El pasado 14 de febrero, el académico panameño Nils Castro ganó el concurso de ensayo Pensar a contracorriente, convocado por el Ministerio de Cultura de Cuba, el Instituto Cubano de Libro y la Editorial de Ciencias Sociales. Su texto "La brecha por llenar" fue reconocido como “un valioso ensayo sobre la realidad presente y proyección futura de la izquierda en América Latina”. En esta ocasión, les ofrecemos una reflexión del autor sobre las motivaciones de su escrito y su relación con el actual contexto latinoamericano.
Hasta la fecha, nunca había participado en un concurso. ¿Por qué ahora? Lo menos importante es que al conocer la convocatoria de Pensar a Contracorriente tenía a mano un ensayo que se ajustaba a lo que pedía. Cosa inusual pues, mal que bien, habitualmente he escrito según los tiempos de las polémicas político‑ideológicas, no según a los términos de los concursos.
De hecho, hace añales que los apremios del compromiso político me habían dejado sin espacio para mis pasadas vocaciones académicas y literarias. Pero ahora se había dado el caso de que un revés en el campo de ese compromiso me devolvió el privilegio de abandonar el traje formal y disfrutar de mayor tiempo y libertad para leer y escribir.
El hecho que motivó esta oportunidad es conocido: en Panamá un gobierno progresista ha sido derrotado ‑y expulsado del gobierno‑ por una imprevista ofensiva de la “nueva” derecha. Es decir, esa oportunidad resultó de un fenómeno que hoy también está latente en otras latitudes de nuestra América y que valdrá la pena estudiar.
Como bien decía Omar Torrijos, en política no hay sorpresas sino sorprendidos. No es apenas que esa “nueva” derecha supo ganar sino que nosotros no supimos preverla ni, por consiguiente, prepararnos al efecto. En pocas palabras: confiar en el mérito de viejos laureles sin examinar lo que las nuevas circunstancias exigen ‑para actuar en consecuencia‑ nos ha traído a este punto.
¿Cuáles son las falencias que hacen políticamente abatible a un buen gobierno progresista? ¿Por qué la masa de ciudadanos que en recientes años ha votado por opciones de izquierda es, sin embargo, esquiva para volverse una masa revolucionaria dispuesta a buscar objetivos de mayor aliento histórico?
Y, por otro lado, ¿qué caracteriza a esa “nueva” derecha y qué vacío le vuelve a deparar oportunidades para asaltar el poder político y devolvérselo a la derecha en general?
Desde luego, el ensayo que ahora el jurado decidió premiarme está muy lejos de resolver con propiedad estas preguntas. Apenas dice que el problema está ahí y que las izquierdas latinoamericanas ‑las que han ganado elecciones y también las otras‑ deben ocuparse conscientemente del asunto.
La cuestión es señalar la nuez del problema y concretar eso de “saberlo atender”. Puesto que ya sabemos que las condiciones “objetivas” del tema hace rato están maduras, este ensayo procura examinar los motivos de rezago de las llamadas “subjetivas”. Esto es, considerar el plano específicamente político del asunto y, en particular, el relativo a la formación de una nueva contracultura política que contribuya a construir la necesaria contrahegemonía, esto es, la capacidad que permite convertir ideas en fuerza material.
Cosa que, desde luego, no se puede lograr repitiendo las afirmaciones doctrinarias que otrora nos inspiraron confianza, pero que en lugar de ayudarnos a hacer una revolución, nos acompañaron a lo largo de un trayecto que, al cabo, nos ha traído a la actual situación. Un círculo del que ya toca salir…
Construir esa contracultura no es, entonces, apenas restaurar lo mejor que antes hubo en nuestro pensamiento, sino producir su relevo frente a unas circunstancias que ya no son las de aquellos tiempos. Hace falta reponer, crear, cosa que no se logra sin volver a investigar y proponer (por cierto, en aquellos tiempos se estudiaba mucho más que ahora).
Lo más probable es que al señalar tales cosas este ensayo, a su turno, cometa no pocas equivocaciones. Dirimirlas será más que oportuno, porque proponer mejores respuestas es precisamente lo que hace falta para enriquecer el tema, a fin de encontrar mejores caminos. Al escribirlo, a esto he querido invitar.
Y no diré más, porque seguir diciendo sería como contar el final de la película antes de ofrecer los boletos para el cine.
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