La migración no se detendrá,
mientras se mantenga un sistema injusto. Entre tanto, es importante que los
países mantengan la dignidad de los migrantes, y que garanticen sus derechos,
más aún si son menores de edad.
Fander Falconí / El Telégrafo (Ecuador)
La tira humorística Mafalda
incluía un personaje representativo del estrato que hoy llamamos ‘pelucón’:
Susanita. Esta niña decía: “El problema de este país son los pobres. Deberíamos
desterrarlos a todos”. Mafalda preguntaba: “¿Y quién haría el trabajo pesado?”,
ante lo cual Susanita respondía: “Ah, no, primero que hagan el trabajo y de
allí que se vayan…”.
Con la misma lógica, pero nada
cómica, sino todo lo contrario, el gobernador de Texas, Rick Perry, anunció el
despliegue de mil soldados de la Guardia Nacional a la frontera con México para
combatir el ingreso de niños migrantes centroamericanos en condición irregular.
Impedir el paso de seres humanos, o desterrarlos, no resolverá la situación
migratoria entre EE.UU. y América Latina. Esta situación es compleja, ya que
tiene varios ángulos: globalización del capital y condiciones de trabajo,
movimiento de personas en forma regular e irregular, desestructuración
familiar, redes, coyoterismo, remesas…
Desde noviembre del año pasado,
miles de niños y niñas han pretendido ingresar sin acompañante a EE.UU. Llegan
procedentes de América Central, en especial de El Salvador, Guatemala y
Honduras. Se estima que han arribado 57 mil niños.
El presidente norteamericano,
Barack Obama, solicitó al Congreso $ 3.700 millones para hacer frente a la
avalancha humana que cruza la frontera con México. Algunas propuestas son
duras, por ejemplo, una mayor respuesta policial y militar, la modificación de
las leyes para que los agentes federales puedan entrevistar y deportar en
cuestión de días a los menores de edad.
La crisis ocurre en un escenario
en donde afloran las posiciones contrapuestas entre republicanos y demócratas.
De hecho, no se pudo aprobar la reforma migratoria propuesta por Obama. Esto
afecta a cerca de 11 millones de personas que no tienen una situación regular
en EE.UU. y que pueden ser deportadas en cualquier momento.
En los últimos años ha
recrudecido la influencia de las redes del crimen organizado en varios países
de América Central. Hay violencia, abuso e inseguridad en los países
centroamericanos y, como hemos recalcado,
ausencia de una política de movilidad humana integral en EE.UU.
¿Cuál es la lógica o la
racionalidad de la política migratoria norteamericana? Hay liberación de visado
para Chile y próxima liberación para Perú. A Colombia no le aplican por la
cuestión de las drogas. Los ecuatorianos necesitamos visa. Para entrar a Costa
Rica se necesita visa costarricense, a menos que se tenga visa norteamericana
válida al menos por seis meses más. El caso de México es diferente: tienen su
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en
inglés), pero los pobres no pasan. ¿Cómo entender todo esto? ¿Existe
selectividad? ¿Existe algún tipo de lógica más allá del puro y simple atropello
a un derecho humano básico?
La migración no se detendrá,
mientras se mantenga un sistema injusto. Entre tanto, es importante que los
países mantengan la dignidad de los migrantes, y que garanticen sus derechos,
más aún si son menores de edad. Las respuestas represivas, como las aplicadas
por el gobernador de Texas, deben ser rechazadas.
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