sábado, 28 de septiembre de 2024

Argentina: Palabra santa, palabra sanadora

 Al principio fue el verbo, la palabra creadora en la tradición judeo cristiana, que, con el correr de los años se transformó en palabra santa, palabra sanadora del alma.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina


Agobiados y en búsqueda de palabras sanadoras y de esperanza para el pueblo argentino, los dirigentes de la Confederación General del Trabajo CGT con el objeto de defender “la dignificación del trabajo”, concurrieron a entrevistarse en Roma con el Santo Padre: Pablo Moyano (Camioneros); Héctor y Rodolfo Daer (Sanidad y Alimentación); Andrés Rodríguez (Estatales); Gerardo Martínez (UOCRA); José Lingeri, Cristian Jerónimo (Vidrio); Juan Carlos Smidt (Dragado y Balizamiento) y el secretario general de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), Alejandro Gramajo. 

 

El Santo Padre, dada la gravedad de los acontecimientos, sigue muy de cerca la situación por la que atraviesa el pueblo argentino. Con ellos, el Papa Francisco dialogó extensamente sacándose fotografías con los integrantes de la comitiva, para que los representados sintieran la cercanía del Pontífice argentino. 

 

Con quien no se sacó ninguna foto, fue con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, con la que tuvo una reunión a puertas cerradas y, seguramente, la increpó por la distribución de alimentos y frazadas, dado que grandes sectores de la Iglesia Argentina, desde los Curas de Opción por los Pobres del padre Pancho Olivera, el Episcopado y muchísimas organizaciones eclesiásticas distribuidas en el territorio nacional, vienen intentando paliar la situación alimenticia de los pobres.

 

Seguidamente, el viernes 20 de septiembre, el Papa Francisco visitó el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral DSDHI para participar en el Simposio del décimo aniversario del primer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares EMMP, que tuvo en el Vaticano en 2014. “Tierra, techo y trabajo son derechos sagrados. Que nadie les quite esa convicción a ustedes, que nadie les robe esa esperanza, que nadie apague sus sueños”, ha animado el Papa a los participantes de la iniciativa con el título “Plantando bandera frente a la deshumanización” organizada por el Encuentro Mundial de Movimientos Populares EMMP y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral DSDHI.

 

“Conmemoramos un momento que ha marcado nuestra historia común, la de ustedes y la mía”, con estas palabras el Papa Francisco, comenzó su discurso destinado a los movimientos sociales reunidos en el Palacio San Calixto del Vaticano, en conmemoración de los diez años de su primer encuentro con ellos, bajo la consigna: “Tierra, Techo y Trabajo son derechos sagrados”.

 

Francisco pidió “que nadie les quite esa convicción a ustedes, que nadie les robe esa esperanza, que nadie apague los sueños”. Asímismo, definió la misión de los movimientos como “trascendente”, pues “si el pueblo pobre no se resigna, el pueblo se organiza, persevera en la construcción comunitaria cotidiana y a la vez lucha contra las estructura de injusticia social, más tarde o más temprano, las cosas cambiarán para bien”. “Como ven, nada de ideología, aquí. El pueblo”.

 

Los movimientos, describió el Santo Padre, salieron de la pasividad y el pesimismo y los animó a no dejarse abatir por el dolor ni por la resignación. “Tampoco trazan planes en el aire, una de las cosas que me gusta es que no escriben documentos ideológicos, no se la pasan de conferencia en conferencia, es decir que van paso a paso, sobre la tierra firme de lo concreto, trabajan cuerpo a cuerpo, persona a persona”.

 

Al inicio de su Pontificado, Francisco había dicho: “La inequidad es la raíz de todos los males sociales”, enfatizando en la oportunidad, “cuando el Papa habla, habla para todos porque la Iglesia es para todos, pero no puede sustraerse de la centralidad de los pobres en el Evangelio”. “Y esto no es comunismo, es Evangelio puro”, subrayó. “No es el Papa, sino Jesús quien los pone en el centro, en ese lugar. Es una cuestión de nuestra fe y no se puede negociar. Si vos no aceptás eso, no sos cristiano”, sentenció. Continuando luego con comentarios realizados durante su reciente viaje por Singapur, cuando elogió el magnifico bosque de rascacielos que atestigua, entre otras cosas, el desarrollo económico del país; reconociendo el rol de los empresarios creando puestos de trabajo y contribuyen a la prosperidad, asegurando que si los frutos no se distribuyen bien y es evidente, sino se modifica, va a engendrar peligros cada vez mayores. Si no se promueven políticas buenas, racionales y equitativas que afiancen la Justicia Social para que todos tengan tierra, techo y trabajo, y un salario justo y los derechos sociales adecuados, la lógica del descarte material y del descarte humano se va a extender dejando a su paso violencia y desolación. El Papa deploró que muchas veces sean los más ricos quienes se oponen a la realización de la justicia social o la ecología integral por pura avaricia. “Disfrazan, sí, esta avaricia con ideología, pero es la vieja y conocida avaricia”. Para ilustrar este punto, evocó una frase de su abuela: “El diablo entra por el bolsillo”. Expresó su deseo de que los económicamente poderosos “salgan del aislamiento, rechacen la falsa seguridad del dinero y se abran para compartir bienes que tienen un destino universal porque todos derivan de la Creación”. Indagando más adelante: “¿Ustedes creen que los más ricos van a compartir lo que tienen con los demás o van a seguir acumulando insaciablemente?; afirmando seguidamente, “Las riquezas son para compartir, para crear, para fraternizar”. Insistiendo luego, “La justicia social es inseparable de la compasión”. Definió que “la justicia social es inseparable de la compasión”, enfatizando en los tres atributos de Dios: cercanía, misericordia y compasión.

 

Santa palabra que, como en otras ocasiones hizo alusión a las ideologías deshumanizadas que promueven “una cultura muy fea”, la del ganador, que es un aspecto de “la cultura del descarte”, destacando que muchas veces las grandes fortunas poco tienen que ver con el mérito, sino que son rentas, herencias, fruto de la explotación de personas, de la expoliación de la naturaleza, de la especulación financiera o de la evasión impositiva, derivan de la corrupción o del crimen organizado. “En general, muchas fortunas se amasan así”[1].

 

Sin hacer referencia al nombre de mandatarios y grandes empresarios, el Santo Padre realizó una severa crítica a las despiadadas políticas de los últimos tiempos, donde la injusticia y desigualdades sociales han avanzado criminalmente. Su palabra, intentaba ser sanadora, llevar algo de alivio al agobio expresado por los movimientos sociales.

 

La ONG Oxfam aseguró que, en 1987, el patrimonio de los mil millonarios equivalía al 3% del PBI mundial. Hoy, se llevan el 13”. Temas como la crisis climática o los niveles persistentes de pobreza y desigualdad, están siendo amenazados por la concentración de poder en manos de los ultra ricos y las megaempresas.[2]

 

La aberrante perversión del capitalismo mundial infecta al planeta. El calentamiento global y sus consecuencias en las poblaciones del sur global, no les interesa, como tampoco los gobiernos pueden hacerle frente al poder concentrado. Es necesario una palabra sanadora que ponga freno al abuso de los ricos y fortalezca la esperanza y la fe de los humildes de la tierra...

 

Una querida amiga escritora, Liliana Bodoc, estaba convencida que la palabra literaria, con su fenomenal potencia, nunca es apolítica y “decir es hacer, decir es transformar”. 

 

Con Liliana y otros autores locales, participamos de un encuentro de escritores mendocinos y brasileños originarios de Brasilia, organizado por el Consulado General de Brasil en Mendoza en 2013, donde me cupo la fortuna de promover el sentido del encuentro, respondiendo al interrogante en qué se parecían Brasilia y Mendoza. Ambas ciudades son fruto de un amplio desierto que las rodea, por lo tanto, es posible que sus habitantes, mirando las estrellas por las noches, compartan idénticos interrogantes, como lo ha hecho el hombre aislado desde que pudo erguirse sobre sus dos piernas. Consigna que luego reconocimos los participantes de las dos ciudades. 

 

Liliana falleció en 2018, dejándonos una importante obra literaria de ficción regional. La acompañé en 2016 en ocasión de que le entregaran el doctorado honoris causa, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo donde había realizado sus estudios. 

 

Era el primer año del gobierno neoliberal de Mauricio Macri y su participación fue una crítica elevada a la meritocracia que impulsaba el macrismo. Liliana, desde la mesa improvisada, nos increpaba, “Entonces, la pregunta que todos nos hacemos, pero muy especialmente los escritores, ¿debe la literatura salir en defensa de la palabra atropellada?” Bien nos valdría la fuerza de su presencia y la precisión de su palabra en estos momentos agobiantes.

 

Algunas de sus frases que siguen resonando, “El arte contribuye a darle a la sociedad en donde se produce una dirección sensible.” “La poesía es solo un silencio rodeado de las palabras precisas.” “La palabra de verdad nos hace libres. Y que de verdad si alguna vez nos toca, quedamos sin palabras, que sea porque estamos maravillados y no porque estamos vacíos.” Bodoc, aseguraba que, “siempre que se cierna sobre el arte una sombra amenazante, la palabra poética sea una balsa que nos mantenga en la superficie.” Palabras de aliento, palabras sanadoras...

 

En la Cumbre 79 de Naciones Unidas en Nueva York, 193 países votaron a favor de que la Agenda 2030 que se extienda hasta 2045, sobre la paz y en contra del calentamiento global. Argentina, a través de su Canciller, Diana Mondino, se opuso, previa a la intervención del presidente Javier Milei que lo hizo a este martes 24 de septiembre. Milei antes visitó la Bolsa de Wall Street para dar el golpe de la famosa campana del lugar, como lo hizo en 2006 el ex presidente Carlos Néstor Kirchner, volviendo a declamar exactamente el mismo discurso de presentación del Presupuesto 2025 en el Congreso nacional; exaltó a Luis Toto Caputo, el mejor ministro de la historia argentina, siendo acompañado por la ministra Patricia Bullrich y la Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei;  también tuvo una reunión con el mega empresario Elon Musk, quien todavía es indiferente al pedido presidencial de que invierta en Argentina. 

 

En su intervención en la Cumbre de Naciones Unidas, criticó a fondo el rol de la organización y su inutilidad en los tiempos que corren su tibieza e inoperancia y, según el presidente libertario, “no es tiempos para tibios”; como todos sus discursos terminó con ¡Viva la libertad, Carajo! Su intervención fue criticada por varios presidentes, sobre todo el de Brasil, Lula da Silva y de Colombia, Gustavo Petro. Regresó para vetar la ley de financiamiento universitario, pero tuvo que viajar imprevistamente a observar el desarrollo de los incendios de las sierras de Córdoba sin bajarse del helicóptero y mucho menos saludar a los bomberos que esperaban una palabra de aliento o al menos, algún reconocimiento; como en ocasiones anteriores, se calzó ropa de fajina militar, a sabiendas que cuando lo hace, no lleva solución alguna, como lo hizo cuando las devastaciones ocurridas en verano en Bahía Blanca, donde dijo que se las arreglaran solos. Su palabra es tóxica, corrosiva. Enferma, no sana.

 

Además, como se incendian los campos cordobeses, también incendia el Congreso para tratar de privatizar Aerolíneas Argentinas, mientras los empleados de la línea de bandera se congregaban en las puertas de la Casa de las Leyes, fueron custodiados por las Fuerzas de Seguridad, dispuestos a reprimir. El ministro de Desregulación del Estado, Federico Sturzenegger, presentó su proyecto de modificación a la ley de Contrato de trabajo, favoreciendo a los empresarios, con el objeto de que crezca el empleo en contra de las condiciones laborales de los trabajadores, como en los noventa.

 

Este jueves se conoció el índice de pobreza del primer semestre de 2024, informado por el Instituto Nacional de Estadística y Censo Indec, en base a la Encuesta Permanente de Hogares EPH, fue del 52,9%, la peor cifra en 20 años. Incluyendo las zonas rurales, llegan a 25 millones de pobres, de una población cercana a los 47 millones. La pobreza infantil llegó al 66,1%.

 

En la segunda mitad de 2023, el índices de pobreza había sido el 41,7%, es decir, que trepó un 11,2%, consecuencia del mayor ajuste en la historia mundial, según se ufana el libertario presidente. Él sigue convencido en el éxito de su programa y en la baja de la inflación. Sus números ficticios lo convencen, mientras se mira en el espejo y lo aplauden su hermana y los miembros de su gabinete. Una irrealidad y perversidad que no tiene límites. Su insana palabra, es palabra que mata...

 

Pero... como Javier Milei se supera cada día, en momentos en que el Indec difundía esos datos, el presidente recibía a la octogenaria diva del teléfono, Susana Giménez, famosa por haber obtenido la ciudadanía uruguaya y residir al otro lado del charco, para evadir impuestos en Argentina; Susana, le hizo una entrevista que, seguramente saldrá el último domingo de septiembre y el presidente la llevó al balcón de la Casa Rosada a saludar alegremente, como lo hace siempre, de espaldas a la realidad.

 

Realmente es indignante escribir semana a semana las atrocidades de este gobierno infernal. Somos un pésimo ejemplo de cómo no se debe gobernar.

 

Imposible narrar la angustia y desesperación que sufren esos millones de argentinos que en la mayoría de los casos, sigue aturdida sin saber qué tipo de huracán o contingencia climática o bombardeo los ha arrojado al abismo.

 

Sin embargo, viendo todo lo ocurrido estos fatídicos meses de gobierno de Javier Milei, sabemos que ya sucedió en los noventa; estamos en el fin de un ciclo, un ciclo que, desde la elemental palabra, palabra que deberá crear las condiciones de una Argentina más justa, más democrática, más sensible y participativa que trabaje por el bienestar, la felicidad y la dignidad de todos y cada uno de los habitantes.



[1] Conferencia Episcopal Argentina, Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, 20 de septiembre de 2024.

[2] Página 12, 27 de septiembre de 2024.

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