuestro autor recurre al estudio crítico de los grandes maestros de la Escuela de Frankfurt, Adorno Y Horkheimer, cuyo ensayo sobre la Ilustración, es de lectura obligada si queremos indagar en serio los orígenes de lo que hoy entendemos por “democracia”, pues para nadie es un secreto que la Ilustración fue el caldo de cultivo que inspiró y legitimó la Revolución Francesa (1789), cuna de la Edad Contemporánea. Los pensadores insignia de la Escuela de Frankfurt escrutan los alcances del pensamiento ilustrado dieciochesco a la luz y al calor de la mayor crisis que ha sobrevenido a la cultura occidental, como fue el surgimiento y apogeo del nazifascismo en Alemania, tierra natal de estos pensadores de origen judío. Gilberto Lopes valora ese aporte, cuyo valor reconoce pero estableciendo sus límites; estos límites los ve a la luz de quien proviene de una región que es periferia y no metrópoli; para ello Gilberto recurre a la obra y trayectoria de un autor costarricense, pero de repercusiones y trayectoria latinoamericana y que Lopes conoce mejor que nadie en nuestro medio; me refiero a Vicente Sáenz. Lo original de Sáenz es que afronta la crisis o, más exactamente, la ausencia de democracia en nuestra región como una consecuencia de la dependencia neocolonial causada por el imperio yanqui; razón por la cual, sólo se puede hablar de “democracia” si se da dentro de procesos revolucionarios de índole antiimperialista, como los que vivió como protagonista el propio Vicente Sáenz en el México insurgente. Tal cosa, ni la Ilustración del siglo XVIII ni el pensamiento crítico de la Escuela de Frankfurt en el siglo XX, fue objeto de sus aportes de incuestionable importancia histórica e ideológica. En conclusión, para Gilberto Lopes, no hay democracia auténtica en Nuestra América si no es dentro de una lucha antimperialista… Tal es la gran lección que nos deja Gilberto Lopes con su esclarecedor ensayo.
En cuanto a mí, sólo me resta añadir que hoy, a la luz de los recientes y dramáticos acontecimientos que se han escenificado en el Brasil, patria de Gilberto Lopes, posterior a la era de Bolsonaro y en el Perú posterior a la era de Pedro Castillo, la obra que comentamos es algo más que un invaluable aporte a la lucha ideológica que libran los patriotas seguidores de Vicente Sáenz; es un mensaje de gran actualidad. Gilberto Lopes en su libro une la erudición del hondo conocedor de la filosofía política con su larga experiencia de destacado periodista en el campo de la política internacional. Esta obra es de lectura obligatoria.
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