sábado, 22 de junio de 2019

La Copa América y los sorbos amargos de Bolsonaro

La expresión latina conocida por muchos, “panem et circenses”, que literalmente significa "pan y circo", describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a su población u ocultar hechos controvertidos y prácticas no atinadas, provee a su gente de alimento y entretenimiento.

José A. Amesty R. / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

Se le llama en España, "pan y toros". "Pan y espectáculo" en Rusia. En Roma, se le llamó "pan y juegos del circo". En ésta última, era una práctica romana de proveer trigo gratis a los ciudadanos romanos, así como costosas representaciones circenses y otras formas de entretenimiento, como medio para ganar poder político a través del populismo.

Esta parece ser la actitud de Jair Messias Bolsonaro, presidente de Brasil, al ser sede de la Copa América, y  llevar a cabo la celebración y organización de los partidos de fútbol de este reconocido torneo.

Aunque el fútbol tiene como fin entretener, se le considera también una distracción, atrayendo la atención de la población, sobre todo de los sectores populares, cuando más despierto se le quiere, como cuando hay elecciones, cuando hay problemas de un mandatario recién electo, cuando esperan se cumplan sus ofertas de campaña electoral, entre otras.

Y es que indigna, que con algo tan simple, la población,  pueda dejar de poner atención a los temas de política, seguridad, economía y más; indigna que al fútbol lo defiendan con alma y corazón, pero sus derechos no; indigna que un balón tenga más poder sobre ellos que cualquier otra cosa. 

Y es que, asimismo,  mientras la población brasileña agoniza entre crisis, hambre, desastres y recortes en todo tipo de derechos sociales, la mafia que domina el deporte incrementa la inversión en un vergonzante negocio empleado para enriquecer a unos pocos, distraer a la población de la realidad, dividir y enfrentar a la gente y destrozar la vida y la salud de muchos deportistas de élite, que son víctimas avocadas a doparse masivamente para acceder a los inhumanos niveles de competitividad exigidos, entrando en una nefasta espiral destructiva.  

A Bolsonaro le interesó, en este momento crítico, montar la Copa América para distraer a la población brasileña, de su precaria situación política, económica y social, entre otras, en la que se encuentra su gestión de gobierno. Necesita que Brasil, olvide sus primeros desaciertos, como por ejemplo, el nombramiento de Damares Alves, como ministra de Derechos Humanos, los discursos de esta dama, supuestamente humanistas y científicos, enaltecen exageradamente los valores y parcializándose por la iglesia evangélica.  

Así como el nombramiento de uno de sus hijos, senador sin cargo, Flavio Bolsonaro, quien fue investigado de inmediato por corrupción.

Al igual del papel de los militares en el gobierno, como es el caso del general Hamilton Mourão, en la Vicepresidencia de su gobierno, cuando estos sectores no tienen el menor interés en cortar los vínculos con la clase política brasileña.  

A Bolsonaro, parecen haberle quedado grande temas como la desigualdad social y la violencia en las calles. Necesita afrontar el tema de la edad de la jubilación en el sistema de seguridad social, no sería extraño, que a mitad del torneo de futbol, tome esta medida, y los cotizantes ni se enteren o sepan que pasó.

Jair Messias, tiene que aparentar normalidad  y encubrir que no conoce las reglas del juego político brasileño. Un gobierno que trata de apartarse de cualquier ideología, pero que sus actos son de una clara derecha extrema.

Tiene que hacer olvidar sus promesas de campaña electoral: desempleo creciente, niños y adolescentes en pobreza, niños y niñas fuera de la escuela, desigualdad entre alumnos de escuelas públicas y privadas, el problema de viviendas inconvenientes. 

Asimismo, quiere que la población no vea su incapacidad para nombrar verdaderos ministros y ministras, quienes no están vinculados al sistema político usual.

Otro tema para obviar, es el problema de las políticas salariales, al no aplicar sueldos justos y adecuados a la gestión de sus subordinados.

En general, esta Copa América a Bolsonaro le ha caído como anillo al dedo, para tratar de minimizar su gestión política, su incapacidad de liderazgo y su falta de buscar el consenso en las decisiones oportunas e importantes para su gobierno y el pueblo brasileño.

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