Rosell Laberiano Agüero / Para Con Nuestra América
Desde Lima, Perú.
Hechos como el proyecto de la ley de amnistía a favor de militares, policías y miembros de comités de autodefensa que cometieron delitos durante el conflicto armado interno en el Perú (1980-2000) y que “pone en riesgo más de 150 sentencias firmes y cerca de 600 procesos judiciales en curso” [1], la misma que ha sido rechazada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)[2]. Por otro lado, la impunidad frente a los acontecimientos violentos de fines del 2022 y comienzos del 2023[3]; afectan gravemente nuestra memoria como país y más aún a las víctimas directas de estos acontecimientos.
Son precisamente estás víctimas las que están históricamente más lejanas del actual Estado Nación. Frente a sus ojos se les está diciendo que no hacen parte de dicha comunidad política.
No es necesario remontarnos dos siglos atrás; si tan solo partimos del pasado reciente, el año 2023 hacia adelante, para constatar que no es posible abonar hacia la construcción de nación intercultural en el Perú. Las heridas abiertas volvieron a sangrar en estos años. Se construyó un Estado con una idea equivocada de nación, en tanto que fue y sigue siendo una falacia. No fue primero la nación y después el Estado; aquí fue a la inversa, he ahí su limitación.
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