Ponencia presentada en la XI Cátedra Bolívar, Martí y Sandino, “Pensadores Emancipadores de Nuestra América” realizada en la Habana, Cuba, los días 08 y 09 de febrero de 2010.
Manuel Moncada Fonseca / Rebelión
(Fotografía: al centro, Augusto C. Sandino; junto a él, en orden usual, sus comandantes: Francisco Estrada, Santos López, Juan Pablo Umanzor y Sócrates Sandino)
La derecha criolla declara que Sandino es, a secas, de todos los y las nicaragüenses. No tenemos nada que objetar a semejante aseveración, salvo el hecho de que el Padre de la Nación para todos y todas; el inspirador de la creación del FSLN en 1961 y de la Revolución Sandinista que triunfa el 19 de julio de 1979 y se mantiene hasta nuestros días cada vez más fuerte, no tiene nada que ver con los oligarcas, opresores y traidores a la causa libertaria del pueblo nicaragüense. En consecuencia, Sandino no es de los y las nicaragüenses sin excepción. Por el contrario, es de los que aman sin reservas a la nación entendida como pueblo, como mayorías, como marginados y oprimidos. Es del pueblo, de nadie más. Cualquier otra versión de las cosas relativas al héroe representa una flagrante deformación de su gesta que debe ser invariablemente rechazada. Examinaremos a continuación sus propios escritos para darle soporte a nuestros planteos.
I. Inteligencia, sensibilidad y entrega total a la lucha
Sólo un ser sensible, inquieto ante lo que ocurre a su alrededor y en todo el planeta con los pueblos en su totalidad, puede sentirse constantemente desilusionado ante lo que observa allí donde llega, en cualquier país donde se encuentre.
Sólo una persona así, con auténtica fibra humanista, puede apreciar que los hombres “… de gran mentalidad, se ensoberbecen con frecuencia”, olvidándose de su condición de mortales al “traficar con la justicia y con la carne humana”; sólo un ser así, como él, puede comprender cómo “las buenas doctrinas son menospreciadas por hombres sin escrúpulos”, en función de alcanzar prebendas. Sólo alguien capaz de indignarse por completo ante las injusticias sociales, puede tener la conciencia plena necesaria para moverse en contra de la inacción y la indiferencia ante semejante orden de cosas. (1: 69-70)
Más aún, sólo una persona sensible y de mente amplia puede tener la certeza de lo imprescindible que resulta guiarse siempre por las circunstancias históricas y no por subjetivismos de una u otra índole. Sólo alguien por entero comprometido con la justicia popular puede contar con la más firme determinación para luchar hasta el final por esa causa. En las décadas del veinte y del treinta del siglo XX, entre los nicaragüenses, Sandino reúne, más que ningún otro, todos esos atributos, inteligencia, sensibilidad, determinación para luchar hasta el fin y necesidad constante de escudriñar cotidianamente la realidad impuesta a los pueblos del continente americano, en particular, al nicaragüense. Por eso, el héroe refiere que, en México, junto a un grupo de espiritualistas, “día a día”, comenta “la sumisión de nuestros pueblos […] ante el avance hipócrita o por la fuerza del asesino imperio yanqui.” (1:79)
Sólo alguien con sensibilidad, gran inteligencia, resolución y permanentemente inquieto puede aprender rápido a conocer al enemigo de clase; a desentrañar su verdadera faz. Por ello, Sandino expresa que colocado ya en el teatro de los acontecimientos; esto es, incorporado en las filas de la Guerra Constitucionalista de 1926-1927, durante la cual crea su propia columna (la Segoviana), se encuentra “con que […] conservadores y liberales, son una bola de cobardes, canallas y traidores”, incapaces de “dirigir a un pueblo patriota y valeroso” como el nicaragüense.
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