Las relaciones entre Panamá y Colombia son buenas, aunque existen
percances de tipo histórico. Recientemente, han surgido problemas de carácter
militar. Bajo la dirección de EEUU, las fuerzas del orden panameñas (militares,
policía, inteligencia) se han sometido a varios acuerdos que subordinan la
soberanía nacional a los intereses del país vecino.
Marco A. Gandásegui, hijo / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Esto es cierto, por un lado, en lo relacionado con la frontera común
que ambos países comparten en el Darién. Por el otro, en los ejercicios Panamax
que realiza anualmente EEUU (sin fundamento legal) en el área del Canal. El
Comando Sur de EEUU delega al Ejército de Colombia la coordinación de las
maniobras terrestres que realizan las unidades militares. Es un eufemismo para
decir que Panamá se somete a las órdenes de oficiales colombianos.
Esta situación se viene agravando desde fines de la década de 1990. El
presidente Martín Torrijos – sin justificación alguna - fue un entusiasta
promotor de la militarización de las fuerzas del orden panameñas. El presidente
Martinelli aprovechó la oportunidad para comprar armas de manera irresponsable.
No hay indicios de que el actual presidente Varela ejecutará una política
diferente.
Pero Panamá ahora se enfrenta a otro problema que complica las
relaciones con Colombia y EEUU. Colombia quiere establecer relaciones con la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza militar más
violenta del mundo. La OTAN es encabezada por EEUU y cuenta entre sus miembros
a los países europeos más poderosos. Las dictaduras del Cono Sur a fines del
siglo pasado (Argentina, Brasil y Uruguay) fueron consideradas miembros
honorarias de la OTAN.
Todo indica que ahora le toca el turno a Colombia. El pasado 5 de
marzo se reunieron en Bogotá el ministro colombiano de Defensa, Juan C. Pinzón,
con el director de Seguridad de la OTAN, Stephen Smith, para poner en marcha un
acuerdo de cooperación. El acuerdo fue rechazado en la región por considerarlo
una grave traición a América Latina. El ministro de Defensa de Brasil, Celso
Amorim, expresó que “respetamos la soberanía de los países pero vemos con
preocupación un acercamiento de un país miembro a una alianza defensiva militar
extra-regional”.
El acuerdo se parece al que no firmó el general Manuel A. Noriega de
Panamá con EEUU en 1986 para convertir las Fuerzas de Defensa de Panamá en el
guardián de Washington en una convulsionada América Central. En Bruselas,
Colombia aceptó la propuesta de la OTAN para incrementar la cantidad de tropas
en algunos países de América Central y el Caribe, según sean los intereses de
la OTAN. ¿Existen tropas colombianas de este lado de la frontera? Si no hay
ahora, ¿habrá tropas colombianas en el futuro próximo?
Cuando Pinzón recibió a Smith, señaló que Colombia espera obtener los
más altos estándares de entrenamiento militar. Parece que el ministro Pinzón
sacó las palabras del libreto del general Noriega. A Colombia le interesa
operar en misiones de apoyo en un eventual escenario de posconflicto. Noriega
dixit.
El Ejecutivo colombiano presentó un proyecto de ley al Congreso
señalando que "esta relación en ningún caso implica o puede implicar la
presencia de tropas extranjeras en territorio colombiano, ni tampoco la
membrecía de Colombia en la OTAN”. Pero no impide que tropas colombianas puedan
entrar en acción en Panamá u otros países. Pinzón señaló también que “en la medida
en que Colombia fortalezca su cooperación con organismos multilaterales y otros
países, las Fuerzas Armadas podrán elevar sus estándares técnicos y
profesionales al nivel de las democracias más avanzadas del mundo y seguir
desarrollando capacidades cada vez más efectivas en la lucha contra el
terrorismo y el crimen organizado”.
Según Socorro Ramírez, de la Universidad Nacional en Bogotá, en el
“tablero geopolítico regional Colombia es percibida como el más estrecho aliado
de EEUU, país que comanda la OTAN”. El Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra
la Guerra de Colombia señala que el gobierno del país vecino cuenta con más de
700,000 hombres en armas: 400,000 en el ejército, marina y aviación, 180,000 en
la policía nacional, 120,000 en lo que se conoce como labores de inteligencia y
80,000 hombres en las llamadas fuerzas irregulares. Es decir, organizaciones
ligadas a las drogas ilícitas y bandas criminales que cuentan con un moderno
arsenal orientado a la guerra contrainsurgente. Colombia proyecta la
reconversión de su aparato militar en caso de lograr la paz con las guerrillas
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
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