Compartimos una entrevista sobre la actualidad chilena, en el contexto de la segunda vuelta electoral, con Marco Álvarez, sociólogo, historiador y escrito chileno, miembro del Grupo de Pensamiento Critico y Memoria Histórica (GPM).
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Independientemente de que no gane Kast, se nos presenta la problemática de que el fascismo, el pensamiento autoritario late en un Chile que nosotros pensábamos que lo había superado, sobre todo, tomando en consideración que hace dos años tuvimos una revuelta (18 de octubre de 2019) que vino a impugnar el modelo neoliberal chileno. O sea, es un proceso histórico muy complejo el que se está viviendo y, en esta pasada, aunque Boric no es el candidato natural de la revuelta (ese es otro tema), su programa gira en torno a la recuperación de derechos sociales, es hoy la alternativa y cabeza para frenar el domingo al fascismo en las urnas.
RC: Se trata, por lo tanto, de un escenario polarizado.
MA: Totalmente. Pero esta elección no cerrará el periodo abierto por la revuelta, sino que la derrota de Kast permitirá nuevos caminos de impugnación y recuperación de derechos sociales. Esto no quiere decir que el fascismo desaparecerá, al contrario. El escenario de la revuelta en Chile está abierto todavía, pero la enseñanza es que el fascismo sigue presente, está ahí, al cual hay que se seguir combatiendo. Todos nos preguntamos dónde estuvo toda esta gente callada durante años, que no se atrevía a hablar, y que hoy día aparece en masa, con todo su resentimiento y, que como nos dice la historia, puede generar gran daño.
RC: El fascismo, que mencionas, parece ser una expresión extrema del neoliberalismo dominante.
MA: El fascismo, o posfascismo -como lo denomina Enzo Traverso-, que no es más que una renovación del fascismo, en Chile ha tenido, a lo menos, una afinidad electiva con el neoliberalismo. El pensamiento fascista y el pensamiento neoliberal, que tiene su máxima expresión en Chile, se han potenciado profundamente a través del individualismo, del chovinismo, que se expresa en políticas fascistas como tratar de impulsar una zanja en la frontera como “política migratoria”, la homofobia, etcétera. Creo que así es comprensible cómo se ha ido constituyendo un tipo de ciudadanía chilena neoliberal en las últimas décadas.
Con el regreso de la democracia en Chile, en el 89, 90, hace más de treinta años, hemos tenido gobiernos que no han hecho otra cosa que profundizar la propuesta de Pinochet y el neoliberalismo y, en ese sentido, se fue constituyendo un tipo de ciudadano, de chileno o de chilenidad, que pensábamos que estaba triturado con esta irrupción del 18 de octubre del 2019 con la revuelta chilena, que puso en jaque todos los privilegios de esos treinta años, pero que, sin embargo, sigue existiendo, porque Kast no ganó solo en Santiago sino en sectores rurales, en el norte, en donde hay distinto tipo de reivindicaciones descentralizadas que no se pudieron ver desde la capital. Por ejemplo, Kast ganó por amplio margen en la Araucanía, en tierra mapuche, y eso se debe a la política racista histórica que se ha tenido con el pueblo mapuche. Estoy pensando en cómo han implementado esta lógica del mapuche terrorista que ha provocado que la gente tienda a tomar posiciones radicales contra el pueblo mapuche, y esto lleva a que Kast tenga una amplia mayoría en sectores como la Araucanía.
RC: Pareciera, entonces, que lo que se pensaba que eran viejas categorías que constituían articuladores de sentido, digamos que del tiempo de la Guerra Fría, siguen presentes y vigentes.
MA: Hay dos categorías que pienso que son claves para poder entender el proceso, entendidas en su integralidad dialéctica: comunismo-anticomunismo y terrorismo-antiterrorismo. Hay una esencia anticomunista en Chile que ha sido sostenido también por los partidos de la Concertación, que son los partidos del orden en los últimos treinta años. Hay un terror con esa vieja palabra que ha generado que la sociedad se constituya como un proyecto anticomunista. Y el fascismo o posfascismo ha encontrado ahí su discursividad, su forma, en negativo, de anclarse a una mayor masa votante. Esa es una: que es difícil hablar del fascismo sin el anticomunismo chileno.
Y la otra, la del terrorismo. Habría que preguntarse quiénes son los terroristas y qué es ser terrorista. Sin bien las palabras están enfermas, un terrorista es un adjetivo de quién ejerce el terrorismo, y el terrorismo es un sustantivo que individualiza a quien domina a través del terror. ¿Y quiénes son los que han dominado el país, no solo en los últimos treinta años, sino desde el golpe de Estado del 73? Son ellos, y lo han hecho principalmente a través de las políticas del terror, de la desaparición, de la tortura, cuestiones que en el programa de Kast sí que están presentes: él está dispuesto a crear cárceles clandestinas, detenciones ilegales, persecución contra agentes de la izquierda. Es decir, la vida, en estos momentos, está en peligro, y por ello uno se pregunta, ¿quiénes son los terroristas? ellos son los terroristas de ayer, hoy y mañana.
Por último, solo recalcar lo fundamental que es para América Latina esta elección. Pero como ya lo he planeado, no por ganar en las urnas, no hay que pensar que el fascismo está del todo derrotado, al contrario, hoy es un fenómeno pujante que nos debe obligar a reflexionar sobre sus nuevas estrategias y cómo hacer frente a ellas.
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