En Nicaragua, el asedio estadounidense está dando pie a un autoritarismo que dice ser progresista. Pero, ¿puede el progresismo combinarse con encierro y destierro?
Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
El jueves 9 de febrero recibí una tempranera llamada de Myrna Torres Rivas. Muy querida amiga desde hace muchos años, Myrna es autora de dos libros que me han resultado maravillosos: “Mi vida en primaveras” (2016) y “De médico a combatiente. El tercer viaje de Ernesto Guevara de la Serna”(2017). Hija de don Edelberto Torres Espinoza, figura icónica de la lucha antisomocista, líder moral del sandinismo, es famosa la fotografía de estudio de Don Edelberto al lado de Carlos Fonseca Amador y Víctor Tirado López, Fue tomada en la ciudad de México en la década de los cincuenta del siglo pasado y revela el enorme afecto y admiración que inspiraba en los precursores del sandinismo.
Myrna me relató de manera indignada la noticia que recién corría en los medios noticiosos. El gobierno de Daniel Ortega Saavedra acaba de excarcelar a más de 200 presos políticos, los había montado en un avión y los había desterrado hacia Estados Unidos. Pocas horas después nos enteramos de que la Asamblea Nacional de Nicaragua había efectuado una reforma constitucional mediante la cual despojó de su nacionalidad nicaragüense a los 221 desterrados (uno de ellos, el obispo Rolando Álvarez se negó a salir y horas después fue condenado a 26 años de cárcel).
Poco después, recibí un mensaje de Ivo Pineda Torres, hijo de Myrna y nieto de Don Edelberto diciéndome lo siguiente: “Realmente lo acontecido en Nicaragua de desterrar a opositores es un acto deleznable. Mi abuelo Edelberto Torres un destacado opositor contra la dictadura de Somoza, que incluso enfrente del embajador gringo le espetó su posición contra la invasión americana para capturar a Sandino. Después años adelante, fue bajado de un avión que cambió la ruta para que lo detuvieran en Nicaragua. Vivió exiliado por más de 40 años y a pesar de su abierta posición antisomocista al grado de ser fundador del verdadero FSLN, NUNCA le fue retirada la ciudadanía nicaragüense. Incluso cuando la Universidad Nacional de Nicaragua le otorgó el Doctorado Honoris Causa, (Somoza) indicó “que venga recoja el título y se vaya”. Mi abuelo no aceptó. Haber tratado de esa manera a Víctor Hugo Tinoco, Dora María Téllez y varios más es una infamia”.
Nicaragua ha sido sometida desde muy temprano en el siglo XIX a un asedio brutal por parte del imperialismo estadounidense. Sus posibilidades geográficas para un canal como el que después se construyó en Panamá, la condenaron a ser una Banana Republic y ser presa de feroces dictaduras semicoloniales como la de Somoza. Al igual que con Cuba, Washington no se resigna a que esa parte de América Latina tenga una voluntad antiimperialista. Y por ello sigue asediando a Nicaragua por todos los medios posibles. Por ello, no me ocasiona ninguna simpatía el comunicado oficial estadounidense sobre la deportación de los 221 presos/as político/as nicaragüense en el cual expresa su gran preocupación por la democracia, las libertades y derechos humanos en Nicaragua.
Pero tampoco puedo simpatizar con el hecho de que el comandante Hugo Torres vivió en condiciones deplorables en prisión las cuales precipitaron su muerte en febrero de 2022. No se condice con un gobierno progresista el que Dora María Téllez y otras tres mujeres hayan permanecido veinte meses en prisión en medio del aislamiento, sin poder hablar con nadie, en medio de la oscuridad, con visitas sumamente restringidas y prohibición de leer y saber cuál era la hora del día. No puedo sino ver con reserva que el presidente Ortega haya nombrado súbitamente a su esposa Rosario Murillo “copresidenta” cuando esa figura no existe constitucionalmente. Tampoco me parece adecuado que se haya hecho a la carrera una reforma constitucional para despojar de su nacionalidad nicaragüense a los deportados. Cualquier reforma constitucional debe hacerse en dos legislaturas y no puede aplicarse retroactivamente, por lo que técnicamente los deportados siguen siendo nicaragüenses.
Indudablemente vivimos una nueva ola de autoritarismos en Centroamérica. Tienen signos distintos ciertamente. En Guatemala está naciendo una dictadura sostenida por una alianza de corruptos, crimen organizado y derecha neofascista. En El Salvador, Nayib Bukele protagoniza otro autoritarismo de carácter demagógico y populista. En Nicaragua, el asedio estadounidense está dando pie a un autoritarismo que dice ser progresista. Pero, ¿puede el progresismo combinarse con encierro y destierro?
1 comentario:
El asedio estadounidense??? Que lectura más conveniente. El problema es el otro. El problema está afuera... conoce la politica económica del sandinismo? Sus alianzas con familias poderosas hasta 2018? Ataques sistemáticos a derechos de las mujeres? Cuando fue progesista esa dictadura?
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