sábado, 18 de diciembre de 2021

Argentina: El coronel Manuel Dorrego y el curioso homenaje de los que lo hubieran repudiado en vida por populista

 Dejen las derechas en sus versiones fascistoides o crudamente liberales con bastantes vasos comunicantes entre sí, descansar tranquilo al glorioso mártir popular Manuel Dorrego.

Carlos María Romero Sosa / Para Con Nuestra América

Desde Buenos Aires, Argentina


El filosofo francés neokantiano Charles Renouvier, mixturó  la utopía con la historia, algo  que denominó Ucronía,  tal el término con el que tituló su libro publicado en 1876 sobre el tema. Luego varios otros autores, incluso argentinos como el politólogo Rosendo Fraga,  han desarrollado lo que ahora se denomina historia contrafáctica, un género que permite fantasear otras realidades sobre la base de desviar una línea del pasado; modificación que como en un cambio de riel ferrocarrilero, conduciría a otro destino imaginario  ya sea a un país o a la humanidad toda.

 

Ningún parecido ejercicio intelectual pretendemos hacer aquí. Apenas suponer qué pensarían los actuales políticos “republicanos”, por ejemplo sobre el Coronel Manuel Dorrego (1787-1828), de quien se acaban de cumplir 193 años de su destitución y fusilamiento instigado por los representantes de la cultura europeizante como Juan Cruz Varela, Salvador María del Carril y los rivadavianos de “casaca negra” del tipo de Valentín Gómez y el sacerdote Julián Segundo de Agüero.  

  

No es novedad alguna que igual que el orbe todo, la República Argentina está dividida entre los ultra poseedores y los desheredados de la tierra. Lo estuvo desde sus mismos inicios como nación al no prevalecer el ideario de los padres de la Patria más revolucionarios manteniéndose intocable la fortuna de los comerciantes hecha a contrabando y de los terratenientes construida sobre el sudor de indios y peones jornaleros semiesclavos. Ganaron las oligarquías con sus tentáculos financieros, sobre el pueblo trabajador o en la actualidad desempleado debido a la expulsiva política económica capitalista. 

 

Por lo mismo es lástima que el creador de la bandera, Manuel Belgrano, no haya podido con su espada cumplir la advertencia que hoy esos “republicanos” y fustigadores del “pobrismo”,  o sea de la ayuda social a los excluidos del sistema, llamarían demagogia socialistoide, chavismo y cristinismo duro: “Que no oiga yo que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es solo para los ricos”.

 

Va lo antedicho porque me ha asombrado leer estos días  en los medios gráficos concentrados, cuya razón de ser es destilar veneno contra los gobiernos democráticos -para su gusto “populistas”- de Latinoamérica y calumniar a Cristina Kirchner, las noticias de homenajes y recordatorios al Coronel Manuel Dorrego, un Héroe de la Independencia Nacional, un teórico del federalismo consubstanciado con la ideas americanistas de Simón Bolivar y Gobernador  de Buenos Aires, cuyo fusilamiento después de la batalla de Navarro fue tan celebrado por los poderosos de la época, hasta destilar su odio de clase antes que Carlos Marx y Federico Engels trabajaran la temática del antagonismo entre los sectores sociales,  en versos como los citados por Manuel Gálvez en su biografía de Juan Manuel de Rosas: “La gente baja ya no domina/ y a la cocina se volverá”.                                         

 

De intentar otra vuelta de tuerca a nuestra historia,   cabe entre otras interrogaciones de respuestas contrafácticas, la de qué harían los actuales opositores de los gobiernos populares y progresistas como lo es con aciertos, errores y dilaciones el del doctor Alberto Fernández -por no generalizar aceptando la buena fe de algún crítico-; y qué dirían precisamente en los tiempos cuando el general Juan Galo de Lavalle desalojó del poder legal a Manuel Críspulo Bernabé Dorrego. Y cuando lo asesinó ante el dolor de los orilleros y los gauchos devotos del Coronel que  una de sus primeras medidas tomadas como gobernador fue poner precio máximo a la carne vacuna, un alimento popular en la época. Y que antes, en actitud de tribuno de la plebe, fustigó en la Sala de Representantes la Constitución unitaria y elitista de 1826, la del sufragio reservado a una aristocracia que el prócer juzgó: “la más terrible, porque es la aristocracia del dinero”. 

 

Estos “racionales” de ahora según se autotitulan los peronistas de derecha neoliberales, no están muy lejos del doctor Del Carril, que aconsejó viperino por carta al ejecutor Lavalle que convengamos no era Videla ni Massera y firmó la sentencia de muerte: “haga un acta simulando un Consejo de Guerra”, para deslindar responsabilidades. Una sugerencia tan criminal e hipócrita como venir a defender aquí y ahora con argumentos dignos de mejor causa, la deuda que contrajo el ex presidente Macri con el FMI,  que de pagarse como instan a hacerlo los tecnócratas con postgrados en los Estados Unidos “para no dar la espalda al mundo civilizado”, lo sería sobre el hambre y la miseria del pueblo.                                                              

 

Dejen las derechas en sus versiones fascistoides o crudamente liberales con bastantes vasos comunicantes entre sí, descansar tranquilo al glorioso mártir popular Manuel Dorrego. Y para ser coherentes con el ultra reaccionarismo del que hacen gala, sigan incensando el procerato oficial, como al general Lavalle con su triste privilegio de haber liderado el 1ero. de diciembre de 1828 la primera “Revolución Libertadora”, en tanto golpe armado promovido por una oligarquía contra un gobierno con mayoría popular, en categoría de ciencia política que  describió nuestro inolvidable amigo Salvador Ferla en su ensayo “Una libertadora para Dorrego”, publicado en febrero de 1972 en el número 58 de la revista “Todo es historia”. Y también a otros militares con estatua ecuestre a lo Julio Argentino Roca y su “Campaña del Desierto” (En rigor de verdad, el general Roca durante sus posteriores dos presidencias tomó algunas medidas progresistas y tuvo un ministro como Joaquín V. González, un conservador con buena química con el republicano y anarquista catalán Juan Bialet Massé y los socialistas Enrique Del Valle Iberlucea, Alfredo Palacios y Manuel Ugarte,  que se asomó a la cuestión social e impulsó en 1904 la redacción de la que hubiera sido primera Ley Nacional del Trabajo). Aunque sobre el genocidio roquista perpetrado con apoyo económico de los latifundistas de la Sociedad Rural para su Campaña a un desierto que no lo era tal, cabe recordarles que misteriosamente el pasado se las trae y que a veces las reparaciones  llegan antes  que las mayores ofensas. Va lo dicho dado que como lo enseñó Osvaldo Bayer, el cacique ranquel Nicasio Maciel, apodado Arbolito, dio cuenta del unitario y amotinado con Lavalle, Federico Rauch, un militar prusiano que para ahorrar balas degollaba indígenas y se jactaba de hacerlo en sus partes de guerra. 

 

Pero Arbolito lo lanceó en el combate de Las Vizcacheras, en 1829, es decir  medio siglo antes de la “gesta” contra los pueblos originarios de la Patagonia reverenciada por personajes del tipo de Miguel Ángel Pichetto, el locuaz candidato a vicepresidente de Mauricio Macri.

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