El gobierno
mexicano se encuentra entonces frente a la disyuntiva de abandonar las
negociaciones o aceptar un acuerdo desastroso que profundizaría nuestra
subordinación con Estados Unidos, tomando en cuenta que habrá elecciones
presidenciales el próximo año.
"Renegociación del TLCAN", de Helguera (tomado de La Jornada). |
Ulises
Noyola Rodríguez / ALAI
La
renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
finalmente ha llegado a una etapa decisiva en la cual México podría recibir un
duro golpe contra su soberanía nacional y profundizar su subordinación económica.
El eventual estallido del TLCAN, no obstante, es probable en la cuarta ronda de
negociaciones debido a que ambos países abordarán asuntos clave que incluyen,
entre otros, los estándares laborales, las reglas de origen y la permanencia
del capítulo diecinueve.
Con
respecto a los estándares laborales, la posición estadounidense sostiene que
los salarios bajos de México atraen la inversión norteamericana, lo que socava
la creación de empleos en Estados Unidos. Dicha afirmación es cierta ya que la
brecha salarial entre México y Estados Unidos es enorme, tomando en
consideración que los salarios mínimos por hora son 0.5 y 7.2 dólares
para ambos países respectivamente.
Sin
embargo, las propuestas laborales de Estados Unidos y Canadá, de acuerdo con el
ministro mexicano de Economía, Ildefonso Guajardo, no incluyeron un aumento del
salario mínimo de México, sino que solamente plantearon respetar los derechos
laborales presentes en la Organización Internacional del Trabajo (OIT)[1]. Dichos derechos involucran la libertad de
asociación colectiva, la eliminación del trabajo forzoso e infantil y la
abolición de la discriminación laboral.
Es
importante destacar que el salario mínimo diario de México está ubicado en 80
pesos, cantidad que es insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de
los mexicanos con respecto a la alimentación, la salud y la educación. Lo
anterior viola los acuerdos internacionales que el gobierno mexicano ha
ratificado como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre[2].
La
propuesta estadounidense es, por tanto, demasiado débil ya que no obliga al
gobierno mexicano a cumplir por lo menos con la Constitución que estipula que
el salario mínimo debe ser suficiente para satisfacer las necesidades básicas
de los trabajadores y proveer educación básica para sus hijos. Esta violación
es flagrante incluso para las instituciones públicas como la Secretaría del
Trabajo, que señaló que es totalmente viable un incremento del salario mínimo
sin que tenga consecuencias negativas sobre la economía mexicana[3].
La
justificación del gobierno mexicano para mantener el salario mínimo tan bajo
durante varios años ha sido controlar la inflación[4], pero el poder adquisitivo del salario mínimo se encuentra casi
pulverizado anulando completamente cualquier incidencia sobre la inflación.
Cabe recordar que el poder adquisitivo del salario mínimo se redujo un 70% en los
últimos cuarenta años, situándose como el salario más minúsculo de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La
verdadera razón por la cual el salario mínimo se ha mantenido en niveles
inhumanos es porque amenaza la rentabilidad del sector exportador en México. El
sector exportador, en un contexto de crisis mundial, no tolerará ningún
incremento salarial, sino que, por el contrario, buscará medios de intensificar
la explotación de los trabajadores a través de jornadas laborales prolongadas,
la disminución de los salarios y la destrucción de los beneficios sociales.
La
sobreexplotación de los trabajadores mexicanos resulta descomunal dado que
nuestros salarios ya son inferiores que las remuneraciones en China, lo cual afecta
la expansión del mercado interno, la inversión nacional y la productividad
laboral. Lo peor es que la generación de empleos se ha concentrado en los
sectores con una menor remuneración económica durante el gobierno de Enrique
Peña Nieto[5].
En cuanto a
las reglas de origen, la propuesta norteamericana insiste en incrementar la
participación de Estados Unidos en el valor del comercio intrarregional del
TLCAN a través del el aumento del contenido regional a 85% en el sector
automotriz y la creación de un nivel mínimo de contenido estadounidense, pero
sin crear un contenido aceptable para la participación de México. La
justificación de esta propuesta asimétrica por parte del gobierno
norteamericano se basó en que la mayor pérdida de valor en el comercio intrarregional
corresponde a la participación de Estados Unidos como resultado de la irrupción
de China en el mercado estadounidense[6].
El país más
golpeado por el endurecimiento de las reglas de origen sería México ya que
reforzaría su relación comercial con Estados Unidos y por consiguiente estaría
aún más aislado de regiones importantes como Asia. Al mismo tiempo, las
exportaciones norteamericanas podrían incrementarse hacia México resolviendo
parcialmente su déficit comercial, en contraposición con el empeoramiento de
nuestra relación comercial con Estados Unidos y el subsiguiente aumento de
nuestras obligaciones financieras con el resto del mundo.
Además del
cambio de las reglas de origen, el gobierno mexicano se encuentra negociando la
eliminación del capítulo diecinueve del tratado comercial, que se encarga de
abordar la solución de los conflictos comerciales entre los países miembros del
TLCAN. Los conflictos comerciales, hasta este momento, han sido resueltos por
tribunales independientes, pero el gobierno de Donald Trump desea dirimir las
controversias comerciales en tribunales estadounidenses a fin de defender la
soberanía de Estados Unidos.
La
resolución de las controversias comerciales en tribunales estadounidenses
solamente empeorará nuestra relación comercial con Estados Unidos, puesto que
las autoridades estadounidenses ya exigen elevados estándares de calidad en los
productos mexicanos, apoyan de manera indiscriminada a sus agricultores y
rechazan frecuentemente las exportaciones mexicanas por razones injustas. En
consecuencia, la eliminación del capítulo diecinueve proporcionará más poder a
Washington para rechazar los productos mexicanos y exacerbará nuestra
subyugación económica bajo los tribunales norteamericanos.
La única
salvación del gobierno mexicano provendría del apoyo de Canadá, cuyos
representantes expresaron su desacuerdo en eliminar el capítulo diecinueve y
amenazaron con abandonar la renegociación, si Estados Unidos permanece firme en
llevar a cabo la resolución de las controversias comerciales en los tribunales
estadounidenses[7]. El
gobierno estadounidense cedería entonces en preservar el capítulo diecinueve
frente a la presión de ambos socios comerciales de abandonar la renegociación.
Aunque la
dependencia de la economía mexicana con Estados Unidos corre el riesgo de
volverse más caótica, el gobierno mexicano no ha mandado una señal contundente
de tener preparado un Plan B con respecto a la diversificación de sus
relaciones comerciales. Las autoridades mexicanas solamente anunciaron
que diversificarán la compra de granos con Brasil y Argentina, en tanto
que el Acuerdo de Asociación Transpacífico sin Estados Unidos y la
modernización del tratado comercial con la Unión Europea son acuerdos sin
ninguna perspectiva positiva para México.
Por otro
lado, la estrategia de utilizar a China como un contrapeso es improbable en el
corto plazo, ya que la implementación de un acuerdo de libre comercio con el
gigante asiático desencadenaría un considerable aumento del déficit comercial.
El gobierno mexicano contempla así la posibilidad de crear únicamente un
Acuerdo de Asociación Económica con China, lo cual implica la apertura gradual
de las transacciones comerciales y el aumento de las inversiones entre México y
China[8].
El gobierno
mexicano se encuentra entonces frente a la disyuntiva de abandonar las
negociaciones o aceptar un acuerdo desastroso que profundizaría nuestra
subordinación con Estados Unidos, tomando en cuenta que habrá elecciones
presidenciales el próximo año. De forma inevitable, el gobierno terminará de
perder su poca legitimidad por no estar preparado para la renegociación del
TLCAN ni tampoco conseguir el apoyo de los mexicanos para enfrentar a la
administración de Donald Trump.
- Ulises
Noyola Rodríguez es colaborador del Centro de Investigación sobre la
Globalización.
NOTAS:
[1] Reuters.
NAFTA labor talks focused on rights, not salaries: Mexico. Fecha de
publicación: 9/10/2017.
[2] Frente a la pobreza. Salario mínimo
suficiente. Fecha de publicación: 2016.
[3] El Financiero. Hay condiciones para subir
salarios mínimos: STPS. Fecha de publicación: Mayo, 2017.
[4] CONASAMI. Razones que explican el rezago
del poder adquisitivo del salario mínimo. Fecha de publicación: 2017.
[5] Centro de Estudios Económicos del Sector
Privado. Análisis Económico Ejecutivo. Fecha de publicación: Febrero, 2017.
[6] Departamento de Comercio. Trade In Value
Added: Declining U.S.-Produced Content in U.S. Imports from NAFTA. Fecha de
publicación: Septiembre, 2017.
[7] The Globe and Mail. Canada, U.S. aim for
NAFTA deal by end of year as Round 2 begins. Fecha de publicación: Agosto,
2017.
[8] Senado de la República. Viable un Acuerdo
de Asociación Económica con China, ante incertidumbre por la renegociación del
TLCAN. Fecha de publicación: Septiembre, 2017.
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