El Movimiento Futuro, una fuerza joven aliada del presidente Nicolás Maduro, denunció el papel que cumple un mosaico de agencias de EEUU en su país.
Gustavo Veiga / Página12
En la guerra cognitiva desatada a escala mundial, Estados Unidos tiene el ecosistema más desarrollado y sofisticado para colonizar o domesticar subjetividades. Fronteras afuera, la poderosa industria de Hollywood fue una adelantada en la propagación del American way of life (Estilo de vida americano). Las campañas psicológicas ya son un clásico que hoy no requiere acompañarse con viejas políticas como la del Big Stick Policy (Gran garrote), aquella de las Cañoneras o la Red de espionaje Echelon denunciada por primera vez en 1976. Tampoco parece necesaria la ocupación de países –al menos hasta ahora -, aunque las experiencias de Afganistán, Irak y Libia en lo que va del siglo XXI lo desmientan.
En la región que EEUU considera su patio trasero, Cuba ha sido siempre el principal objetivo a desestabilizar desde que su revolución salió victoriosa el 1° de enero de 1959. Cuando Hugo Chávez ganó las elecciones el 2 de febrero de 1999 Venezuela pasó a ser otro blanco que está al mismo nivel de hostilidad que enfrenta la isla.
El joven Movimiento Futuro, aliado del PSUV y el presidente Nicolás Maduro, dio a conocer este mes un informe titulado “Guerra cognitiva: un ataque a la paz de los venezolanos”. En el texto de 56 páginas se describe lo que no suele difundir la mayoría de los medios de Estados Unidos, Europa y América Latina.
Dividido en seis partes, el texto detalla las operaciones psicológicas realizadas en el marco de las elecciones del 28 de julio pasado: la violencia y agresión contra el movimiento chavista; la dimensión del derecho a la protesta en Venezuela y la tipificación de los delitos de odio; la respuesta del Estado; el acoso y el asedio internacional posterior a los comicios y además hace una recopilación de las denuncias recibidas por la corriente afín al gobierno de Maduro.
El seis también parece ser un buen número para Washington, pero con otros fines. La Agencia de los Estados Unidos para los Medios Globales (USAGM, por sus siglas en inglés) es un conglomerado mediático en red que integran seis organizaciones informativas tendientes a “apoyar la libertad y la democracia” bajo la mirada vigilante de EEUU.
Llega cada semana a 420 millones de personas en el mundo y según su propia página oficial: “Administra una red global de sitios de transmisión y un amplio sistema de circuitos de fibra óptica y satélite alquilados, junto con un sistema de distribución por Internet en rápido crecimiento que presta servicio a todas las emisoras de USAGM”.
Semejante infraestructura incluye la Voz de América y la Oficina de Radiodifusión de Cuba que supervisa Radio y TV Martí. Este medio es único en su especie. Está destinado a desestabilizar la isla desde Miami hace casi 40 años. Nació de una orden ejecutiva de Ronald Reagan en 1981 y empezó a operar en 1985. La directora de esta fuerza de tareas mediática es Silvia Rosabal, una periodista experimentada nacida en Puerto Rico e hija de padres cubanos. Además, el sistema se integra con otras organizaciones que emiten programaciones para Europa, Asia y África.
Para el Movimiento Futuro, la USAGM “la mayoría de las veces se dedica a desinformar y distorsionar información mediante planes que promueven campañas mediáticas contra aquellos gobiernos o actores globales que se contraponen a los intereses estadounidenses”.
Entre los objetivos que se propuso este año pueden mencionarse – según Futuro - “la declaración de fraude electoral en Venezuela; el desconocimiento de la victoria de Nicolás Maduro y el establecimiento de una figura de gobierno paralelo como fue el caso de Juan Guaidó en 2019”.
En la guerra cognitiva, la USAGM es apenas uno de los instrumentos con que Washington produce sentido en una sola dirección: que Venezuela es una “dictadura” y su presidente un “dictador”. Lo mismo sucede con el gobierno de La Habana. Esta agencia federal se mantiene con un presupuesto que el presidente le pide al Congreso y este último supervisa. El lobby anticubano de Miami exige a menudo que se aumente la partida asignada para continuar con su guerra multiforme.
Según la misma USAGM, desde 2019 existe el Fondo de Tecnología Abierta (OTF), que se lanzó para “desarrollar y distribuir tecnologías y técnicas de vanguardia para contrarrestar los esfuerzos de los regímenes represivos y las sociedades cerradas”. La solicitud de presupuesto más reciente –se observa en la página de la organización –ha sido de 944 millones de dólares.
Desde Caracas, Futuro señala que “la desinformación durante las elecciones en Venezuela no solo se ha limitado a errores en la cobertura mediática tradicional, sino que ha sido exacerbada por la difusión masiva de noticias falsas (fake news) a través de plataformas digitales como X. El uso de cuentas potenciadas y bots ha jugado un papel crucial en la amplificación de estas falsedades, contribuyendo a la confusión y la polarización”.
El informe describe que “posiblemente, luego de Cuba, Venezuela sea el país donde se han experimentado la mayor cantidad de estrategias por el imperialismo estadounidense y sus aliados internos y externos con el fin de derrocar al gobierno bolivariano a lo largo de todos sus períodos”.
La semana pasada finalizó en Caracas el Congreso Mundial contra el Fascismo, Neo-fascismo y Expresiones Similares que clausuró Maduro: “Haber reunido a más de 1.200 delegados de más de 95 países es un buen punto de partida para avanzar en un gran movimiento internacional contra el fascismo y el colonialismo que articule la fuerza para el mundo nuevo, para la democracia, la paz y la humanidad”, dijo el jefe de Estado. La noticia fue pasada por alto en la mayoría de los medios internacionales.
La capital de Venezuela se convirtió en la sede del movimiento que ya tiene un comité coordinador para articular políticas que enfrenten a la extrema derecha global. Cuando esta última se juntó en el reciente Foro Madrid en Buenos Aires, se firmó un documento que proclamó a Iberoamérica como “una colosal reserva moral y cultural de occidente” de la que están excluidos -según esa visión- Miguel Díaz Canel, el presidente cubano y su par Nicolás Maduro. También Lula, Gustavo Petro y Andrés Manuel López Obrador. Javier Milei sí está incluido, el cruzado contra el Socialismo del Siglo XXI. Reivindicado en el espacio del Foro, desde que asumió el gobierno desarrolla su propia guerra cognitiva. Con su ejército de bots y trolls y gastos reservados de la SIDE de los que debe rendir cuentas porque fueron rechazados en el Congreso.
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