En Cuba y gran parte de los países latinoamericanos y caribeños, José Martí es recordado como el gran luchador por la independencia de su patria, pero también de lo que él llamó nuestra América. Supo de las amenazas que se gestaban sobre nuestras independencias y como el imperialismo estadounidense nos acecha con sus permanentes aliados. Tal como hoy le acontece a Cuba, Nicaragua y Venezuela cuando se les quiere excluir de la llamada “Cumbre de las Américas” a realizarse en los inicios de junio de 2022 en la ciudad de Los Ángeles. Sin duda, en estos momentos difíciles el espíritu de Bolívar y Martí les brindarán a los pueblos de nuestra América un nuevo aliento frente a los sectarios e injerencistas en medio de uno de los conflictos más crudos como es la guerra que se fomenta en Ucrania, donde los EU y la OTAN ponen las balas y Ucrania los muertos.
En este contexto han surgido posturas más independientes en la región latinoamericana frente a la pretensión de la Casa Blanca de seguir con su política de exclusión y marginación. Por ejemplo, los presidentes de México, Bolivia, Honduras, Argentina y de otros países del Caribe como Andrés Manuel Lópéz Obrador, Luis Arce Cotacora, Xiomara Castro y Alberto Ferández se han manifestado por incluir en dicha cumbre a todos los países americanos sin exclusiones. El mandatario mexicano llegó a manifestar al respecto: “Nosotros sostenemos que ya no debe haber una política hegemónica en América, en el mundo, que tenemos que respetar la independencia, la soberanía de cada país y que, en vez de confrontarnos, tenemos que optar por la unidad de toda América, pues es una contradicción convocar a una Cumbre de las Américas y no invitar a todos”. A esa postura se sumó inmediatamente el mandatario boliviano, quien apuntó: “Consecuente con los principios y valores del Estado Plurinacional de Bolivia, reafirmo que una Cumbre de las Américas que excluye a países americanos no será una Cumbre de las Américas plena, y de persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”. A esa misma postura se sumó la presidente de Honduras, quien señalo que: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”. Situación en que la “rebelión en la granja” también llevó al rechazo de las exclusiones de “los gobiernos de Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, y Trinidad y Tobago, que han ratificado el apoyo de los países de la Comunidad del Caribe a una cumbre sin hacer de lado a ninguna nación”. De esa manera el ideario martiano de la integración de nuestra América, sigue presente, vivo y andando por los más diversos rincones de nuestro continente.
Figuran en los aportes de José Martí, el retomar el ideario de los grandes próceres latinoamericanos al que logró insertarlo en su obra escrita, poniendo en ella los elementos centrales del significado de aquellos héroes. Podemos reconocer que las ideas martianas siguen presentes en la historia contemporánea latinoamericana. En especial para los pueblos de México, Centroamérica, el Caribe y Sudamérica que padecen desde el norte de nuestra América los bloqueos, presiones e intimidaciones de Washington. Ese gran poder que representa a la potencia hegemónica del siglo XXI. Una tarea urgente en nuestros tiempos es fortalecer los organismos regionales con verdaderas aspiraciones latinoamericanas y caribeñas. Por ejemplo, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y desaparecer al Ministerio de las Colonias mejor conocido como la Organización de Estados Americanos (OEA).
Pero que cada día también vemos nuevos ejemplos al encontrar la resistencia y alternativas que, en defensa de la soberanía y autodeterminación nacional, van ofreciendo los pueblos y gobiernos como el de Argentina, Bolivia, Chile, Cuba, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela entre otros de la región. Así, en esta nueva coyuntura se ha ido esgrimiendo lo que señalaba Martí con su visión heredada por el Gran Libertador: “… ahí está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía”.
Podemos afirmar, que, en el momento actual, en los comienzos de la tercera década del siglo XXI, el ideario de Martí continúa vigente. Sobre todo, dentro de las perspectivas integracionistas que hoy en los inicios de la nueva centuria, emergen con gran fuerza en nuestra América. Al ejemplo del Apóstol cubano podemos sumarle los de Simón Bolívar, Manuela Sáenz, José Artigas, José de San Martín, Francisco Morazán, Benito Juárez, Eloy Alfaro, Augusto C. Sandino, Juan Bosch, Salvador Allende y Oscar Arnulfo Romero. Los ejemplos de todos ellos y de sus pueblos donde hoy encontramos gobiernos y fuerzas sociales y políticas que retoman su ideario, nos han demostrado que la resistencia frente al intervencionismo de Donald Trump y Joe Biden finalmente vencerá. En nuestros días, podemos escuchar en voz de distintos gobernantes latinoamericanos palabras que nos dan cuenta del nuevo horizonte que vivimos, mucho más próspero para el futuro político y social de nuestros pueblos de la región. Pese a los intentos desestabilizadores, como ocurrió en Honduras (2009); Paraguay (2012); Brasil (2016) con los golpes de Estado. Tal parece que en los próximos días veremos nuevos y mejores horizontes si las fuerzas progresistas logran frenar a las oligarquías locales, derrotar los fraudes electorales y a los intentos golpistas y proyectos neoliberales que se encuentran en franco retroceso en la región. Sin duda hay otros aires que empujan a una verdadera integración latinoamericana como la que proponía para nuestra América, José Martí.
Los próximos escenarios con cambios políticos en la región son procesos electorales que apuntan a construir nuevas transformaciones como las elecciones que se desarrollarán en Colombia en mayo y posiblemente en una segunda vuelta en junio y, la de octubre en Brasil de 2022. Procesos electorales que nos llevan a pensar y distinguir que el escenario latinoamericano y la integración política de nuestra América seguramente arribará a un estadio superior de esa misma integración. La marcha hacia gobiernos de fuerte raigambre popular y progresista, aflora cada vez con mayor fuerza. Por lo tanto se puede anunciar que se acerca un nuevo futuro más esperanzador, aunque no libre de problemas, pero si de nuevas perspectivas de grandes transformaciones sociales en beneficio de la emancipación latinoamericana y de sus pueblos.
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