Romero luchó con su palabra, desde el púlpito, por la defensa de los pobres y marginados del país, con lo cual entró en choque directo con los gobiernos militares de la época y con la oligarquía, la clase dominante.
Redacción ContraPunto (El Salvador) / Ilustración del artista Edgardo Trejo Alemán
Han pasado 29 años del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo de San Salvador ultimado un 24 de marzo de 1980, pero la gente lo sigue recordando fervientemente, tanto se le quiso y aún se le quiere.
Organizaciones sociales realizaron este día (24 de marzo) una peregrinación por las calles de la capital para recordar el martirio del religioso, que cayó víctima de los escuadrones de la muerte que veían en él a un “cura comunista” alborotador de las masas. Un francotirador le clavó una bala en el corazón.
Organizaciones sociales realizaron este día (24 de marzo) una peregrinación por las calles de la capital para recordar el martirio del religioso, que cayó víctima de los escuadrones de la muerte que veían en él a un “cura comunista” alborotador de las masas. Un francotirador le clavó una bala en el corazón.
En el alma del pueblo
“Monseñor Romero es un santo de América; la sangre que derramó se ha convertido en una bendición y tenemos fe que pronto se hará justicia”, manifestó María Romero, de 59 años de edad. Ella viajó anoche desde San Miguel para participar en la peregrinación y marchó por más de tres horas hacia la cripta de Romero, ubicada en el sótano de catedral metropolitana, en el centro de San Salvador.
Irene Melgar, una de las 75 estudiantes de bachillerato del colegio Sagrado Corazón quien colaboraba con la organización de la marcha, dijo sobre el obispo asesinado: “Es un héroe que luchó por nosotros y que hizo escuchar la voz de los demás a través suya”.
En efecto, Romero luchó con su palabra, desde el púlpito, por la defensa de los pobres y marginados del país, con lo cual entró en choque directo con los gobiernos militares de la época y con la oligarquía, la clase dominante.
Otros peregrinos mostraban sus camisas con las leyendas: “Que mi sangre sea semilla de libertad” y “Con este pueblo no cuesta ser pastor”, unas de las últimas frases pronunciadas por Romero días antes de su magnicidio.
Sin justicia
Sobre la ausencia de justicia en el caso, el abogado David Morales, quien fue querellante en la demanda contra el Estado salvadoreño ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por el asesinato de Romero, aseguró que el actual presidente Antonio Saca “en el último año y medio no ha mostrado ningún signo de querer superar la impunidad” que ha caracterizado este crimen.
El crimen fue perpetrado por un escuadrón de la muerte dirigido por el ya fallecido Roberto D'Aubuisson, fundador de la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena), según lo estableció la Comisión de la Verdad, creada por la Organización de las Naciones Unidas en el marco de los acuerdos de paz de 1992, que puso fin a 12 años de guerra civil entre las Fuerzas Armadas y grupos paramilitares contra la guerrilla izquierdista.
La guerra civil salvadoreña dejó 75.000 personas muertas y cerca de 7.000 desaparecidas, la mayoría civiles, en crímenes mayoritariamente cometidos por militares y paramilitares.
En el 2000, la CIDH declaró al Estado responsable por la violación del derecho a la vida del arzobispo y por la falta de investigación de estos hechos. Además, recomendó adecuar su legislación interna a la Convención Americana de Derechos Humanos, a fin de dejar sin efecto la ley de Amnistía general, aprobada por el ex presidente Alfredo Cristiani en 1993, que impide el juzgamiento de crímenes de guerra.
La demanda ante la CIDH fue presentada por Tutela Legal del arzobispado (socorro jurídico) en 1993, durante la administración del ya fallecido monseñor Arturo Rivera y Damas. Para Morales, el gobierno ha rechazado las recomendaciones de la CIDH, desconociendo la autoridad del organismo internacional, lo cual “es grave”.
En octubre de 2007, ese organismo reiteró que el gobierno había incumplido con las recomendaciones.
“Desde esa fecha no hay ningún avance sobre el esclarecimiento del asesinato o del cumplimiento de las recomendaciones”, añadió el abogado, quien ahora trabaja para la Fundación de Estudios para la aplicación del Derecho, Fespad.
Por su parte, en un comunicado desde Brasil, donde pasa vacaciones, el presidente electo Mauricio Funes aseguró que dedicará su mandato a “la memoria Romero y a los pobres y vulnerables de su país, como lo habría deseado el obispo mártir”.
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