Señor
Trump, no somos ignorantes de nuestra historia aunque pretendan robarnos la
memoria; sabemos quiénes y cómo se ha generado la crisis ecológica y humana que
padece el mundo, sabemos en carne propia lo que significa la palabra
imperialismo, sin importar que con grandes sumas de dinero implanten en las
universidades del continente líneas de pensamiento enajenante que buscan negar
la verdad.
Cristóbal León Campos / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Mérida, Yucatán. México.
Señor
Donald Trump:
Sirvan
estas líneas para expresar inequívocamente el rechazo total y consciente a las
políticas de confrontación, racismo, discriminación, explotación, injerencia
imperialista y claro genocidio que Usted representa y practica, los pueblos del
mundo no buscamos la guerra como Usted lo hace ni pretendemos imponer a otros
la forma particular que nos caracteriza al entender e interpretar el mundo. La
humanidad con toda su diversidad y riqueza busca sobrevivir frente a las
condiciones de violencia y opresión que durante siglos gobiernos como el suyo
han impuesto, dividiéndonos con fronteras y nacionalismos sustentados por el
odio y el culto al fanatismo, separándonos en clases sociales que se confrontan
como sostén del sistema capitalista que por naturaleza y origen es inhumano.
Las
voces que hoy alzamos para rechazarle a Usted en todo el mundo, son las mismas
que alzamos para denunciar y resistir el constante deseo de exterminarnos que
ha guiado la política de su país desde su constitución como nación
convirtiéndola en el imperio que ahora se desquebraja y que Usted dirige,
sabemos muy bien que al escribirle lo hacemos también a quienes le precedieron
y a quienes acompañan y aplauden sus medidas, ya sea porque estén gobernando
alguna otra nación imperialista o lacaya, o ya sea porque simplemente disfrutan
el sabor cruel de la codicia. La violencia con que Usted busca imponer su forma
de ver el mundo, sus intereses y los del imperialismo estadounidense, es la
misma violencia que ha invadido a nuestros países, que nos ha hecho por muchos
años dependientes, que ha impuesto dictaduras y condenado al dolor a millones
de seres humanos, no crea que hemos olvidado los asesinatos ni las
desapariciones forzadas, mucho menos la tortura y la represión aún hoy
presente, seguimos buscando los fragmentos y los rostros que nos arrancaron en
nombre de eso que con todo el cinismo posible llaman “democracia y libertad”.
Señor
Trump, no viene usted a sembrar el miedo ni el pánico, no viene a tampoco a
procurarnos la desolación, nuestros pueblos se forjaron al calor de la batalla,
en la lucha por la independencia y la soberanía, esas grandes hazañas guiadas
con la luz de Simón Bolívar, José Martí, Sandino, Miguel Hidalgo, Benito
Juárez, San Martín, Fidel Castro y el Che Guevara entre muchos otros hombres y
mujeres, son las conquistas que hoy busca Usted con sus aliados arrebatarnos
para convertirnos en nuevas colonias y saquearnos, sobre-explotarnos y
destruirnos. Es Usted el símbolo de la muerte, representante de los cuatro
jinetes de la apocalipsis. Desea doblegar nuestra dignidad con amenazas, con
golpes de Estado, con intervenciones militares, con propaganda vulgar generada
por las grandes corporaciones mediáticas a su servicio; al servicio del
capitalismo. ¿Por qué se empeña en sofocar a pueblos libres y soberanos como
Cuba y Venezuela con bloqueos económicos genocidas? ¿Por qué si por todo el
mundo y a lo largo de la historia de su nación han pregonado ser los defensores
de las libertades y la democracia insisten en intervenir en países que viven
verdaderos procesos democráticos emanados de sus pueblos como sucede en
Venezuela? ¿Por qué les duele tanto la libertad y la soberanía de las naciones
latinoamericanas? No somos ingenuos, Usted no se cree su propio discurso, sabe
muy bien lo que hace y quienes le acompañan también lo saben, a ustedes la
historia no los absolverá de nada, muy al contrario, la historia los condenará
por todos sus crímenes lesa humanidad
y todo el daño que han causado al planeta y a las culturas, nosotros, lo
pueblos sabremos resistir como lo hemos hecho desde siempre. Usted, señor
Trump, nunca conocerá el verdadero significado de las palabras dignidad,
justicia, solidaridad, amor y paz, pues Usted y quienes le acompañan
representan en su totalidad absolutamente lo contrario: son los agentes provocadores
de la crisis que vivimos.
¿Por
qué se empeña en discriminar a los inmigrantes mexicanos y centroamericanos?
Parece disfrutar enjaular a los niños y separarlos de sus padres sabiendo el
daño que se les causa, fomenta con sus discursos de odio y racismo la
persecución y el asesinato de inmigrantes en la frontera de su país, sabe muy
bien de los grupos extremistas que armados patrullan la línea divisoria de las
dos Américas. Resulta necesario reconocer que a pesar de que nuestros pueblos
no buscan las divisiones y reconocen hermandad en quien les tiende la mano de
la concordia, es imposible no reconocer que sigue siendo justa la distinción de
Martí al hablar de la América sajona y de Nuestra América, pues por un lado
está la América imperialista que busca imponerse, pisotear y dominar sin
importar las formas para lograrlo y, por el otro lado, la América nuestra que
se edificó de la tragedia misma y que de ella resurgió para redefinirse en lo
que somos; un conjunto de pueblos hermanados por la historia y por nuestra
realidad compartida. ¿Por qué pretender amedrentar al pueblo y gobierno de
México mediante medidas económicas como la imposición de aranceles a los
principales productos comerciados? ¿Acaso en verdad ignora usted el daño que
han causado las políticas capitalistas en toda Latinoamérica obligando a
millones de seres humanos a abandonar sus lugares de origen? ¿Ignora usted que
es precisamente su país, los Estados Unidos, quien ha difundido, promovido e
impuesto esas políticas a través de las prácticas ya descritas? ¿Desconoce
Usted que la migración que se observa en América Latina en su mayoría es de
carácter económico resultado de la precariedad y sobre-explotación humana y de
los recursos naturales? No señor Trump, no puede engañarnos, Usted es consciente
del daño que han causado y lo oculta con el descaro propio de un tirano.
Señor
Trump, no somos ignorantes de nuestra historia aunque pretendan robarnos la
memoria; sabemos quiénes y cómo se ha generado la crisis ecológica y humana que
padece el mundo, sabemos en carne propia lo que significa la palabra
imperialismo, sin importar que con grandes sumas de dinero implanten en las
universidades del continente líneas de pensamiento enajenante que buscan negar
la verdad. No hay forma de ocultar lo que se observa tan claramente en las
llagas aún abiertas de Nuestra América, sabemos que el imperialismo significa
devastación y que Usted es por ahora el dirigente. Su deseo como de quienes le
acompañan y aplauden es el de vernos de rodillas, callados y sometidos. Es
verdad que en nuestras propias patrias hemos tenido y tenemos cómplices del
imperialismo, hay quienes prefieren el brillo falso del alago que el sincero
resplandor del origen humilde, pero a pesar de ellos, nuestra dignidad está
intacta. Señor Trump, seamos claros, la única forma de frenar la migración por
causas económicas es la erradicación del capitalismo y desde luego del
imperialismo, pero además, no olvide jamás que la migración es un derecho
humano y es obligación de los pueblos defender sus derechos. La soberanía de
nuestras naciones no se negocia, se respeta y se asume. A lo largo de la
historia se ha demostrado que los imperios se derrumban y los pueblos se erigen
por sobre sus ruinas, nuestras naciones desean la paz, pero eso no significa ni
significará jamás que permitiremos ser sometidos, ninguneados y humillados.
Señor
Trump, exigimos el fin del hostigamiento, el fin de las amenazas y violaciones
de los derechos humanos que el imperialismo estadunidense comete en todo el
mundo, exigimos el fin de los bloqueos económicos y las medidas genocidas, el
fin de toda injerencia imperialista de los Estados Unidos en Latinoamérica y en
el mundo, exigimos respeto a nuestras naciones y culturas, respeto a la vida
humana y a la naturaleza, respeto a su propio pueblo, un pueblo hermano alejado
en muchos sentidos por las políticas y los discursos que ponderan la soberbia
en vez de la armonía. Es tiempo ya de dejar atrás las guerras, invasiones y
golpes de Estado, es el tiempo de las naciones y las culturas libres,
autónomas, soberanas y autodeterminadas, es el tiempo de poner fin a los
imperios y dar paso al gobierno de los pueblos.
Mérida,
Yucatán a 5 de junio de 2019
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