Las
elecciones de 2019 serán nuevamente una oportunidad pérdida para crear un
frente unitario en torno a la lucha contra la corrupción, la injusticia social,
la depredación ambiental, la violencia y sus causas sociales entre otras cosas.
Carlos
Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla,
México
He revisado
una gráfica de cómo quedará la boleta electoral para las elecciones
presidenciales que se celebraran en Guatemala el 16 de junio de 2019. Habrá 20 partidos cada uno con un candidato o
candidata presidencial propio en una
dispersión que me resulta impresionante. Lo primero que puede pensarse es si es bueno o malo que
proliferen como hongos en la humedad los partidos políticos. He leído
aseveraciones con respecto a que debería restringirse la inscripción de los
mismos haciéndose más severas las
condiciones para su inscripción. En el caso de México, el malestar que genera
el hiperpartidismo está asociado al hecho de que los partidos registrados
reciben un subsidio estatal acorde con la cantidad de votos obtenidos. Estos
fondos son exagerados y generan fenómenos perversos como una partidocracia que
actúa como burocracia dorada cada vez más ajena a los principios y doctrinas
que supuestamente deben regir a los partidos. En el caso de que no reciban
subsidios estatales, el riesgo es que estos partidos busquen financiamiento
ilícito como ha sucedido en Guatemala en donde
síntoma de ello han sido los diversos escándalos y encarcelamientos
observados.
En todo caso
me parece riesgoso pronunciarse por una limitación a la proliferación de
partidos porque ello entraña un riesgo a la democracia. Más bien lo que quiero resaltar en esta ocasión son las condiciones que en
países como Guatemala explican que existan 20 partidos y 20 candidatos
presidenciales. En la Guatemala que yo viví como infante y adolescente hubo pocos partidos. Esto no necesariamente era una bondad sino
reflejo de las restricciones dictatoriales. Pero aun así podíamos ver a
partidos articulados congruentemente a una ideología y una mística doctrinaria:
el MLN (anticomunismo cerval), el PID (igualmente además de estar asociado a la
casta militar), el PR (la socialdemocracia de derecha), la DC (el pensamiento
socialcristiano), el FUR antes URD (socialdemocracia de izquierda) y en la
clandestinidad el PGT (comunista). Me pregunto
¿Cuáles son las vertientes doctrinarias e ideológicas de los 20 partidos
de ahora? Por lo que he leído en los medios de comunicación la mayor parte de
ellos son partidos que emiten lugares comunes impregnados de neoliberalismo.
Acontece en esta época neoliberal que en un sistema de partidos tan volátil
como el guatemalteco, la mayor parte de los
partidos son grupos organizados para acceder al botín del Estado y si no
les alcanza, negociar prebendas con los ganadores.
Por mi
definición ideológica, lo que me resulta descorazonador es la dispersión y
división de partidos que van desde el centro-izquierda hasta la izquierda. Las
elecciones de 2019 serán nuevamente una oportunidad pérdida para crear un
frente unitario en torno a la lucha contra la corrupción, la injusticia social,
la depredación ambiental, la violencia y sus causas sociales entre otras cosas.
No solamente el Pacto de Corruptos se encargó de descabezar la opción más
viable que se le oponía, sino los mismos actores del centro hacia la izquierda
hicieron prevalecer el “más vale solos que mal acompañados”. Triste y repetida
historia.
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