El futuro de los procesos de cambio, las conquistas sociales y la integración múltiple y diversa nuestramericana, emprendidos desde hace más de una década, dependerán, en buena medida, del rol que asuma un Brasil progresista en la construcción de un nuevo equilibrio en las relaciones hemisféricas.
(Fotografía: los presidentes Lula da Silva y Mauricio Funes en San Salvador)
Mientras todavía se celebraba la creación, en México, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), sin Estados Unidos y Canadá, y que evoca los proyectos e ideas unionistas de Simón Bolívar, José Martí o Augusto C. Sandino, Brasil se anotó un nuevo triunfo en la región: la firma de un convenio de cooperación por $500 millones de dólares con El Salvador, país a quien el propio presidente Lula calificó como un socio estratégico para la política exterior brasileña en Centroamérica.
La importancia de este doble movimiento fue retratada con claridad por el Diario Colatino de El Salvador, al expresar en uno de sus editoriales que “lo más importante y estratégico, de la llegada del Presidente Lula a El Salvador, es que puede abrir una relación inesperada de los organismos regionales del sur de América con el istmo centroamericano”[1].
Brasil, que desde el 2008 es observador regional del Sistema de la Integración Centroamericana, consolida ahora su protagonismo como actor geopolítico en el área, lo que ya había dejado claro desde el año anterior cuando recibió en su embajada en Tegucigalpa al presidente Manuel Zelaya: un elemento que Washington no consideró en su diseño y solución del golpe de Estado en Honduras.
Desde nuestro punto de vista, esta ofensiva diplomática de Brasil en América Latina es crucial por, al menos, tres motivos.
El primero, porque la creación de la CELAC constituye un éxito de la diplomacia brasileña en la consolidación de su liderazgo y su proyecto regional, basado en el poder suave y la emergencia pacífica. En efecto, bajo los dos gobiernos de Lula y el Partido de los Trabajadores (PT), Brasil desarrolló una política exterior sólida y coherente, que le permitió aprovechar los espacios dejados por EE.UU. en la región, para forjar alianzas políticas y económicas con los gobiernos de izquierda o nacional-populares que han accedido al poder en nuestros países. Todo esto en momentos en que la potencia norteamericana experimenta una de las peores crisis de hegemonía de su historia.
El segundo, porque la CELAC ofrece la posibilidad, sin precedentes, de constituir un espacio realmente nuestroamericano de integración y toma de decisiones, que contribuya a transformar la lógica de las relaciones internacionales en el hemisferio, configuradas hasta ahora al amparo de la Organización de Estados Americanos y los intereses del imperialismo norteamericano. Esto, sin embargo, no será fácil, pues supone resolver la disputa histórica entre el panamericanismo estadounidense y el unionismo latinoamericano, que por lo demás, hoy tiene numerosas expresiones en los procesos políticos en curso.
De ahí la importancia del liderazgo brasileño, y en particular del presidente Lula, pues, como lo explica Isaac Bigio, “la CELAC estará sujeta a dos presiones polares. Una la que ejercen México, Colombia, Perú, Chile, Panamá, Costa Rica y otros países pro-EEUU (quienes quieren un ente que colabore con Washington y que no cuestione los TLC con éste). Otra es la que persigue el ALBA (quien quisiera que este ente sepulte y remplace a la OEA). El país más grande del nuevo bloque (Brasil) debe servir como puente entre ambos y Chávez ha propuesto que Lula, cuando deje la presidencia brasilera, asuma la jefatura de la CELAC”[2].
Y el tercer motivo: el atinado sentido de oportunidad de este despliegue diplomático. América Latina se encuentra inmersa en una compleja coyuntura, que incluye la crisis política en Argentina y Paraguay y el ascenso de la derecha en Chile; asimismo, el asedio permanente de EE.UU. al bloque de países del ALBA y las nuevas formas de intervencionismo militar, político y económico estadounidense en el Caribe (Haití, especialmente), México, Centroamérica (véanse los casos de El Salvador, Honduras y Nicaragua) y Colombia.
Sin duda alguna, el futuro de los procesos de cambio, las conquistas sociales y la integración múltiple y diversa nuestramericana, emprendidos desde hace más de una década, dependerán, en buena medida, del rol que asuma un Brasil progresista en la construcción de un nuevo equilibrio en las relaciones hemisféricas. Así parece entenderlo el presidente Lula. Así lo entiende también su partido, el PT, que hizo público hace unos días un documento oficial en el que expone su objetivo de “que la izquierda latinoamericana no pierda ningún gobierno a manos de la derecha”[3]. Y a esto apuesta la candidatura de Dilma Rousseff y la proyección de que gobierne Brasil hasta el año 2018.
Por su parte, Washington, con escaso poder de convocatoria fuera del círculo de sus gobiernos aliados –o, mejor dicho, tributarios-, no ofrece otra respuesta más que las maniobras (mediáticas, políticas y militares) de desestabilización y fractura regional, y el apuntalamiento de los proyectos panamericanistas heredados por la administración Bush, en particular, la iniciativa Caminos para la Prosperidad en las Américas: una versión menor de la derrotada Área de Libre Comercio de las Américas.
En esta línea se inscribe la gira que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, emprenderá esta semana por Uruguay, Chile y Brasil, y las reuniones ministeriales y presidenciales que sostendrá en Costa Rica y Guatemala, los días 3 y 4 de marzo.
Se abre así un nuevo capítulo en la disputa entre Brasil y EE.UU, por la hegemonía continental y el equilibrio geopolítico de América Latina.
NOTAS
[1] “Presidente Lula llega con maleta llena de convenios”, Diario Colatino, El Salvador. 26 de febrero de 2010. Disponible en: http://www.diariocolatino.com/es/20100226/editorial/77293/
[2] Biggio, Isaac. “CELAC”, Agencia Latinoamericana de Información, 25 de febrero de 2010. Disponible en: http://alainet.org/active/36375&lang=es
[3] “El Partido de los Trabajadores no quiere vecinos de derecha”, en Página/12, Buenos Aires, 10 de febrero de 2010. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-139932-2010-02-10.html
[1] “Presidente Lula llega con maleta llena de convenios”, Diario Colatino, El Salvador. 26 de febrero de 2010. Disponible en: http://www.diariocolatino.com/es/20100226/editorial/77293/
[2] Biggio, Isaac. “CELAC”, Agencia Latinoamericana de Información, 25 de febrero de 2010. Disponible en: http://alainet.org/active/36375&lang=es
[3] “El Partido de los Trabajadores no quiere vecinos de derecha”, en Página/12, Buenos Aires, 10 de febrero de 2010. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-139932-2010-02-10.html
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