Una de las grandes
encrucijadas mundiales se halla hoy entre modelos económicos que procuran
devolver a los países y la gente el control de sus destinos, y entre recetas
convencionales que los están lanzando a la pobreza y la vulnerabilidad,
alimentando la desigualdad.
Bernardo Kliksberg* / Página12
Ilustración del artista gráfico Pawel Kuczynski. |
Sin control
El Informe Mundial sobre
Desarrollo Humano 2014 del PNUD muestra que, con progresos, casi un tercio de
la población del planeta es pobre o vulnerable a la pobreza. Mil doscientos
millones ganan menos de 1,25 dólar diario. Están en pobreza extrema, no pueden
satisfacer sus necesidades básicas. Hay 800 millones que son altamente
vulnerables. Aumentos de los precios de algunos de los alimentos esenciales o
el cambio climático los pueden empujar enseguida a la pobreza extrema.
Hay 842 millones de
personas con desnutrición crónica. El 90 por ciento de la población mundial
carece de pensiones y de seguro de desempleo. El desempleo juvenil supera el 13
por ciento. La mitad de todos los trabajadores del mundo está en empleos
precarios o informales.
El informe subraya que
las estrategias de austeridad aplicadas en los países de la Unión Europea “han
causado severas presiones sobre las estructuras sociales” y un aumento de la
pobreza en más de la mitad de sus Estados miembro, y en los grupos más
vulnerables como inmigrantes, niños y discapacitados.
Se ha desacelerado el
aumento de los índices de desarrollo humano en todas las regiones en el
2008/2013. En ello han incidido, señala Khalid Malik, director del informe, en
tendencias como “los presupuestos gubernamentales balanceados sobre las
espaldas de los pobres”, que han recortado fuertemente los servicios públicos,
y “la carrera hacia abajo” de las grandes corporaciones que han reducido el
valor real de los sueldos y han forzado a más y más trabajadores a vivir con
menos.
Las 85 personas más ricas
del mundo tienen actualmente un patrimonio que supera al de los 3500 millones
más pobres.
Hay una aguda vulnerabilidad
de los pobres. Malik enfatiza que “una volatilidad en aumento se ha
transformado en la nueva norma. Mientras las crisis financieras y de las de
alimentos se extienden alrededor del mundo, hay una creciente preocupación de
que las personas y las naciones no tienen control de su propio destino”.
Las soluciones a algunos
de estos problemas están al alcance. Así, plantea el informe, dar servicios
básicos de protección social a toda la población mundial costaría menos del 2
por ciento de Producto Bruto Global. Un porcentaje muy reducido de lo que se
gasta en armamentos, o de las utilidades que produce la especulación financiera
encabezada por los fondos buitre.
El informe llama a “un
consenso internacional sobre la protección social universal”.
La desigualdad es inevitable y útil
A pesar del panorama
social apremiante de pobreza, exclusiones y vulnerabilidad –y el peso abrumador
de las altas desigualdades sobre ellas que surge del informe del PNUD y otras
fuentes como los recientes informes de Unicef, Oxfam, Save The Children y
otros–, ha surgido un “negacionismo de los efectos de las desigualdades”.
Entre sus representantes,
Tyler Cowen (George Mason University) escribió un libro titulado Se terminaron
los términos medios, donde alega que la tecnología y la globalización han
partido el mercado de trabajo entre los que ganan elevados sueldos y los que
perciben bajos ingresos. “Es erróneo mirar la desigualdad, la cuestión es el
bajo crecimiento”, señaló a The New York Times (30/7/14).
En la misma línea, diversas
voces dicen que los cuestionamientos al uno por ciento más rico del mundo son
“pura envidia”. Un líder de un fondo financiero, Perkin, afirma que criticar al
uno por ciento más rico es comparable con el nazifascismo, y otro gran inversor
reaccionó ante la propuesta de que ese grupo pague impuestos a la misma tasa
que los asalariados comparándola con la invasión de Polonia por Hitler.
Stiglitz muestra que la
brecha salarial es de gran magnitud: los CEOS de las grandes empresas ganan 295
veces lo que un operario promedio, una distancia mucho mayor que en el pasado.
Las desigualdades no son
sólo en los salarios, también en el acceso a créditos, subsidios, tecnologías
de punta, educación de buena calidad y otras.
Por otra parte, el
crecimiento mayor se da bajo condiciones de mejor igualdad de oportunidades. El
Premio Pulitzer Kristof marca que EE.UU. creció más fuertemente en los períodos
de mayor igualdad, como después de la Segunda Guerra Mundial. Lideran los
índices de desarrollo humano y han conseguido que la gente sienta que “controla
su destino”, los países con más bajo coeficiente de Gini (que mide la
desigualdad), como los nórdicos. Entre 2003 y 2012 el de Suecia fue 0,25, el de
Noruega 0,258 y el de Finlandia 0,269.
La América Latina emergente
El informe mundial 2014
del PNUD muestra que hay una América Latina que “ha hecho los deberes”, con
políticas económicas nacionales articuladas con vigorosas políticas sociales,
fuertes inversiones en educación, salud, ciencia y tecnología, elevación de los
salarios reales, extensión en escala de los servicios sociales, es decir,
muchas de las recomendaciones del Informe. Es el caso de países como Brasil,
Argentina, Uruguay, Ecuador, Chile y otros que han aumentado significativamente
su desarrollo humano.
Señala que Argentina ha
pasado al grupo de países de “alto nivel de desarrollo humano”, en donde sólo
hay otros dos latinoamericanos. Ha aumentado sustancialmente los tres
indicadores básicos: esperanza de vida, escolaridad e ingreso nacional bruto
per cápita. Entre otras cifras que menciona, Argentina invertía en salud
pública en 2011 el 8,1 por ciento del producto bruto nacional, más del doble
que la India, que sólo invertía el 3,9 por ciento. En educación pública en
2012, 5,9 por ciento del PBI, en la India era 3,3 por ciento. El coeficiente de
Gini, que en 2002 era 0,55, bajó de 2003 a 2012 a un promedio de 0,445.
Programas como Bolsa Familia en Brasil, que protege a 13.800.000 familias, y la
Asignación Universal por Hijo que en Argentina cubre a 3,5 millones, además de
la extensión casi universal de la protección jubilatoria, implementados por la
Anses en coordinación con otras instituciones, son hoy referencia obligada en
los países que buscan cómo hacer gerencia social eficiente.
Los Gini más elevados los
tienen Honduras, 0,57, y Guatemala, 0,559. La polarización social ha incidido
en su muy elevada pobreza, Guatemala 53,7 por ciento y Honduras 64,5 por
ciento. De ellos y El Salvador vienen los 60.000 niños indocumentados, no
acompañados, que llegaron a la frontera de EE.UU. en los últimos 10 meses, en
un acto de desesperación colectivo. Escapan de la miseria y las amenazas a su
vida, conmoviendo al mundo entero. “Tienes tres alternativas –le dijeron los
gangs de la droga a uno de ellos (The New York Times, 17/7/14)–: te unes a
nosotros o te matamos o te escapas del país de inmediato.”
Una de las grandes
encrucijadas mundiales se halla hoy entre modelos económicos que procuran
devolver a los países y la gente el control de sus destinos, y entre recetas
convencionales que los están lanzando a la pobreza y la vulnerabilidad,
alimentando la desigualdad. Refiriéndose a una de las profesiones más
estratégicas al respecto, destacó el director del Informe del PNUD, Malik:
“Cada vez hay más economistas en el mundo que defienden una visión alternativa
a esta estrategia económica (ortodoxa)”.
Están respondiendo a un
clamor universal por justicia.
* Director del Programa
de formación de docentes jóvenes “2000 jóvenes por una economía con rostro
humano”, dictado en veintiséis universidades nacionales con base en la UBA/FCE.
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