En medio de los
acontecimientos en Palestina, que provocan el clamor de la humanidad por la
paz, es menester recordar los orígenes de un conflicto que ha plagado de sangre
al Medio Oriente. Sólo hay un camino para la diplomacia internacional:
reconocer al Estado Palestino, lo demás es pura demagogia.
Giovanni Beluche V. / Especial
para Con Nuestra América
Un Estado terrorista apoyado por occidente
De forma sistemática el
régimen fascista de Israel ha venido practicando el exterminio étnico contra la
población palestina, ante la complacencia de los gobiernos del “civilizado”
occidente. Son muchas las resoluciones de la ONU incumplidas por Israel y nada
pasa. ¿Dónde quedaron las bravuconadas de los gobiernos europeos y de Estados
Unidos cuando se trata de condenar a los pueblos que luchan por su
autodeterminación?, ¿Dónde están las tropas de la OTAN que invaden Libia,
Afganistán o Irak en “defensa” de los derechos humanos?, ¿Por qué no invaden
Israel para desarmar sus máquinas genocidas, que cada día despedazan a las niñas
y niños palestinos?
Los principales
responsables de esta masacre son los gobiernos de Estados Unidos y la Unión
Europea, que han armado y sostenido al gendarme de sus oscuros intereses en el
Medio Oriente. También son cómplices el montón de reyezuelos y emires de la
Liga Árabe, más preocupados por comprar los nuevos modelos de Mercedes Benz con
la renta petrolera.
Al sembrar la muerte en
cada cuadra de Gaza, el gobierno de Israel está condenando a su propio pueblo a
vivir bajo la amenaza permanente de la guerra. Cuando la población palestina,
en inferioridad de condiciones, responda legítimamente a la agresión, los
primeros responsables serán el gobierno de Israel y sus aliados occidentales.
El origen del conflicto
Antes de 1947 el Estado
de Israel no existía, en Palestina convivían árabes, cristianos y hebreos. La
ONU creó artificialmente el Estado de Israel y los judíos, que eran dueños del
6% de la tierra, pasaron a apoderarse del 90% del territorio (datos del Fondo
Nacional Judío). En Palestina vivían aproximadamente 950,000 árabes palestinos,
quienes ocupaban unos 475 pueblos y grandes ciudades. En menos de seis meses la
población palestina había sido diezmada, pasando de casi 1 millón a tan sólo
138,000 habitantes.
El Estado sionista con
la complicidad de las potencias occidentales, en pocos meses había asesinado y
desalojado por la fuerza a más de 800 mil palestinos. Bandas fascistas y el
propio ejército de Israel expulsaban a familias enteras de sus casas. Quienes
se quedaban eran sometidos a un oprobioso régimen de apartheid. El silencio de
la ONU seguía siendo el cómplice perfecto para el exterminio étnico.
Los sionistas
destruyeron sistemáticamente, cuadra por cuadra, las casas y posesiones de los
palestinos, condenándoles a vivir en campamentos para refugiados en los países
vecinos. Entre 1948 y 1949 habían arrasado con unos 400 pueblos y ciudades,
según datos del nada sospechoso Israel Shanak, Presidente de la Liga Israelí de
Derechos Humanos y Cívicos.
El laborioso pueblo
palestino presenció como más de sus 10 mil empresas, industrias y tiendas les
fueron confiscadas y entregadas a colonos judíos. Los agricultores palestinos,
que siempre destacaron por su habilidad para cultivar en zonas poco aptas,
fueron expulsados de sus tierras y 21,200 hectáreas de limonares y fincas de
oliva fueron expropiadas por los sionistas.
A confesión de causa relevo de pruebas
El propio fascista
judío Moshe Dayan confesó ante los estudiantes del Instituto de Tecnología de
Israel (19-marzo-1969): “Vinimos aquí, a
un país que estaba poblado por árabes, y estamos construyendo aquí un Estado
hebreo, judío. En lugar de pueblos árabes, hemos levantado pueblos judíos. Ni
siquiera sabéis los nombres de esos pueblos, y no os lo reprocho, porque esos
libros de geografía ya no existen. Ni los libros ni los pueblos existen
tampoco. (…) No hay un solo asentamiento que no se haya levantado en el lugar
que fue de un antiguo poblado árabe”. Los comentarios sobran.
Desde 1947 a la fecha,
Israel siguió invadiendo tierras de los países vecinos, provocando muchas y
cruentas guerras con los pueblos árabes. Ese método de arrasar, asesinar,
expulsar se sigue practicando y es una de las causas de la gravedad del
conflicto. El Estado de Israel estimula que judíos residentes en cualquier país
del mundo, se vayan a vivir a colonias construidas en territorios que fueron y
siguen siendo arrebatados a los palestinos.
Un Estado racista y antidemocrático
Los “admirados”
kibbutz, supuestos modelos de organización social y productiva, son la mejor
expresión de la naturaleza racista del Estado de Israel. El militante judío por
los Derechos Humanos Israel Shanak afirma que “… la mayor parte de los israelíes han sido concientes desde hace tiempo
del carácter racista del kibbutz, no sólo contra los palestinos sino contra
todos los seres humanos que no sean judíos” (Israel Today: The Other
Apartheid, 1986).
Si obreros eventuales
cristianos entablan relación con mujeres judías y pretenden ser miembros del
kibbutz tienen que convertirse al judaísmo: “Los candidatos cristianos a pertenecer a un kibbutz mediante conversión
han de prometer que en adelante escupirán cuando pasen ante una iglesia o una
cruz” (Ibid.). El 93% de la tierra de Israel es administrado por el Fondo
Nacional Judío, bajo sus reglas “para
tener derecho a vivir en la tierra, arrendarla o trabajar en ella, tienes que
demostrar que tienes al menos tres generaciones de ascendencia materna judía”
(Ralph Schoenman, El Conflicto Árabe – Israelí, 1991)
Por una Palestina laica, democrática y no
racista
Frente a la agresión
terrorista del sionismo, los palestinos tienen el derecho a defenderse por
todos los medios, incluida la derrota militar de Israel. Mientras ese país
postizo siga siendo un portaviones guerrerista, no habrá paz en el Medio
Oriente. Los pueblos del mundo han salido a condenar la masacre, a exigir una Palestina laica, democrática y no racista,
donde convivan las diferentes culturas que compartían esos territorios,
arrebatados ilegítimamente por las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra
Mundial para crear un Estado artificial llamado Israel.
“El 9 de abril (de 1948), bandas
de terroristas (israelíes) atacaron esa pacífica aldea, que no era un objetivo
militar, asesinaron a la mayoría de sus habitantes –240 hombres, mujeres y
niños - y dejaron a algunos con vida para hacerlos desfilar por las calles de
Jerusalén. Invitaron a todos los corresponsales extranjeros a ver las montañas
de cadáveres y los destrozos causados en Deir Yassin”.
Albert Einstein (New York
Times, 4/dic./1948)
¡Palestina vive,
Palestina resiste!
Nota del autor: todas las citas y
datos de este artículo son de autores judíos.
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