sábado, 2 de agosto de 2014

Sionismo y antisemitismo

La raíz del genocidio palestino  se encuentra en el extremismo sionista expresado desde la fundación del Estado de Israel en mayo de 1948. En aquellos momentos Chaim Weizmann,  primer presidente del naciente estado, dijo: “Nuestra intención es establecer una sociedad para que Palestina sea tan judía como Inglaterra es inglesa o América es americana”. 

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

El 20 de julio de 2014  los palestinos asesinados por el Estado israelí ascendían a 472. Ocho días después tal cifra llegaba a 1,109 mientras que los israelíes reportaban 3 civiles  y 48 soldados muertos. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu ha dicho que no hay guerra más justa que la que Israel está llevando actualmente en Gaza. En realidad lo que estamos observando actualmente  allí no es sino la continuación del genocidio del pueblo palestino. Y la raíz del mismo está en que la versión más extremista del sionismo es la que ha prevalecido en Israel. Hoy sionismo es sinónimo de un fundamentalismo racista y genocida.

El sionismo en su versión inicial, la ideada por su fundador Theodor Herzl a fines del siglo XIX,   era la lucha política y diplomática por la fundación de un Estado israelí en el territorio palestino. Una reivindicación justa mantenida por el pueblo judío desde que  inició su diáspora en el siglo I D.C., cuando fue expulsado de la antigua Palestina. Esta idea fue acompañada por otra concepción del sionismo que pregonaba la paulatina ocupación de Palestina por población judía. A principios del siglo XIX había en dicho territorio 6,700 judíos; en 1931 tal cifra llegaba a 174 mil (21% del total de la población),  hasta llegar en 1947 a 630 mil (48%). Esta emigración se dio en el contexto del odio a los judíos, el antisemitismo, que tuvo en el genocidio judío a manos de los nazis,  su expresión más feroz.

La raíz del genocidio palestino  se encuentra en el extremismo sionista expresado desde la fundación del Estado de Israel en mayo de 1948. En aquellos momentos Chaim Weizmann,  primer presidente del naciente estado, dijo: “Nuestra intención es establecer una sociedad para que Palestina sea tan judía como Inglaterra es inglesa o América es americana”.  El líder de la extremista organización Irgún, después primer ministro Menahen Beguin,  también afirmaría que un territorio compartido entre judíos y palestinos era ilegal y que nunca sería reconocida: “la Tierra de Israel será restaurada para la gente de Israel”. Fueron estas concepciones  las que finalmente prevalecieron. La idea de un territorio compartido, combatida igualmente por extremistas judíos y palestinos, finalmente fracasó. La resolución de la ONU de 1947 entregó 57% de Palestina a Israel, 42% a Palestina y 1% a Jerusalén que quedaría bajo administración internacional. La primera guerra árabe-israelí provocada por el descontento árabe por la partición del territorio palestino, le sirvió a Israel para ocupar el 74% del territorio, “la guerra de los seis días” de 1967 le facilitó la ocupación del 100% del territorio palestino.

Israel aceptó a regañadientes la partición territorial a través de Gaza y Cisjordania. Sin embargo mantiene a Gaza como un enorme campo de concentración y favorece los asentamientos judíos en Cisjordania que tienen un carácter etnocida. Israel se preocupa por recordar las aberraciones del antisemitismo que terminaron en el genocidio judío. Pero al mismo tiempo, el  sionismo extremista efectúa la matanza contra el pueblo palestino que hoy con horror e impotencia contemplamos. 

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