sábado, 24 de julio de 2021

Dejen vivir a Cuba

 En esa simple pero contundente frase se expresa un clamor mundial del que el principal responsable de que no sea posible se hace el de los oídos sordos. 

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica


¿En qué se diferencia la política de Biden de la de Trump hacia Cuba? Solamente en que en algún momento se pensó que Biden, proviniendo de un partido político en donde también están personajes como Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders, tal vez podría hacer algo por devolver la cordura a la sempiterna política de bloqueo y agresión contra la isla.

 

Como se ha podido constatar, fueron vanas las esperanzas. Todos los apretones de mano, las fotografías de los Obama por las calles de la Habana Vieja y los más de dos años de negociaciones quedaron en humo, en palabrería fatua que sin ningún rubor la administración Biden ha echado por la borda sin ningún miramiento, incluso desdiciéndose de lo que él mismo había dicho previamente en la campaña electoral. Pero, como ya lo sabemos, la ejemplar democracia norteamericana no le pide cuentas a quien miente o lanza globos de distracción al viento mientras está en la carrera electoral y luego se desdice o hace lo contrario. 

 

Cuba ha tenido que hacer malabares para tratar de burlar ese bloqueo durante más de 60 años. No sabremos nunca si se habría integrado al sistema de comercio socialista expresado en el CAME en la década de los sesenta, o si su opción ideológica habría sido la que asumió si no hubiera tenido la inmensa presión del bloqueo. 

 

Parecía que en la administración de Barack Obama por fin alguien se había dado cuenta que, incluso para los intereses estadounidenses, era contraproducente lo que estaban haciendo, y Biden también parecía ser parte de esa toma de conciencia. Pero no, no lo era. Retomó algunas políticas en cuyo impulso se había visto involucrado en esa administración en la que fue vicepresidente, como la que ahora tiene para Centroamérica, pero en lo referente a Cuba no ha hecho más que continuar lo que impulsó ese ser obtuso que es Donald Trump.  

 

Y ahora, con lo que ha sucedido en los últimos días, menos dará marcha atrás. Debe estar contentísimo, como estuvo Kennedy cuando la invasión de Playa Girón, pensando que ahora sí tiene a las puertas lo que tanto han ansiado él y sus predecesores. En el momento en que usted lee estas líneas, un fin de semana de finales del mes de julio de 2021, Joe Biden debe estar degustando un güisqui en algún cómodo sillón de su residencia presidencial, bien apoltronado, mientras los cubanos sufren penurias indecibles para conseguir su sustento diario. 

 

Ese es el mundo en el que vivimos, el que se llena la boca con la palabra democracia o libertad en hemiciclos bien iluminados, convenientemente ventilados o calentados mientras hincan la rodilla en su cuello para no dejarla respirar, o se hacen los tontos de que Nigeria no haya podido vacunar contra el Covid-19 ni a un 1% de su población mientras ellos ya están acaparando para una tercera dosis. 

 

En la AUNA-Costa Rica hemos visto cómo funciona ese bloqueo. Hemos intentado, con nuestras exiguas posibilidades, enviar dinero o jeringas para echarles una mano, pero las vías que hay que seguir para tratar de evadirlo son tortuosas. No hay banco que acepte una transferencia ni compañía de transporte dispuesta a llevar nada, ni un mínimo paquete, para no exponerse a ser sancionada. Es como sentarse en las graderías del circo romano a ver cómo los leones devoran a los cristianos.  

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