Los venezolanos
tienen, nuevamente, la posibilidad de decidir,
en este caso, quiénes serán sus gobernadores. Como en todo proceso de este
tipo, las encuestadoras avanzan vaticinios y tendencias, pero lo más claro de
todo es que la debacle del chavismo, que tanto y tan reiteradamente se anuncia,
está lejos de suceder.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Este domingo 15 de
octubre los venezolanos han sido convocados a una nueva ronda electoral. Se
efectuarán tras un período de aguda exacerbación de la violenta estrategia
golpista de la oposición que, tras anunciar la inminente caída del presidente
Nicolás Maduro, se retiro a sus cuarteles de invierno y anunció, sin el más
mínimo rubor, que participaría en las elecciones.
Como por arte de
magia desparecieron las “guarimbas”, los encapuchados, los disfrazados con
máscaras antigases, los cierres de calle y toda la parafernalia de la
“sublevación popular” de -Víctor Jara dixit- las casitas del barrio alto. El
Consejo Nacional Electoral venezolano, impecable como siempre,
puso en marcha un cronograma que ha venido cumpliendo cabalmente, incluso
anticipándose en el alcance de sus objetivos, y todo se encuentra preparado
para el día de la votación el domingo 15 de octubre.
Los venezolanos
tienen, nuevamente, la posibilidad de decidir,
en este caso, quiénes serán sus gobernadores. Como en todo proceso de este
tipo, las encuestadoras avanzan vaticinios y tendencias, pero lo más claro de
todo es que la debacle del chavismo, que tanto y tan reiteradamente se anuncia,
está lejos de suceder. Es posible que tenga retrocesos, que ceda espacios, pues
la situación apremiante en la que se encuentra sumido el país no es de poca
monta, pero no se tratará nunca de los resultados apocalípticos que quisiera la
oposición venezolana, los Estados Unidos, la OEA con Almagro a la cabeza, la
trilogía de presidentes “democráticos” de México, Colombia y Perú, y los
ridículos expresidentes latinoamericanos que fueron a tomarse fotos con los
guarimberos hace poco.
Estas elecciones
venezolanas no hacen más que reiterar una de las características sobresalientes
del proceso que se impulsa en ese país desde hace más de una década: su
vocación democrática; que, por demás, no se circunscribe solamente a las
elecciones de este tipo, sino que abarca un creciente protagonismo popular en
la toma de decisiones que incumben a la población en sus distintas expresiones,
comunal, municipal, campesino, obrero o barrial.
Se trata de la
construcción de lo que ellos han dado en llamar una democracia participativa y
protagónica, que va más allá de las elecciones del tipo que ahora comentamos,
aunque las incluyen.
Tibisay Lucena,
presidenta del Consejo Nacional Electoral dio los números recientemente de la
cantidad de ciudadanos incorporados al proceso en calidad de apoyo como fiscales,
técnicos, apoyo logístico, etc., lo que pone en evidencia la seriedad con la
que asume su responsabilidad.
La oposición,
mientras tanto y para variar, se presenta dividida, no solo entre los que
siguen apostando por la vía del boicot y la violencia y los
que apuestan por ir a elecciones, sino por intereses personalistas. Se cortan
la cabeza entre ellos y enfrentan la apatía de sus seguidores, cansados de
tanto cambio de táctica y estrategia, de tantos ires y venires y de tanta
manipulación.
Habría que preguntar
cuánta gente fuera de Venezuela sabe sobre estas elecciones. Así como durante
los meses en los que las guarimbas asolaron el Este de Caracas parecía que todo
lo que sucedía en América Latina se concentraba en los alrededores de la Plaza
Altamira, ahora no dicen ni pío. Cosas veredes, Sancho amigo, vericuetos de la
“prensa democrática”.
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