La Comisión Nacional de Enlace es una instancia de diálogo y coordinación política que, desde su creación en noviembre del 2003, impulsa la resistencia social y popular frente al TLC con Estados Unidos. En este comunicado, la Comisión analiza la realidad costarricense en el doble escenario de la crisis financiera global y la profundización de nuestra condición dependiente de la economía estadounidense; además, manifiesta que "la crisis ofrece un escenario especial para renovar y radicalizar posiciones, afianzarlas programáticamente y avanzar políticamente con la clase trabajadora y con los sectores populares más desprotegidos, con una comprensión integral de la misma y del carácter de esta lucha".
Comisión Nacional de Enlace - Comunicado Político
La crisis avanza inexorablemente a escala global y no se vislumbra una salida fácil. Todo lo contrario, la situación se está complicando en todos los terrenos y en todos los países y ya no es posible anticipar qué le espera a la mayoría de los habitantes del planeta. En este difícil contexto, el capitalismo mundial, lejos de variar el peligroso rumbo, sigue con sus intereses rapaces y expoliadores con el afán de hacerse con lo que queda de riqueza por medio de sus emporios transnacionales e incluso recurriendo a la guerra.
Es evidente que estamos en presencia de una profunda crisis sistémica de gran envergadura que no podrá ser resuelta por medio de los mecanismos políticos y económicos tradicionales, ni se reducirá a unos cuantos meses o años. La situación por la que atraviesa el mundo es verdaderamente complicada y Costa Rica, como país pobre que es, dependiente cada vez más de la economía estadounidense especialmente a partir de su ingreso al TLC con esa nación, sin una base productiva propia, es aún más vulnerable por lo que, la difícil situación económica, financiera y social de los Estados Unidos, le impactará negativa y directamente en muchos ámbitos.
Nuestro país acaba de concluir una importante faceta de la lucha contra el Tratado de libre Comercio con Estados Unidos. Esa lucha tuvo una duración de aproximadamente seis años, período en el que hubo un involucramiento directo de gran cantidad de sectores opuestos a ese Tratado. Se publicaron libros donde se advertía sobre las consecuencias de aprobarlo, se hicieron foros y pronunciamientos de importantes instancias como las Universidades y colegios profesionales. Sindicatos, cooperativas, iglesias, organizaciones estudiantiles, campesinas, indígenas, de mujeres, etc, se pronunciaron advirtiendo sobre las consecuencias negativas del Tratado y de los proyectos de la agenda de implementación. Desde la Comisión Nacional de Enlace, constituida en noviembre del 2003, se desarrolló un intenso trabajo a lo largo y ancho del país. Finalmente el Tratado se aprobó por medio de un Referéndum fraudulento en un ambiente donde imperaron las descalificaciones, los engaños y una enorme desigualdad en el acceso a los medios de comunicación y financieros.
A sólo año y medio desde que el país cedió el control estatal de las telecomunicaciones, los seguros, la propiedad intelectual y otros asuntos que debilitaron su soberanía, estalló la más devastadora crisis económica a escala global y quedaron en entredicho todas las “bondades” de ese instrumento comercial. A pesar de ello no vemos en los sectores sociales, académicos, religiosos y políticos el mismo entusiasmo por alertar al pueblo de Costa Rica sobre las consecuencias de esta crisis. Hoy vemos cómo la Cámara Nacional de Radio-CANARA, que atacó y sigue atacando de manera feroz y falaz a los sectores sociales opuestos al Tratado y a la agenda de implementación, ahora está llorando por las primeras consecuencias nefastas, derivadas de la aprobación de las leyes de propiedad intelectual. Igualmente pronto lo harán las empresas de cable y otras basadas en las telecomunicaciones cuando ya no puedan aprovecharse libremente del soporte y de los beneficios de una empresa estatal como el ICE y tengan que supeditarse a los dictados de la SUTEL y a los mecanismos de la competencia.
En este ambiente tan incierto, donde la baja en el empleo y en la calidad de vida ya empezó a afectar a los costarricenses, hay ausencia de documentos, análisis, pronunciamientos y propuestas desde importantes instancias que tienen mucho que aportar como son las Universidades Públicas; particular preocupación nos genera la Iglesia Católica por su silencio, inferimos que se debe a que quieren mantener su “neutralidad” complaciente que sin duda favoreció (y favorece todavía) a los sectores neoliberales que propugnaron por la aprobación del TLC. Para las altas autoridades de la Iglesia parece que tienen más peso sus inversiones en el Grupo Sama que la población más pobre y desprotegida.
Otros sectores, como los partidos políticos y diversos sindicatos están intoxicados por el tema electoral y solo miran el 2010 como único escenario posible. En política las cosas no son lineales y si no existe una posición generalizada que endurezca, articule y radicalice la acción y el discurso a favor del pueblo y con propuestas de acciones contundentes para enfrentar la crisis, los resultados no serán favorables a esos intentos. La crisis debe convertirse en un instrumento para denunciar a los neoliberales y apologistas del mercado que la propiciaron y también de lucha y movilización, para que los sectores populares pasen a la ofensiva propugnando por la transformación del Estado a su favor y para cambiar el modelo dominante. No se trata de discursos vaciados de contenido ni de un “cambio con alegría”, como una precandidata recientemente anunciaba. Es otra cosa lo que está en juego.
La crisis ofrece un escenario especial para renovar y radicalizar posiciones, afianzarlas programáticamente y avanzar políticamente con la clase trabajadora y con los sectores populares más desprotegidos con una comprensión integral de la misma y del carácter de esta lucha. El gobierno bicéfalo e ilegítimo de los Arias y sus aliados camina por la alfombra negra de la corrupción sin que lo enfrente una oposición real de los sectores más conscientes y progresistas del país que aspiran a ser electos en la futura contienda electoral. Si se sigue por este camino pro-sistémico y complaciente, no hay duda de que los neoliberales ganarán de nuevo las elecciones para poder seguir haciendo sus oscuros negocios a costa de los recursos del país. Por ello es que las posiciones favorables al “diálogo” y al cogobierno que salve al capitalismo neoliberal del desastre, promovidas por algunos dirigentes sindicalistas y por la ANEP y felicitadas por el mismo PAC, no pueden interpretarse más que como validaciones que se le hacen a un gobierno neoliberal, entreguista y corrupto.
Ninguna opción electoral avanzará cuantitativa ni cualitativamente en términos de construcción y acumulación de mayorías sociales y políticas si no radicaliza, amplía y profundiza su visión, su análisis, sus posiciones y su discurso y se inserta de lleno en la lucha social, con propuestas que vayan más allá de este “plan escudo” que no es más que la propuesta de la derecha neoliberal para trasladarle los costos de la crisis a la clase trabajadora. Denuncia del reformismo y del consenso timorato, más resistencia, más movilización y el impulso de un nuevo programa de acción de masas para recuperar y vigorizar la iniciativa histórico-política transformadora, es la única respuesta del movimiento popular en esta coyuntura.
Es evidente que estamos en presencia de una profunda crisis sistémica de gran envergadura que no podrá ser resuelta por medio de los mecanismos políticos y económicos tradicionales, ni se reducirá a unos cuantos meses o años. La situación por la que atraviesa el mundo es verdaderamente complicada y Costa Rica, como país pobre que es, dependiente cada vez más de la economía estadounidense especialmente a partir de su ingreso al TLC con esa nación, sin una base productiva propia, es aún más vulnerable por lo que, la difícil situación económica, financiera y social de los Estados Unidos, le impactará negativa y directamente en muchos ámbitos.
Nuestro país acaba de concluir una importante faceta de la lucha contra el Tratado de libre Comercio con Estados Unidos. Esa lucha tuvo una duración de aproximadamente seis años, período en el que hubo un involucramiento directo de gran cantidad de sectores opuestos a ese Tratado. Se publicaron libros donde se advertía sobre las consecuencias de aprobarlo, se hicieron foros y pronunciamientos de importantes instancias como las Universidades y colegios profesionales. Sindicatos, cooperativas, iglesias, organizaciones estudiantiles, campesinas, indígenas, de mujeres, etc, se pronunciaron advirtiendo sobre las consecuencias negativas del Tratado y de los proyectos de la agenda de implementación. Desde la Comisión Nacional de Enlace, constituida en noviembre del 2003, se desarrolló un intenso trabajo a lo largo y ancho del país. Finalmente el Tratado se aprobó por medio de un Referéndum fraudulento en un ambiente donde imperaron las descalificaciones, los engaños y una enorme desigualdad en el acceso a los medios de comunicación y financieros.
A sólo año y medio desde que el país cedió el control estatal de las telecomunicaciones, los seguros, la propiedad intelectual y otros asuntos que debilitaron su soberanía, estalló la más devastadora crisis económica a escala global y quedaron en entredicho todas las “bondades” de ese instrumento comercial. A pesar de ello no vemos en los sectores sociales, académicos, religiosos y políticos el mismo entusiasmo por alertar al pueblo de Costa Rica sobre las consecuencias de esta crisis. Hoy vemos cómo la Cámara Nacional de Radio-CANARA, que atacó y sigue atacando de manera feroz y falaz a los sectores sociales opuestos al Tratado y a la agenda de implementación, ahora está llorando por las primeras consecuencias nefastas, derivadas de la aprobación de las leyes de propiedad intelectual. Igualmente pronto lo harán las empresas de cable y otras basadas en las telecomunicaciones cuando ya no puedan aprovecharse libremente del soporte y de los beneficios de una empresa estatal como el ICE y tengan que supeditarse a los dictados de la SUTEL y a los mecanismos de la competencia.
En este ambiente tan incierto, donde la baja en el empleo y en la calidad de vida ya empezó a afectar a los costarricenses, hay ausencia de documentos, análisis, pronunciamientos y propuestas desde importantes instancias que tienen mucho que aportar como son las Universidades Públicas; particular preocupación nos genera la Iglesia Católica por su silencio, inferimos que se debe a que quieren mantener su “neutralidad” complaciente que sin duda favoreció (y favorece todavía) a los sectores neoliberales que propugnaron por la aprobación del TLC. Para las altas autoridades de la Iglesia parece que tienen más peso sus inversiones en el Grupo Sama que la población más pobre y desprotegida.
Otros sectores, como los partidos políticos y diversos sindicatos están intoxicados por el tema electoral y solo miran el 2010 como único escenario posible. En política las cosas no son lineales y si no existe una posición generalizada que endurezca, articule y radicalice la acción y el discurso a favor del pueblo y con propuestas de acciones contundentes para enfrentar la crisis, los resultados no serán favorables a esos intentos. La crisis debe convertirse en un instrumento para denunciar a los neoliberales y apologistas del mercado que la propiciaron y también de lucha y movilización, para que los sectores populares pasen a la ofensiva propugnando por la transformación del Estado a su favor y para cambiar el modelo dominante. No se trata de discursos vaciados de contenido ni de un “cambio con alegría”, como una precandidata recientemente anunciaba. Es otra cosa lo que está en juego.
La crisis ofrece un escenario especial para renovar y radicalizar posiciones, afianzarlas programáticamente y avanzar políticamente con la clase trabajadora y con los sectores populares más desprotegidos con una comprensión integral de la misma y del carácter de esta lucha. El gobierno bicéfalo e ilegítimo de los Arias y sus aliados camina por la alfombra negra de la corrupción sin que lo enfrente una oposición real de los sectores más conscientes y progresistas del país que aspiran a ser electos en la futura contienda electoral. Si se sigue por este camino pro-sistémico y complaciente, no hay duda de que los neoliberales ganarán de nuevo las elecciones para poder seguir haciendo sus oscuros negocios a costa de los recursos del país. Por ello es que las posiciones favorables al “diálogo” y al cogobierno que salve al capitalismo neoliberal del desastre, promovidas por algunos dirigentes sindicalistas y por la ANEP y felicitadas por el mismo PAC, no pueden interpretarse más que como validaciones que se le hacen a un gobierno neoliberal, entreguista y corrupto.
Ninguna opción electoral avanzará cuantitativa ni cualitativamente en términos de construcción y acumulación de mayorías sociales y políticas si no radicaliza, amplía y profundiza su visión, su análisis, sus posiciones y su discurso y se inserta de lleno en la lucha social, con propuestas que vayan más allá de este “plan escudo” que no es más que la propuesta de la derecha neoliberal para trasladarle los costos de la crisis a la clase trabajadora. Denuncia del reformismo y del consenso timorato, más resistencia, más movilización y el impulso de un nuevo programa de acción de masas para recuperar y vigorizar la iniciativa histórico-política transformadora, es la única respuesta del movimiento popular en esta coyuntura.
20 de marzo de 2010
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